Tres poemas de Ezra Pound
Miércoles 07 de febrero de 2024
"La literatura es una noticia que permanece noticia", creía Ezra Pound, poeta, músico y ensayista nacido en en 1885 en Hailey, Idaho (Estados Unidos), representante clave de la llamada Generación perdida. Aquí, versos tomados de la Antología de la poesía norte-americana (Siglo XXI) compilada y traducida por José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal.
"La literatura es una noticia que permanece noticia", creía Ezra Pound, poeta, músico y ensayista nacido en en 1885 en Hailey, Idaho (Estados Unidos), representante clave de la llamada Generación perdida.
Con doce años ingresó a la escuela militar, donde estudió griego y latín; después, a la Universidad de Pennsylvania, donde se graduó en lenguas románicas. Se trasladó a Londres en 1908, para trabajar como corresponsal, y de allí viajó a Italia, donde moriría, en Venecia, en 1972.
El periodista César Cervera anota su ferviente devoción por el régimen fascista de Benito Mussolini: "Pound puso su desbordante talento en manos de los instrumentos propagandísticos de «El Duce» durante la guerra. Terminado el conflicto, EE.UU le juzgó por traición, y solo por la intermediación de diferentes figuras del mundo de la cultura, entre ellos Hemingway, consiguió evitar la pena de muerte al declararse demente".
Tomados de la Antología de la poesía norte-americana publicada por Siglo XXI -compilada y traducida por José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal-, aquí tres los poemas del autor de los Cantos.
Causa
Yo junto estas palabras para cuatro personas,
algunos más pueden oírlas,
oh mundo, lo siento por ti,
tú no conoces a estas cuatro personas.
Sabiduría antigua, algo cósmica
So-Shu soñó
y habiendo soñado que era un pájaro, una abeja y una mariposa,
quedó incierto de por qué debía tratar de sentirse otra cosa,
de ahí su contento.
La buhardilla
Vamos, compadezcamos a los que están mejor que nosotros,
vamos, amigo recordemos,
que los ricos tienen camareros y no amigos
y nosotros tenemos amigos y no camareros.
Vamos, compadezcamos a los casados y a los no casados.
La aurora entra con pasitos menudos
como una dorada Pavlova,
y yo estoy junto a mi deseo.
Y la vida no tiene nada mejor
que esta hora de diáfana frescura,
la hora de despertarnos juntos.