Laura Wittner: “Escribir es lo que me mantiene centrada”
Lunes 10 de noviembre de 2025
La poeta y traductora visitó la librería para participar del ciclo “De cháchara” con Anne-Sophie Vignolles.
Por Anne-Sophie Vignolles.
El ciclo De Cháchara, que organizamos desde el Club Eterno en la librería Eterna Cadencia, la poeta y traductora Laura Wittner acaba de publicar Diario de menopausia (Bosque Energético), un libro donde el humor, la observación y la conciencia del cuerpo se entrelazan con la escritura. En esta conversación, habla de su relación con el lenguaje, sus talleres, la música que la acompaña y la inesperada dimensión política que cobró su diario.
Laura Wittner nació en Buenos Aires en 1967. Es poeta, traductora y autora de más de una decena de libros, entre ellos La tomadora de café, Lluvia y Se vive y se traduce. Da talleres de poesía desde hace más de quince años y ha traducido a autores como Sylvia Plath, Margaret Atwood y Anne Carson. Su último libro, Diario de menopausia, forma parte de la colección de “diarios temáticos” de la editorial Bosque Energético, dirigida por Eugenia Pérez Thomas y Andrés Gallina.
¿Recordás el momento en que supiste que ibas a escribir?
No sabría decirlo. Fue algo espontáneo. Desde muy chica me interesó el lenguaje: hablaba sin parar, según mi madre, y me fascinaba cómo las palabras podían hacer música. Desde muy chica, leí poemas y enseguida sentí que eso era diferente. Enseguida me pregunté “y cómo se hace?”. Recuerdo que en la escuela, en segunda grado, supongo, leíamos poemas como los de Conrado Nalé Roxlo. Recuerdo esa curiosidad rítmica: esto que me importa, además suena.
El diario tiene epígrafes musicales y una playlist. ¿Cómo se vinculan para vos música y escritura?
En mi casa siempre se escuchaba mucha música, no como fondo sino como acto. Ahora también: mi hijo escucha todo el tiempo y mi hija hace música. Así que la música está muy presente. En el diario, cada capítulo empieza con versos de una canción que escuchaba en ese momento. Y armé una playlist como para acompañar el tono del libro.
¿Cómo surgió Diario de menopausia?
La propuesta vino de Eugenia Pérez Thomas, que me conoce desde hace muchos años. Me preguntó si quería publicar fragmentos de mis diarios, pero le dije que no: esos cuadernos son míos. Entonces me propusieron escribir uno nuevo, con un tema. No se me ocurría ninguno, hasta que un día me di cuenta de que lo que atravesaba mi vida era eso: la menopausia. Se lo conté a Santiago Loza —que había publicado Diario del inconsciente— y me dijo: “Escribilo, no te va a salir como una nota de revista”. Tenía razón.
¿Te resultó muy distinto escribir un texto “por encargo”?
Sí, nunca había prometido un libro antes de tenerlo. Me impuse escribir entre mayo y mayo. Tenía un documento abierto todos los días y anotaba cuando me venía algo. Después me reunía con Eugenia, que me escuchaba y me decía: “Tirá un poco más de ese hilito”. Fue un trabajo compartido, y hermoso.
El libro combina humor, cuerpo y reflexión. ¿Fue algo buscado?
No del todo. No me sale escribir en el drama. Si estoy muy mal, no escribo. La escritura nunca fue un desahogo para mí. Lo que me mueve es la curiosidad, el pequeño bienestar. Por eso el libro tiene humor, incluso cuando el tema es difícil. Es mi manera de mirar: hay una especie de detector de alegrías chicas.
Contás que te invitaron al Congreso a leer fragmentos del diario.
Sí, fue en una mesa sobre un proyecto de ley para incorporar la menopausia a la salud pública y a la educación. Me conmovió porque nunca pensé que un libro mío pudiera tener un efecto así. Yo no lo escribí desde un lugar militante, pero si a alguien le sirve, si acompaña a una mujer en ese momento, ya está.
Muchos autores, de los cuales unos cuantos pasaron por De cháchara, mencionan tus talleres. Contanos un poco sobre tu experiencia de tallerista…
El taller es un lugar de amistad y de escucha. Podemos pasar cuarenta minutos con un poema de quince líneas, palabra por palabra. Lo que más me interesa es el sonido: las repeticiones, la música de las frases. No intento que los textos se parezcan a los míos, sino que cada uno encuentre su propio ritmo.
¿Y vos? ¿Tenés rituales o métodos para escribir?
Ninguno. Escribo cuando aparece la necesidad. Trabajo en muchas cosas distintas, no tengo horarios. Pero cuando logro concentrarme, ese momento me da placer. Es el instante en que todo se aquieta. Desde chica, escribir es lo que me mantiene centrada, mi manera de estar viva.