Tres poemas de Jorge Teillier
fuente: Memoria Chilena
Miércoles 27 de marzo de 2024
Tomados de Cuando todos se vayan, antología que recorre los trece libros publicados por el escritor chileno (Ediciones UV).
“La poesía / es un respirar en paz / para que los demás respiren”, escribió el poeta chileno Jorge Teillier, nacido en Lautaro en 1935 y fallecido en Viña del mar en 1996.
La editorial de la Universidad de Valparaíso editó una notable antología realizada por Cristián Warnken y Ernesto Pfeiffer que propone un recorrido por sus trece poemarios publicados, con bellísima edición ilustrada por Germán Arestizábal, que recibimos en la librería.
De ella tomamos los tres poemas que siguen:
Estas palabras
Estas palabras quieren ser
un puñado de cerezas,
un susurro -¿para quién?-
entre una y otra oscuridad.
Sí, un puñado de cerezas,
un susurro -¿para quién?-
entre una y otra oscuridad.
Daría todo el oro del mundo
Daría todo el oro del mundo
por sentir de nuevo en mi camisa
las frías monedas de la lluvia.
Por oír rodar el aro de alambre
en que un niño descalzo
lleva el sol a un puente.
Por ver aparecer
caballos y cometas
en los sitios vacíos de mi juventud.
Por oler otra vez
los buenos hijos de la harina
que oculta bajo su delantal la mesa.
Para gustar
la leche del alba
que va llenando los pozos olvidados.
Daría no sé cuánto
por descansar en la tierra
con las frías monedas de plata de la lluvia
cerrándome los ojos.
Para hablar con los muertos
Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tan fácilmente
como sus manos
reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
después que se han ido los invitados.
Palabras que la noche acoja
como a los fuegos fatuos los pantanos.
Para hablar con los muertos
hay que saber esperar:
ellos son miedosos
como los primeros pasos de un niño.
Pero si tenemos paciencia un día nos responderán
con una hoja de álamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de súbito reanimada en la chimenea,
con un regreso oscuro de pájaros
frente a la mirada de una muchacha
que aguarda inmóvil en el umbral.