No Ficción

¿De dónde salió Kid A?

Por Marvin Lin

Coedición de Walden Editora con Dobra Robota Editora de la serie 33 1/3, originalmente publicada en UK, Radiohead Kid A se interna en ese disco del que Thom Yorke dijo: «No había chance de que Kid A sonara como OK Computer. Estaba harto de la melodía. Solo quería ritmo». Van algunos extractos.

Por Marvin Lin.

 

 

A pesar de que Radiohead insistiera con la idea de que Kid A era más como su versión de Remain in Light (Talking Heads) que su versión de Metal Machine Music (esa exhibición de ruido que dura sesenta y cuatro minutos en la que Lou Reed toca acoples de guitarra a distintas velocidades), no todos le creyeron. Nick Hornby, escribiendo para The New Yorker, argumentó que Kid A era «una prueba mórbida de que ese tipo de autocomplacencia da como resultado una extraña forma de anonimato y no algo distintivo y original», y que «hay muy poco en Kid A que sea mínimamente memorable». Inside Connection, una revista importante dado que circulaba por todas las cadenas de tiendas de los Estados Unidos, dijo extrañar «la inspirada banda de rock alternativo que solía ser» y habló de confusión «por el casi inerte homenaje a la abstracciónartística». Resonance se mostró incluso más insolente al decir que Kid A «podría haber sido [un disco] increíble si la banda se hubiera tomado el trabajo de escribir canciones de verdad». Las críticas se volvieron más personales en su propio terruño. NME dijo: «Con la idea de anular la desenfrenada atmósfera de significancia que cubría cada uno de sus movimientos y declaraciones, [Radiohead] terminó desacreditando la esencia misma de su arte» y mostró que tenía «miedo de comprometerse emocionalmente». Mojo admitió: «Kid A es intrigante, excéntrico, con un potencial evidente, pero si tenemos en cuenta los estándares de Radiohead, no puede sino decepcionar» (una reseña anterior en Mojo había dicho que el disco era «simplemente horrible»). Select se preguntó: «¿Qué quieren que les den por sonar como Aphex Twin sonaba allá por 1993? ¿Una medalla?». Sin embargo, Melody Maker fue la que llevó la crítica a niveles amarillistas: «[Kid A] es el sonido de Thom metiendo con fuerza su cabeza en su propio culo, oyendo el tronar de sus vientos intestinales y decidiendo compartir eso con el mundo».

 

Hacia fines del 2000, la aclamación de la crítica fue casi unánime. El disco apareció en incontables listas de fin de año, incluyendo las compiladas por Rolling Stone, The Times (Reino Unido), Q Magazine, Village Voice, CMJ, Magnet, NME, Uncut y The Wire. Llegó al puesto número dos de Spin, TIME, Amazon, USA Today, Rolling Stone (Alemania), Los Angeles Times y Dotmusic, y al número uno en Pitchfork, Addicted to Noise, Eye Weekly y Lost at Sea. Y si bien los medios no funcionan como entidades monolíticas, dice mucho que Kid A estuviera también en las listas de sus mayores detractores: número tres en Mojo, número seis en Select y número cinco incluso en Melody Maker, que había tildado el disco de «hinchado, ostentoso, autocomplaciente como un niño alardeando frente a su madre de que puede chuparse su propia pija; basura vieja y quejosa».

 

Kid A, en particular, fue lanzado justo en el momento en que se llevaba a cabo un cambio dramático en la forma en la cual experimentábamos la música, cuando comenzaba a elaborarse una clara distinción entre nuestras concepciones populares de música en formato «físico» y música en formato «digital». Si bien iTunes Store de Apple fue revelado al público unos tres meses después de Kid A, fue Napster, el famoso software de intercambio de archivos peer-to-peer, el que delineó de manera más controversial los desafíos que planteaba la música en formato digital. Para los fanáticos, Napster era un sueño hecho realidad, un mundo digital en el cual prácticamente toda la música que desearan estaba a unos pocos clics de distancia. Para la industria, en cambio, Napster era una amenaza inminente a su modelo de enormes ganancias. Resulta que competir con lo gratuito es muy difícil. Sin embargo, a pesar de que Metallica y Dr. Dre rápidamente iniciaron acciones legales contra Napster, Radiohead no dudó en abrazar la nueva tecnología. En el verano del 2000, la banda había comenzado una pequeña gira por el Mediterráneo con el objetivo de presentar material nuevo que luego formaría parte de Kid A. De un día para otro, literalmente, la grabación ilegal de los shows fue copiada y compartida online. «Tocamos en Barcelona y al día siguiente el show completo estaba en Napster», dijo Colin en el programa de noticias Newsnight de la BBC. «Tres semanas después tocamos en Israel y el público sabía las letras de todas las canciones nuevas y fue increíble». El ritmo generado por la nueva tecnología debe haber interesado también a los managers de la banda y a su sello discográfico, dado que aprovecharon las posibilidades promocionales que ofrecía internet desarrollando software especialmente dirigido a la rabiosa comunidad online de fans.

 

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