La educación de Laura
¿Cuál es el libro que más querés de tu biblioteca?
Miércoles 26 de abril de 2017
Nietzsche se declaró admirador de este libro, el que el escritor, librero y editor Salvador Biedma eligió entre todos los de su biblioteca como el más querido: La educación de Laura, que pidió le trajeran de un viaje después de leer una reseña de Philippe Sollers.
Por Salvador Biedma.
Qué difícil elegir un libro, uno solo, de la biblioteca. Si pienso en la experiencia de lectura, puede ser alguno de Pavese, que leí casi todos un verano, uno detrás de otro, lo cual me permitió entender algo sobre la particular ligazón entre su pensamiento, su obra literaria y su vida. Si elijo según las dedicatorias, recuerdo especialmente Alguien camina sobre tu tumba, de Mariana Enriquez. Acaso podría hacer trampa con las tres ediciones del Quijote, la económica (de la que leí el texto), una con las ilustraciones de Dalí que encontramos a precio de saldo con mi amigo Johann Rodríguez-Bravo, quien murió pocos meses después, y una que fue de mi abuelo, publicada a fines del siglo XIX. Tampoco estaría mal optar por algún regalo muy querido, que tengo varios.
Me defino, sin estar seguro, por La educación de Laura. En parte porque se trata de una muy linda edición, en parte porque me lo trajeron de un viaje y más que nada por el contenido. Había leído, medio perdida en la revista Ñ, una nota escrita por Philippe Sollers, en un tono muy distinto al de los otros artículos; la busco ahora online y no aparece. Sollers hacía referencia a, digamos, un Edipo que no implicaba incesto porque el hombre que tenía relaciones sexuales con la chica no era el padre biológico, sino un padrastro. Poco después de leer ese texto breve de Sollers, una de mis hermanas viajó a España. Le pregunté si podía conseguirme este libro y uno de Schnitzler.
La edición de Barril & Barral trae en la tapa la foto de una mujer desnuda, desde abajo de las rodillas hasta antes de los hombros, sin una letra ni nada, sólo la foto, y una sobrecubierta negra (con el título, el autor y el logo de la editorial) que no alcanza a ocultar la foto del todo porque tiene cinco centímetros menos de altura. Entonces, se puede correr la sobrecubierta de modo que se vean las rodillas o las tetas. Tal vez parezca infantil –un libro puede tener algo de juguete–, pero, ya que las sobrecubiertas suelen ser más bien sosas, siempre resulta atractivo un toque inteligente en el diseño que se relacione con el texto en cuestión.
Si bien en algún momento se atribuyó el texto al Marqués de Sentilly, el autor de La educación de Laura es Honoré Gabriel Riqueti, conde de Mirabeau, un francés que durante buena parte de su vida protagonizó escándalos un tanto ridículos, cayó muchas veces preso, sobresalió como orador en el Parlamento durante la época de la Revolución Francesa y participó, por ejemplo, en la redacción de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
La narradora de la novela es Laura, quien le cuenta en una larga carta a su amiga Eugenia detalles de su educación erótica, que en gran medida recibe del padrastro luego de la muerte de la madre. Durante la niñez, Laura creía que él era su padre biológico y nunca deja de llamarlo “papá”. Nietzsche se declaró admirador de este libro y lo pensaba en relación con una pregunta: por qué a las mujeres nobles de la época se las instruía con sumo cuidado en tantos temas, pero no se las educaba de ningún modo en el terreno sexual.