Para leer una novela muy muy corta
james salter
Lunes 01 de febrero de 2016
A principios de año, con enorme entusiasmo y optimismo, presentamos un plan para leer una novela muy, muy larga. Pero tal vez, terminadas las vacaciones, con el regreso a la rutina, ya te diste cuenta de que este no va ser el año de Proust o Tolstoi. Si necesitás un plan B, va esta nota.
Por Andrés Hax.
A principios de año, con enorme entusiasmo y optimismo, presentamos un plan para leer una novela muy, muy larga. Nos referíamos a cualquiera de esos míticos textos pendientes que terminan siendo una deuda moral en la vida de un lector. Era un muy lindo plan, totalmente sincero y factible. Pero tal vez, terminadas las vacaciones, con el regreso a la rutina, ya se estén dando cuenta de que este no va ser el año de Proust o Tolstoi. Para los que necesitan un plan B, acá se lo brindamos: no es menos exigente ni una trampa ni un corte de camino. Como el anterior, es un programa para entregarse plenamente a la lectura. Pero lleva menos tiempo. O se puede realizar en breves momentos, pero de intensas sesiones de lectura.
El plan alternativo es dedicarnos a la lectura sistemática de nouvelles, esos textos misteriosos que son más largos que un cuento pero más cortos que una novela propiamente dicha. En castellano, a veces se usa el término novela corta, lo cual es una desgracia porque no se trata de eso. Usamos el adjetivo misterioso porque los libros de este género menor y exquisito son tomos delgados que se pueden leer de principio a fin sin levantarse, pero que, sin embargo, retumban en la memoria con el mismo peso de un libro mucho más largo.
En sus líricas memorias, Quemando los días, el gran James Salter habla de su obsesión por el género: «Estuve hechizado por libros que son breves pero en los que cada página es exaltada. El ruido y la furia o Mientras agonizo de Faulkner. Ese tipo de libros, como los de Flannery O’Connor, Marguerite Duras y Camus, siguen siendo mis favoritos. Es como la distancia media para un corredor. El ritmo es implacable y se tiene que sostener hasta el final. Hace tiempo, los finlandeses eran celebrados por correr estas distancias y la cualidad que se demandaba se llamaba sisu, una mezcla de coraje y aguante. Para mí, las novelas más cortas lo demuestran de la mejor manera.»
Salter mismo escribió una de las nouvelles magistrales del siglo XX: A Sport and a Pastime (Juego y distracción, 1967), un relato erótico que trata de un joven estadounidense de viaje en la Francia de la inmediata posguerra. Se sube a un magnífico auto y pasea por el país, junto a una mujer que conoció atendiendo en un restaurant de pueblo chico. Es un viaje de cama en cama. Como en El gran Gatsby, las andanzas del protagonista y su amante están contadas por un tercero, que está asombrado por la manera de vivir de su amigo, y que quisiera tener una existencia como la de aquel pero no puede. A la vez, sin embargo, se salva de la tragedia fundamental y de la oscura búsqueda romántica de su colega expatriado.
Como dice Salter, en este género cada página tiene tensión y una fuerte autoridad narrativa. Te agarran desde el comienzo con una apuesta alta que va subiendo párrafo tras párrafo.
En un ensayo en The New Yorker (Some Notes on the Novella, 2012) Ian McEwan escribe: «Creo que la nouvelle es la forma perfecta de la ficción en prosa. Es la bella hija de un gigante hablador, hinchado y mal afeitado (pero un gigante que en sus mejores días es un genio). Y esta hija es la manera por la que llegamos a conocer nuestros grandes escritores. Los lectores llegan a Thomas Mann a través de Muerte en Venecia, a Henry James por Otra vuelta de la tuerca, a Kafka por La metamorfosis, a Joseph Conrad por El corazón de las tinieblas, a Camus por El extranjero. Podría seguir: Voltaire, Tolstoi, Joyce, Solzhenitsyn. Y Orwell, Steinbeck, Pynchon. Y Melville, Lawrence, Munro. La tradición es larga y gloriosa. Podría subir la apuesta aun más: las demandas de la economía del género empujan a los escritores a pulir sus frases a un nivel de precisión y claridad, lograr sus efectos con una intensidad inusual, mantenerse enfocados en el punto de su creación y llevarlo para delante con una determinación funcional y concluirla con su unidad en mente. No deambulan, no predican, no tienen subtramas o cuentos que no llegan a ningún lugar.»
A los dos testimonios de maestros contemporáneos de la ficción, le agregaríamos dos detalles más prosaicos sobre el género, que contribuyen a su enorme encanto. A) Los libros entran en un bolsillo, aunque sea el bolsillo profundo y amplio de un sobretodo. (Este no es un dato menor: llevar un libro encima es un secreto mágico, como tener una tableta de cianuro escondido en el hueco de un diente). Y B) Su lectura, repetimos, puede transcurrir en un prolongado instante. (Tampoco es un dato menor. De hecho, pensamos que es la esencia de su magia.)
Por ejemplo, llegás a un hotel un poco tarde para almorzar pero demasiado temprano para salir a pasear por la ciudad. (Imaginémonos que es una ciudad donde se duerme una larga siesta). Entonces salís al balcón con El amante de Marguerite Duras, Billy Budd de Herman Melville, El viejo y el mar de Hemingway, Apuntes del subsuelo de Dostoievsky. Te ponés comodo y comenzás a leer, sin preocupaciones. Tal vez con un largo vaso de agua con hielo a tu alcance. Tu respiración se va sincopando con el ritmo de la prosa. Leer no es ningún esfuerzo. Estás, sin saberlo, hipnotizado. Y de golpe, en no más que un instante, estás en la última página, la última frase. Cerrás el libro. Levantás de vista. Es el último momento del crepúsculo. La noche refrescó el aire de la pequeña ciudad que aun no conocés. Las luces titilan y se escuchan los gritos alegres de jóvenes en moto. Te levantás y salís a la calle. Con un mundo en tu cabeza.
Tareas para el hogar
- Es lindo armar listas. Buscando por la web, especialmente con frases en inglés como best novellas podrán descubrir los mejores ejemplares del género en la literatura universal.
- Es importante no aceptar sin más que la nouvelle es, de hecho, un género. Cuestiónense por qué no es meramente una novela truncada o un cuento inflado.
- Insistimos en que el impacto (en la memoria del lector, en su imaginación) de una nouvelle es equivalente al de una novela muy, muy larga. ¿Cómo se explica esto?