Apuntes de Chandler en su libreta de trabajo
Cálculos y lecturas
Miércoles 27 de noviembre de 2019
En una nota a su representante literario en Nueva York escrita en julio de 1949, el autor de El largo adiós le confiesa su verdadera opinión sobre las obras de sus contemporáneos y comparte sus dudas acerca de lo que esperan los lectores de sus propios libros: "Si se fuera a considerar 1984 de Orwell simplemente como una obra de ficción, no se la podría clasificar muy alto".
1949: el autor de El sueño eterno escribe una carta a Carl Brandt, su representante literario en Nueva York. Raymond Chandler se ve por esos años exactamente como en la foto, con su típica pipa colgada de la boca.
Está a punto de publicar Los problemas son mi negocio y El simple arte de matar; viene de publicar la novela La hermana pequeña, la quinta dentro de las series del inspector Philip Marlowe. En esos días, Chandler escribe:
"Si llegara a escribir lo que se conoce como novela propiamente dicha, podría resultar un éxito o no, pero no lograría éxito fundándose en nada de lo que hubiera escrito anteriormente. Pero este dilema ha existido siempre. La parte inteligente del público de un escritor desea un cambio de paso, desea que se aborden nuevos temas y nuevos lugares; pero buena parte del público que compra un libro desea la misma clase de mercadería corriente que ha adquirido hasta entonces. Hace un largo tiempo que pienso que, en las novelas propiamente dichas, el público es atraído cada vez más hacia el tema, la idea, la línea de pensamiento, la posición sociológica o política, y cada vez menos a la calidad de lo que se escribe como tal. Por ejemplo, si se fuera a considerar 1984 de Orwell simplemente como una obra de ficción, no se la podría clasificar muy alto. No tiene magia alguna, las escenas están sólo discretamente manejadas, los personajes tienen muy poca personalidad; en resumen, no está mejor escrita, artísticamente hablando, que una buena y sólida novela de detectives inglesa. Pero el contenido político es una vez más algo aparte, y allí donde escribe como crítico y como intérprete de ideas, más que de seres humanos y de emociones, Orwell resulta maravilloso".