Entrevistas

Marcela Fuentealba: "Los libros muestran lo no evidente, y siempre hacen falta"

Editora en Saposcat

"Pensamos el libro como objeto de uso, no de contemplación", explica la editora del sello chileno que aterriza en Argentina de la mano de Big Sur. Después de Hueders, fundó esta editorial de enorme belleza visual, imponente en sus textos, a la caza de lectores libres de prejuicios estéticos.

Por Valeria Tentoni. Foto de Claudia Donoso.

 

"No es trabajo para desanimados, ni tampoco para nadie que quiera hacerse rico", sabe la chilena Marcela Fuentealba sobre el oficio que la ocupa. Después de Hueders, decidió crear el sello Saposcat: allí publican obras de Robert Graves, Natalia Babarovic, Eduardo Halfon, Ivanna Donoso, María Pía Escobar, entre otras y otros, en un catálogo que en 2016 se inició con destacados libros ilustrados. En marzo, por ejemplo, el músico, diseñador e ilustrador Tomás Olivos será el único chileno seleccionado para la exhibición de ilustradores de la feria de Bolonia, con su trabajo para El Gran Espíritu, libro que Saposcat editó el invierno pasado.

El extraño nombre de la editora proviene de Malone muere, libro de 1951 escrito por Samuel Beckett, y el logotipo por su parte es la mitad de un ideograma de Henri Michaux.

Le enviamos algunas preguntas por correo electrónico para conocer más sobre su trabajo, mientras los libros se desparraman de este lado de la cordillera, luego de la experiencia que habían tenido en la Feria de Editores.

 

 

¿Cómo decidiste fundar Saposcat y de dónde venías, cuál había sido tu experiencia hasta entonces con los libros? 
 
Formé Saposcat como proyecto independiente después de crear Hueders y trabajar ahí durante siete años, además de haber colaborado con otras editoriales en Chile. La idea de Saposcat fue hacer libros un poco más experimentales, siempre con un componente ilustrado, desde libros para niños hasta monografías de artistas o ensayos fotográfico.
 
¿Por qué, desde el nombre del sello hasta el logo, recurriste a autores como Beckett y Michaux? ¿Qué de cada uno de ellos querías que te acompañe?
 
Quería un nombre un poco sin significado (como Hueders, un invento de una amiga para decir cualquier cosa en alemán), y yo soy muy devota de Beckett, entonces me gustó el sonido de ese nombre que es un poco ridículo (en la novela, es el personaje que intenta crear el personaje y no le resulta). Y de Michaux siempre me han fascinado sus dibujos, entonces teníamos a mano un librito con sus inventos de ideogramas chinos, y de ahí sacamos a esta especie de perro que en realidad es vertical y es la parte de una suerte de flor. Este año tendremos la enorme felicidad de publicar un texto muy breve de Beckett con traducción de Bruno Cuneo y dibujos de Natalia Babarovic. De Michaux todavía no: vamos a por ello.
 
 
Uno de los rasgos más fuertes del sello es el porte visual, el vínculo directo con las artes plásticas, los libros ilustrados, la cuidadísima elección de las portadas, el diseño. ¿Cómo piensa Saposcat en este sentido el vínculo entre literatura y artes? ¿Por qué se empeña en no descuidar este punto?  
 
Nos empeñamos en lo visual porque creemos que los libros siempre pueden ser más hermosos aun, más agradables de tocar y de tener entre las manos (me pasa en ese sentido que no entiendo a las grandes editoriales, que tienen tanta plata y hacen libros en general feos). Nunca he creído que las artes sean separadas, siempre se nutren y fortalecen mutuamente. Las portadas nacen de una idea vaga que articulan amigos artistas y luego la diseñadora, Paula Jaramillo, concreta con su maestría. Siempre las trabajamos también con los autores.
 
¿Cómo piensan al libro como objeto, qué referentes en diseño tenían -de lo que sea, libros o arquitectura o jardinería, en fin, lo que sea que haya alimentado este tipo de diseño?
 
