Tres poemas de Edith Södergran
Viernes 22 de junio de 2018
Pionera de la poesía en sueco en Finlandia, la autora nacida en San Petersburgo en 1892 comenzó a escribir a los 14 y murió a los 31 años, dejando una vigorosa obra iluminada que acaba de reunir Nórdica en un solo tomo. "Sus poemas los guía una voz femenina que no oculta su género".
Poemas de Edith Södergran. Traducción de Neila García.
"Que mis poemas son poesía nadie lo puede negar, que están en verso no quiero yo afirmarlo. He intentado dotar de ritmo a algunos poemas obstinados y he observado así que sólo desde la libertad absoluta poseo el poder de la palabra y de la imagen, es decir, a expensas del ritmo. Mis poemas deben tomarse como descuidados bocetos a mano. En lo que respecta al contenido, dejo que mi instinto construya a partir de lo que mi intelecto presencia en actitud expectante. La seguridad que tengo en mí misma se debe a que he descubierto mis dimensiones. No me conviene hacerme menos de lo que soy", escribiía la poeta Edith Södergran (San Petesburgo, 1892 -Raivola, 1923) para presentar su segundo libro, La lira de septiembre, de 1918.
"Pese a la agudeza de Edith Södergran en la reivindicación de lo pequeño (...) la capacidad para el análisis y la voluntad de reflexión terminan orillando el factor confesionalm y presentan el decir de la experiencia como herramienta, y no como objetivo", escribe Elena Medel en el prólogo."Sus poemas los guía una voz femenina que no oculta su género", agrega, y señala que entre los temas de los que se encarga está la sororidad, el lugar de la mujer, del deseo y la libertad.
Vi un árbol
Vi un árbol más grande que todos los demás
y repleto de piñas inalcanzables;
vi una iglesia grande y con las puertas abiertas
de la que todos salían fuertes y pálidos
y listos para morir;
vi a una mujer que sonriente y maquillada
jugaba su suerte a los dados
y vi que perdía.
En torno a aquello se dibujaba un círculo
que nadie traspasa.
Atardeceres violeta
Llevo en mí atardeceres violeta desde mis orígenes,
doncellas desnudas jugando con centauros galopantes...
Días de sol amarillos de finas miradas,
sólo los rayos del sol concecoran dignamente el dulce cuerpo de una mujer...
El hombre no ha venido, jamás ha sido, jamás será...
El hombre es un espejo embustero que la hija del sol lanza iracunda contra el barranco.
el hombre es una mentura que los blancos niños no entienden,
el hombre es una fruta podrida que los labios orgullosos repudian.
Bellas hermanas, venid hasta las rocas más abruptas,
somos todas guerreras, heroínas, amazonas,
ojos inocentes, frentes celestiales, larvas de rosas,
fuertes marejadas y pájaros revoloteantes,
somos el rojo más inesperado y más profundo,
rayas de tigre, tensas sogas, estrellas sin vértigo.
Mis flores artificiales
Mis flores artificiales
enviaré a tu casa.
Mis pequeños leones de bronce
colocaré a tu puerta.
Yo me sentaré abajo en la escalera --
una perla oriental extraviada
en el rugiente mar de la gran ciudad.