Tres poemas de Hilda Doolitle
Con traducción de Tom Maver
Martes 12 de marzo de 2019
Poeta, escritora y cronista, H.D. era hija de un profesor de astronomía, amiga de Ezra Pound y compartió estudios con Marianne Moore y William Carlos Williams. Llantén acaba de publicar la antología de la que tomamos los tres poemas que siguen, Qué son las islas, con notas de Javier Galarza.
Más conocida por sus iniciales, H.D., Hilda Doolittle nació en Estados Unidos en 1886 y falleció en Suiza en 1961. Poeta, escritora y cronista, era hija de un profesor de astronomía, amiga de Ezra Pound y compartió estudios con Marianne Moore y William Carlos Williams.
"Cada poema suyo pone en juego la dinámica misteriosa de la seducción, donde no se sabe quién habla, a quién están dirigidos los parlamentos. Como si las voces pudieran intercambiarse, superponerse", escribe Tom Maver, el traductor a cargo de la edición de Llantén de la antología de poemas de la que tomamos los tres que siguen, Qué son las islas.
Pigmalión
I
¿Debo dejarme capturar
por mi propia luz?
¿debo dejarme romper
por mi propio calor?
¿o debo partir la roca como antiguamente
lo hice y romper mi propio fuego
con su superficie?
¿acaso este fuego me frustra a mí
y a mi arte
o mi trabajo nubla su luz?
¿cuál es el dios,
cuál es la piedra
que el dios toma para su uso?
II
¿Qué soy yo,
la piedra o el poder
que levanta la roca de la tierra?
¿soy el amo de este fuego,
es este fuego mi propia fuerza?
¿soy el amo de estos
remolinos de luz encimados?
¿los creé como en tiempos antiguos
creé a los dioses a partir de las piedras?
¿hice este fuego para mí mismo?
¿o es esto arrogancia?
¿es este fuego un dios
que me busca en la oscuridad?
III
Hice una imagen sobre otra para mi propio uso,
hice una imagen sobre otra porque la gracia
de Palas era mi pedernal
y Hefesto me ayudaba.
Hice que un dios después de otro
saliera de la piedra fría,
hice a los dioses inferiores que los hombres
porque yo era un hombre y ellos mi trabajo;
y ahora ¿qué es eso que ha terminado?
el fuego ha sacudido mi mano,
mis esfuerzos son polvo.
IV
¿Ahora qué es lo que ha terminado?
sobre mi cabeza se posa el
V
Se fundieron con la luz
y estoy desolado;
se derritieron;
cada uno de su pedestal,
cada uno se va;
se fueron;
¿qué agonía puede expresar mi pena?
de su base de mármol cada uno
dio un paso y entró en la luz
y mi trabajo es en vano.
VI
Ahora, ¿soy yo el poder
que hizo este fuego
como antiguamente hice que los dioses
salieran de las piedras?
¿soy yo el dios?
¿o acaso este fuego me esculpe
para su uso?
Fragmento 36
No sé qué hacer:
mi mente está dividida
Safo
No sé qué hacer,
han robado mi mente:
¿el regalo de la canción es el mejor?
¿el regalo del amor es el más amoroso?
No sé qué hacer
ahora que el sueño ha puesto
peso sobre mis párpados.
¿Debería interrumpir tu descanso,
devorarte, ansiosa?
¿el regalo del amor es el mejor?
no, el de la canción es más amoroso:
pero si estuvieras perdida,
¿qué arrebato
obtendría de la canción?
¿qué canción quedaría?
No sé qué hacer:
¿volver y saciar
la furia que quema,
quemar con mi aliento
tu aliento fresco, alterarlo?
¿debo volver y tomar
la nieve en mis brazos?
(¿es mejor el regalo del amor?)
pero copo sobre copo
de nieve sería incómodo,
estarías acostada haciéndote preguntas,
despierta y sin embargo dormida.
¿Debo volver y tomar
la nieve incómoda en mis brazos?,
¿apretar labios con labios
que no contestan,
apretar los labios a la carne
que se estremece y no se quiebra?
¿Es mejor el regalo del amor?
¿Debo volver y moderar
todo el salvaje deseo?
¡Oh, te deseo!,
como las Pléyades agitan
la luz blanca en la blanca agua
¿así debo tomarte?
Mi mente está bastante dividida,
mis mentes vacilan,
perfectamente combinadas,
no sé qué hacer:
cada una lucha con la otra
como dos blancos luchadores
en una competencia
listos para girar y agarrarse
sin nunca mover ni músculo ni nervio ni tendón;
así mi mente espera
forcejear con mi mente,
sin embargo estoy quieta en la cama,
parecería que descanso.
No sé qué hacer:
tensión sobre tensión,
un sonido después de otro
hacen que mi cerebro se nuble;
como una ola puede esperar a caer
y entonces (esperando a que caiga)
el viento puede tomar
de su cresta
blancos fragmentos de espuma
que se eleven
y parezcan correr y palpitar
y rasgar la luz,
así vacila mi mente
encima de la pasión
temblando por quebrarse,
así vacila mi mente
encima de mi mente
oyendo los deleites de la canción.
No sé qué hacer:
¿va a quebrarse el sonido,
rasgando la noche
grieta tras grieta de la luz
rosa y dispersa?
¿va a quebrarse al final el sonido
como la ola vacilante
o va a pasar toda la noche
y yo escuchando, despierta?
Azar
El azar dice:
ven aquí,
el azar dice:
¿resistirías
partir?
el azar dice:
amor,
no hemos amado
por casi un año,
¿resistirías
esta soledad?
yo no;
además de ti,
le temo
al viento,
al pájaro,
al mar,
a la ola,
a los lugares bajos
y al aire alto;
oigo
funestas amenazas
por todas partes;
me asusto
con el viento
en el sicomoro,
no puedo soportar
nada
más;
el azar dice:
querida,
estoy aquí,
¿no me quieres
más?