Iosi Havilio: “Creo en el escritor como un médium”

Foto: Valeria Mussio
Lunes 23 de junio de 2025
El escritor visitó el Club Eterno para una entrevista en vivo alrededor de Misiones, su último libro.
Por Anne Sophie-Vignolles.
En el marco del ciclo De Cháchara 2025, la librería Eterna Cadencia recibió a Iosi Havilio para conversar sobre su nueva novela, Misiones, ilustrada por Javier Torres y publicada por Blatt & Ríos.
El escritor argentino también estudió filosofía, música y cine. Publicó las novelas Opendoor, Estocolmo, Paraísos, La Serenidad, Pequeña flor y Vuelta y vuelta, entre otras. Algunos de sus libros fueron traducidos al inglés, francés, italiano, hebreo, croata y turco.
¿Quién es Quispe, la protagonista de tu novela?
Quispe es un gran amor. Un primer gran amor de infancia, que muere a los 14. Y la adoro y la quiero envenenar. Después, hay otra Quispe más, que puedo ubicar con claridad, hace unos 15 años atrás, cuando visité el departamento de Arte Precolombino en la National Gallery en Londres. En una de esas salas, hay una pecera con un cadavercito muy chiquito, ovillado, como unos huesos con un pelambre enorme largo, feo, muy feo, y al mismo tiempo muy atractivo… Muy interesante.
¿Aparece en otros libros tuyos?
Sí, con otros nombres: Eloísa [Opendoor], esa chica desenfrenada y libre, que abre caminos, es una Quispe total. Hay un loco también en Estocolmo, que podría ser un Quispe. Se llamaba Boris, creo. Pone el deseo delante de todo, siempre. Hay varias Quispes en las que puedo pensar…
¿Cómo llegaste a contar esta historia?
Tiene muchísimos caminos esto. Arranca con Florian Paucke (1749-1767), un misionero holandés apasionado, gran dibujante, artista y escritor, que empieza contando que tiene el proyecto de ir a las misiones jesuíticas de Argentina. Hace un pedido (manda una carta) y espera la respuesta durante ocho años. Y cuando llega, no duda. Se embarca y permanece no sé cuántos años acá, escribiendo y dibujando unas aguafuertes increíbles, como lo son sus relatos, todos muy contemporáneos. Lo que hace, en realidad, es lo que hoy llamaríamos “un libro álbum”. Está en la vanguardia total de la edición: hay narración, historia, política, dibujo y fantasía. Retrata los hábitos, los cultivos, las fiestas, la orgía… Luego, está Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), el primer etnógrafo argentino. Otra historia increíble. Y finalmente, está la Argentina. Simplemente. Misiones es parte de una pasión por la Argentina. No tengo dudas.
En la portada del libro, podemos leer: “Una leyenda en nueve cuadros, tres intentos y una sátira”. Ahora con la obra terminada, ¿dirías que estos intentos fueron logros?
Habría que ver qué es un intento y qué es un logro, ¿no? No lo sé. Lo que sí sé es que a mí me excita la derrota. Me excita físicamente, sexualmente, intelectualmente... De hecho, la derrota de la Argentina me excita. La derrota en Opendoor, la derrota de las divisiones, del naturalismo, de la etnografía, etcétera. Esa derrota en el sentido de “navegaciones, recorridos”, es todo para mí.
La contratapa de Misiones (2025) dice que es el cierre de una trilogía que empezó con Opendoor (2006) y Paraísos (2012). ¿En qué dirías que el escritor del 2006, del 2012 y de hoy ha cambiado?
La locura siempre. La locura posible, la locura descontrolada, la locura controlada, los distintos colores de la locura. Y la locura adentro, la locura que me interpela, la que no quiero, de la que huyo, la que abrazo, la que alimento. Bueno, en realidad, habrá que definir un poco qué es “la locura”.
En una entrevista dijiste: “Uno escribe para escucharse y liberar”. ¿Seguís pensándolo?
Yo creo en el escritor como un médium y la búsqueda última de ese escritor como médium es la disolución. Disolverse. Ciao, despedirse, del estilo y del libro, de la escritura y de la literatura, de la carrera y de todo en el medio. Creo que hay “algo” que viene desde adentro, más allá de mí y tiene que ver con esto que serían las voces (las voces de los que están en la obra, la voz de esta chica, la voz de este etnógrafo falso). Hay que disponerse a escuchar estas voces que vienen sonando. Por supuesto que el plan está, pero casi que es “divino”. Uno arranca en el útero. Empezás a escuchar voces y después escuchás las propias, y esto a mí me fascina. Me encanta jugar con todo esto.

PING PONG DE PREGUNTAS
¿Cuál es el olor y el sabor de Buenos Aires y de la Isla?
De Buenos Aires: dulce mierda. De la Isla: chocolate 120%.
¿Cuál es el olor y el sabor de tu infancia?
Los higos o, para ser más preciso, la leche de las brevas.
¿Qué tal te llevas contigo mismo a la hora de escribir?
Muchas veces es una fiesta. A veces, una sala de espera, una ducha fría. Y a veces… una fiesta.
Si tuvieras que recomendar dos novelas y/o escritores que estuvieron muy presentes en este proyecto, ¿cuáles serían?
El árbol de Saussure de Héctor Libertella. La gaviota de Antón Chéjov.
Si tuvieras que dar un truco o consejo de escritor, ¿cuál sería?
El llanto, siempre, y si no aparece, se provoca. Y si no se ve, y si no aparece cuando se provoca, se vuelve a provocar.