Pensamos el libro como objeto de uso, no de contemplación. En este sentido me gustan los libros de bolsillo con diseños pop, desde los clásicos de Bruguera o incluso Alianza (sus tapas son divertidas a veces), y muchos ejemplos de libros anglosajones de los 50. Dimos con una materialidad muy flexible, porosa y digna, sin plásticos ni barnices.
 
 
También incluye Saposcat un cuidado catálogo para las infancias. ¿Cómo lo piensan y qué idea de literatura infantil y juvenil atraviesa esa labor?
 
Nos gustan los libros infantiles más bien desafiantes y que salgan un poco del esquema clásico del libro álbum, esto no por desmerecerlo, sino porque hay muchas buenas editoriales que los hacen. Entonces tratamos de darle una vuelta: por ejemplo a un clásico de Gógol, le agregamos ilustraciones muy actuales y libres, pero que son investigadas y conservan el espíritu tanto del autor –crítico, humorístico, popular– como de su lugar histórico.
 
¿Cómo piensan el catálogo? ¿Qué tiene que tener un libro para que deseen publicarlo?
 
El catálogo se ha ido formando un poco desde propuestas que recibimos y otro poco con nuestras ideas. Casi todos nuestros libros son diferentes, entonces no hay una idea fija, sino más bien se va articulando por la calidad de cada propuesta. Tenemos claro que queremos editar jóvenes autores de Chile, por ejemplo, pero también libros visuales de otros países. Narrativa, ensayo, cómic, mitología, ideas sueltas, libros de a dos: todo nos puede interesar.
 
¿Por qué apostar al libro en un mundo como este, en un tiempo como este? ¿Qué idea de la lectura los sostiene?
 
Es una buena pregunta, quizá solo porque es lo que sabemos hacer y persistimos en una labor que es bastante poco valorada socialmente, me parece, pero que es infinita. Y aunque estemos con las pantallas y el desastre total de la naturaleza y la sociedad, seguimos leyendo porque nos sirve para pensar, para olvidarnos, para imaginar otra cosa y salir un poco de la fealdad e injusticia del mundo. Los libros muestran lo no evidente, y siempre hacen falta. Libros para ser libres, como pusimos en una consigna de las mujeres dedicadas al libro infantil el 8 de marzo pasado.
 
¿Qué idea de lector/a motoriza sus esfuerzos?  
 
Un lector más dado al placer y al descubrimiento que al estudio. Un lector libre de prejuicios estéticos y de ideología censuradora.
 
 
También cuentan con un blog, en el que por ejemplo se publica ensayo sobre la coyuntura chilena. ¿Por qué creyeron importante sumar un canal como este? 
 
La revista o blog nació casi junto con la editorial, porque nos parece importante mantener activo un canal para pensar sobre lo que sucede desde la perspectiva más creativa o literaria. En un principio iba a ser más libresco y referido al mundo editorial, pero solo se fue yendo más hacia la crónica personal diversa.
 
Aterrizan en Argentina con Big Sur: ¿cómo piensan su catálogo con respecto a este país, con qué expecativas llegan? ¿Qué mirada tienen del universo editorial argentino?
 
Yo tengo gran admiración por el mundo editorial y librero argentino, por sus autores y también por sus lectores; siempre para nosotros Buenos Aires ha sido un faro cultural, en Argentina uno lee el diario y se siente a otro nivel léxico. El año pasado fuimos por primera vez a la FED y quedamos maravillados con la valoración de la gente por nuestros libros. Son lectores muy atentos y finos, me parece, muy abierto a lo nuevo. Big Sur está haciendo un gran trabajo de acercar a las editoriales de los dos lados de la cordillera, como era antes y como debe ser, porque culturalmente nos potenciamos. Los editores argentinos que conozco son muy profesionales, inspirados, generosos y lanzados a la vida, lo que exige este negocio. No es trabajo para desanimados, ni tampoco para nadie que quiera hacerse rico.
 
 

 

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