Proverbios del infierno
Por William Blake
Jueves 01 de junio de 2017
"Ningún pájaro se eleva demasiado alto, si vuela con sus propias alas": las líneas indelebles del poeta, pintor y grabador inglés que cruzarían el tiempo desde fines del siglo XVIII hasta nuestros días. Y más también.
Estos Proverbios del infierno están tomados de El matrimonio del cielo y el infierno, escrito entre 1790 y 1793 y publicado con láminas con aguafuertes de la propia cosecha de William Blake, catalogado habitualmente como prerromántico. Nacido en Londres, vivió entre 1757 y 1827 y fue un visionario y un místico. "Existen varias versiones sobre el comienzo de sus repetidas y habituales visiones, encontrándose en algunos casos una gran disparidad de relatos respecto a estas experiencias paranormales. Una de sus primeras visiones se produce a la edad de 4 años, cuando Dios se le aparece a su ventana, observando el entierro de un hada cuyo cuerpo se asentaba en el pétalo de una rosa", escribe Iñigo Sarriugarte.
De aquellas alucinaciones, quizás vengan estos versos.
Proverbios del infierno
William Blake
En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza.
Guía tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso lleva al palacio de la saber.
La Prudencia es una vieja solterona, rica y fea, que la Incapacidad corteja.
Quien desea pero no obra, engendra peste.
El gusano perdona al arado que lo corta.
Sumerge en el río a aquel que ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Aquél cuyo rostro no irradie luz, jamás será una estrella.
La Eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.
La abeja laboriosa no tiene tiempo para el pesar.
Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.
Todo alimento sano se logra sin red ni cepo.
Usa número, pesa y medida en un año de escasez.
Ningún pájaro se eleva demasiado alto, si vuela con sus propias alas.
Un cuerpo muerto no venga injurias.
Tu acto más sublime es poner al otro delante de ti.
Si el necio persistiera en su necedad se volvería sabio.
Locura, capa de la villanía.
Vergüenza, capa del orgullo.
Las prisiones están construidas con piedras de la Ley, los burdeles con ladrillos de la Religión.
El orgullo del pavo real es la gloria de Dios.
Lujuria del chivo, generosidad de Dios.
La ira del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es la obra de Dios.
El exceso de pena ríe. El exceso de gozo llora.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la ira del mar tempestuoso y la espada destructiva son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo humano.
El zorro condena la trampa, pero no a sí mismo.
El gozo fecunda. El dolor egendra.
Dejad que el hombre vista la piel del león y la mujer el vellón de la oveja.
El pájaro, un nido; la araña, una tela; el hombre, la amistad.
El egoísta necio que sonríe y el necio sombrío y ceñudo serán tenidos por sabios y se tomarán por norma.
Lo que hoy es evidente, una vez fue imaginario.
La rata, el ratón, el zorro, el conejo, cuidan de las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, de los frutos.
La cisterna contiene, la fuente rebosa.
Un pensamiento llena la inmensidad.
Está siempre pronto a expresar tu opinión y el vil te evitará.
Todo lo creíble es imagen de la verdad.
Nunca perdió más tiempo el águila que cuando escuchó las lecciones del cuervo.
El zorro se provee a sí mismo, pero Dios provee al león.
Medita en la mañana. Obra al mediodía. Come al atardecer. Duerme por la noche.
Quien ha soportado que abuses de él, te conoce.
Como el arado obedece las palabras, Dios recompensa las plegarias.
Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.
Espera veneno del agua estancada.
Nunca sabrás lo que es suficiente a condición de que sepas lo que es más que suficiente.
¡Escucha el reproche de los necios! ¡Es un título real!
Los ojos de fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.
El débil en valor es fuerte en astucia.
Nunca pregunta el manzano al haya cómo crecer, ni el león al caballo cómo lograr su presa.
El que agradece lo que recibe, da a luz una abundante cosecha.
Si otros no hubiesen sido necios, nosotros lo seríamos.
El alma llena de dulce placer no puede ser profanada.
En un águila ves una porción de genio. ¡Alza la cabeza!
Así como la oruga elige las hojas más hermosas para poner sus huevos, el sacerdote deposita su maldición sobre los mejores goces.
Crear una sola flor es trabajo de siglos.
La maldición vigoriza; la bendición relaja.
El mejor vino es el más viejo, la mejor agua es la más nueva.
Las plegarias no aran; las alabanzas no cosechan.
Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran.
La cabeza, lo Sublime; el corazón, el Pathos; los órganos genitales, la Belleza; los pies y manos, la Proporción.
Como el aire al pájaro o el agua al pez, así el desprecio es al despreciable.
La corneja quisiera que todo fuese negro, y el búho que todo fuese blanco.
Exuberancia es Belleza.
El león sería astuto si tomara consejo del zorro.
El progreso traza los caminos derechos; pero los caminos tortuosos, sin progreso, son los caminos del genio.
Antes asesina a un niño en su cuna que nutras deseos que no ejecutes.
Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril.
Nunca puede ser dicha la verdad de manera que pueda ser comprendida sin ser creída.
¡Suficiente! o Demasiado.