Música previa
Miércoles 20 de enero de 2016
En la segunda entrega de la serie "Pena y belleza", Juan Laxagueborde propone dos poemas de Captcha, de Noe Vera, “un libro triste, extraño y extraordinario sobre lo ordinario”.
Selección y notas: Juan Laxagueborde.
Con la intención de preguntarse por los afectos de primer orden, Noe Vera logra en Captcha (Vox, 2015) un cometido superior, un libro triste, extraño y extraordinario sobre lo ordinario. Que es un Libro y no poemas agrupados porque se vuelve forma, una especie de meteorología del hogar. Aunque no instrucciones ni protocolos para redimir angustias, lo suyo no es la pedagogía. Parecen imágenes sencillas de la vida diaria, pero si se las mira bien son texturas de todo lo rebuscado que significa amar sin más. Es todo demasiado normal, satinado con una bruma despareja de oscuridad y patetismo. Como si fuera una película de terror para adolescentes: tensión y enternecimiento a la vez.
Música previa
Iba a subir el volumen
pero un tema acaba de decirme: eso no te ayuda
tu casa es una caja con forma de moretón
tu cuerpo es un depósito de metonimias.
Me demoro leyendo mientras espero
se haga la hora indicada, el tiempo nunca
está a mi favor ni afuera lo que busco
ni en qué me convertí, cuando estoy sola
entro en un ritmo acelerado
desarrollo vicios inofensivos, destapo un suavizante,
aspiro diez segundos. Pongo agua para gelatina
leo instrucciones para mousse de lima,
me atoro en mi propia velocidad
debe ser el silencio de los que me faltan
sobrecarga el orden, incomoda
presa de lo antinatural no sé por dónde empezar
le doy la espalda al reloj, a la hoguera
de las discusiones que avivamos ayer,
abro un cuaderno y una mano escribió *hace gris*
el tiempo tiñe y afuera, insoportable
suena una alarma en función repeat.
Día %
amo a todos hoy, el olor a tuco
que sale de una ventana, no puedo evitarlo,
me hincha de plenitud, vahos de hogar ajeno
traqueteamos, mis sandalias y las ruedas plásticas
del changuito que empujo sobre veredas discontinuadas.
La puerta de la mercería dice que hoy no abre
y abajo, sigue el colchón tendido
con un hombre arriba, tapado de pelo a pies
el sol pega bastante pero amable
miro arriba y un rayo
se enamora de mis lentes, estoy fresca
como lechuga a la que su amo gotea cada tanto
con un rociador, no estoy mirando los brazos
de los demás para compararme, dejé la música en casa
disfruto de cómo suena la vida real, me lo propuse
la canción grave de los autos sobre la avenida
me habla de cosas que espero y el celular no para
de taladrarme con mensajes agraviantes
de alguien con quien solo tengo
lazos por fuerza mayor.
Hoy parezco empecinada en ver a todos
estos grupos que me pasan por delante como otra mentira
la verdadera mentira es que me separo
me aíslo en una torre que se desvanece.
Deber ser el domingo, con su mansedumbre
complejiza y es tirano, aleja a las personas
por otro lado escucho pájaros
aterrizando sobre los árboles, volviendo al nido
y el portazo que una madre le da a su Renault,
se baja en el mismo súper que yo, deja al marido
y a los chicos atados en el asiento, familia es una inocencia
tarde o temprano interrumpida. Anoche perdí también
mis anteojos en el baño, el único rincón iluminado
donde para descansar me acuclillé y hablé con el espejo.
De lejos me daba placer verte
cuidándome con la mirada
o con los textos que viajaban de una
pista a otra, ahora estás en una foto
abrazado a una amiga y a otros más
veo que entrenás, desarrollo la fantasía
de que te gusto porque te respondo,
a mí también me cuesta sobrellevar la falta
y desearía que te comportes como mi sistema
de seguridad, no te conozco pero soy tu fan.
Hoy no salgo más que por las compras
elijo en la góndola lo que sé que te gusta
dentro de lo poco que pudimos hablar, me aprovisiono
de lo mínimo, etiquetas dicen
express, leudado rápido, prometen
corto pero quiero
esperarte en condiciones, cambié las sábanas
acomodé el ambiente, siento que te debo
porque la vez que estuvimos
me re dormía y vos pasado, rebosante
de lo que teníamos, arena escurriéndose entre manos,
de lo que nunca iba a venir me acariciabas
los rincones que más odio con pupilas dilatadas
después nos levantamos y me puse mi vestido
de entre-casa: ¡perdón!
***