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Mythbusters del rock
Martes 12 de abril de 2016
En Paul está muerto y otras leyendas urbanas (Errata Naturae), los hermanos Héctor y David Sánchez se proponen desarmar 33 mitos del rock, pero ¿es necesario?
Por Irina Ponti.
Paul está muerto y otras leyendas urbanas, de Héctor y David Sánchez (Errata Naturae), se lee con una mezcla de entusiasmo y aprehensión. A nadie le gustan los aguafiestas y el rock, como bien sabe Capussotto, necesita de los mitos tanto como de los solos de guitarra y del sex appeal del cantante. Pero por otro lado, qué placer conocer esa verdad que está destinada al verdadero fan.
De Lennon a Freddie Mercury, de Kiss a Pearl Jam, de Michael Jackson a Kurt Kobain. La mayoría de los 33 —número mágico— breves artículos que componen el libro te envuelve en la épica de la leyenda para desembocar en un final de ventilador de plástico que corre la bruma y deja ver una realidad sucia de alquitrán y hollín. En todo caso, los mejores textos son los que evitan el desencanto del mago que muestra el truco y plantean una investigación —Springsteen vs. Reagan, la relación homoerótica entre Mick Jagger y David Bowie— o los que preservan al mito en la incertidumbre: ¿Jim Morrison vive en África? ¿Sid asesinó a Nancy? ¿Es cierto que Elvis simuló su muerte y al día siguiente, con una identidad falsa provista por la CIA, se subió a un avión rumbo a Buenos Aires?
Los autores de Paul está muerto son hermanos: Héctor Sánchez es un periodista cultural especializado en música; David es ilustrador. Del lenguaje peninsular no hay nada que decir: seguramente para América latina el tono ponga al lector en un plano más alejado —sobre todo en un tema tan propio de la educación sentimental—pero sale por una editorial española y está escrito por un español, el que haga hincapié en eso se equivocó de libro. Las ilustraciones, en cambio, no se entienden qué función cumplen. No dan una segunda lectura ni dialogan con el texto. No dicen nada. Tal vez los editores las hayan puesto porque creen que los que escuchamos música no podemos prestarle atención a un libro lleno de letritas.
Los primeros artículos son un poco torpes. Una muestra:
Jones, aquel muchacho rubio y delgaducho, acabaría convirtiéndose en David Bowie: el extraterrestre que llegó a las estrellas con un ojo de cada color. Estas son, sin embargo, tres mentiras sobre Bowie, ya que ni es extraterrestre, ni llegó a las estrellas, ni tiene un ojo de cada color.
No es gracioso. Para nada. Pero, con el correr de los textos, Héctor Sánchez consigue un ritmo que contagia, las historias son mucho más interesantes y, para cuando llegamos al momento en que Ozzy Osborne se come un murciélago en el escenario, Spotify lleva ya un rato largo encendido.
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