Entrevistas

Edgardo Scott: “En la última década ha habido una especie de saqueo a los géneros”

Con nueva novela en InterZona, Scott también estuvo al cuidado del primer libro póstumo de Luis Chitarroni. 




Por Valeria Tentoni


 

Nacido en Lanús, provincia de Buenos Aires, en 1978, Edgardo Scott llega a librerías por estos días con doble propuesta. Por un lado, su nueva novela, Yo soy como el rey de un país lluvioso, publicada por InterZona, casa editorial donde también se aloja su libro Imaginario. Por otro lado, Mardulce publica La ceremonia del desdén, de Luis Chitarroni, cuya edición y prólogo estuvo a su cargo. 

Scott, quien actualmente vive en París, fue fundador e integrante del Grupo Alejandría, que hacia 2005 inició el movimiento de ciclos de lectura pública de narrativa. 

Ha publicado los libros de cuentos Los refugios y Cassette virgen, ensayos como Caminantes y Por qué escuchamos a Stevie Wonder y las novelas Luto y El exceso


 

"Un libro sobre un libro (...) En algún punto, toda la obra de Luis Chitarroni podría llamarse así", escribís para abrir el prólogo a La ceremonia del desdén. ¿Qué podés decirnos acerca del Chitarroni lector - escritor en este sentido? 

Bueno, creo que esa figura, ese estilo, el escritor o poeta que escribe -incluso ficción- con sus lecturas, donde la cita o la referencia son parte orgánica de su poética es algo clave en Chitarroni y por eso también su escritura puede ser tan intrincada a veces, porque hay efectos de lectura que sólo se producen si se dispone de esas lecturas, si se comparten esas referencias. No siempre, claro, muchas veces Chitarroni es, como la mayoría, un escritor de la experiencia, propias y ajenas, pero es cierto que muchas veces la experiencia puede estar soldada a una experiencia de lectura. Antes, a un escritor así, a veces se les decía “escritor de escritores”, porque justamente eran los escritores los que compartían una serie de lecturas y referencias implícitas, ahora no estoy seguro, porque tampoco los escritores muchas veces son buenos ni grandes lectores, o solamente leen -y escriben- tal o cual género.  

¿Y cómo fue tu vínculo con él?   

Yo lo conocía como lector y después lo empecé a tratar cuando lo invitamos a leer a Alejandría, año 2007, 2008, por ahí. Empezamos a vernos, con cierta regularidad, entonces él estaba como editor en La bestia equilátera, en aquel chalet de la calle Aguilar, en Belgrano, y yo justo en esa época también atendía en un consultorio alquilado en la calle Aguilar, a una cuadra de Cabildo. Entonces muchas veces almorzábamos o merendábamos en un cafecito que estaba en la esquina de La bestia o si no incluso pasaba por su oficina. Nos fuimos haciendo amigos con esa distancia que impone la edad -Luis tenía justo veinte años más que yo- y el diferencial de recorrido, yo estaba empezando cuando él ya era un autor, lector y editor prestigioso. De hecho, Peripecias del no sale en 2007. Él estaba en plenitud. Pero como pasa con cualquier amistad, siempre hay una o varias complicidades. Además Luis había sido, para nuestra literatura, uno de los últimos precoces. Muy joven empezó en el medio literario, y por otro lado, siempre ejerció por su talento, su carisma y erudición, un magisterio natural. Pero particularmente, yo siempre lo vi y lo leí como un enorme escritor, un escritor único. Recalco lo de escritor porque mucha gente del medio ha visto a Luis como a un gran editor, crítico, lector, y soslayan al escritor. A mí siempre me pasó lo contrario, siempre me pareció un escritor genial que por distintos motivos tenía que hacer todo lo otro. 

¿Y cómo accediste a estos materiales que ahora se convirtieron en su primer libro póstumo?  

Yo sabía que Luis había trabajado en este libro, no solo porque me lo había contado durante el tiempo de su escritura, sino porque, por ejemplo en 2014, cuando organicé el centenario de Bioy en la Biblioteca Nacional, en la mesa de cierre, él leyó algunos pasajes. Con esa convicción, cuando me junté con Pedro Chitarroni, su hijo, le comenté que el libro tenía que estar en algún lugar, y entre la madeja de archivos, lo encontramos. No estaba terminado en el sentido que, justamente, todavía faltaba todo el trabajo de edición, descarte, montaje en algún caso, pero sí estaba listo en términos de extensión e intención: el libro ya era estas notas de lectura sobre el Borges, de Bioy. De modo que mi trabajo en este caso fue el de un editor-corrector, ni más ni menos.  

¿Cómo trabajar en ausencia del autor, qué podés contarnos de eso? 

Sospecho que, en este caso, quién sabe cuándo y cómo este libro Luis lo hubiera publicado, porque hablando con Damián (Tabarovsky, a quien se lo había prometido en su momento), el proyecto había sido interrumpido-abandonado-suspendido con esa manera que tenía él tan particular de relacionarse con su escritura y la publicación de sus libros. Sospecho que Luis no renunciaba a la pretensión de refutar el adagio que tanto Borges como Sting difundieron: los libros (discos) no se terminan, se abandonan. Tal vez sentía que un día sí podría terminarlos y por eso algunos de sus proyectos se volvían paradójicamente interminables.  

Sorprende en el texto la aparición de símbolos, numeral o comillas raras, guiones o corchetes triples, etc. ¿Cómo decidiste manejarte ante el material que el hijo de Luis te facilitó? ¿Hasta dónde editarlo? 

Sí, sobre todo en los últimos años, Luis fue acentuando esta atracción particular con la tipografía y las siglas, yo no la desconocía. Creo que es otra manera también de generar ese idioma propio, esa escritura que cada autor necesita particularizar, que con el paso del tiempo cada vez sea más privada. Insisto, trabajé con el criterio de un editor, acaso con el fantasma del editor que él mismo podía ser, a la vez permisivo, pero exigente.  

La ceremonia del desdén es un libro dialogado entre dos escritores que habla de otro libro alusivo al vínculo entre otros dos. ¿Cómo pensaste esta ecuación refleja, máxime cuando el libro originario en cuestión, el Borges de Bioy, no está disponible en librerías y casi nadie puede leerlo? 

Lo que pasa es que, en ese sentido, yo considero que el Borges es de Bioy. Y, de hecho, si uno ve el resto de las entradas del gran Diario de Bioy (por ejemplo, hace no tanto, la edición de las entradas que correspondían a Wilcock) uno puede encontrar el estilo de diarista de Bioy. Tal vez nos daremos cuenta cabalmente de esa enorme aventura literaria de Bioy cuando en cincuenta años o en un siglo, alguien acometa la tarea de reunir orgánicamente el Diario entero de Bioy, y en todo caso entregarlo nuevamente en volúmenes. Borges en el diario de Bioy es un personaje -entre otros, aunque el más importante, claro- representado por Bioy y escrito -literalmente- por Bioy. De todos modos, es una pena que la edición original del Borges se haya agotado y nunca se haya podido reimprimir. Pensar que mi edición la encontré -descubrí- en una librería de Quilmes a la que no solía ir, lo vi en lo alto de un anaquel, como si estuviera juntando polvo, pura suerte, fue como ver el Aleph, yo pienso que es el libro más importante de la literatura argentina de este siglo. 

En simultáneo, InterZona publica tu nueva novela, Yo soy como el rey de un país lluvioso. "¿Todo lo que adoramos es fruto del miedo?", leemos. En la contratapa se alude a su cualidad de "laboratorio de las pasiones" en vez de "entretenimiento evasivo", ¿qué podés decirnos de esta observación? ¿Te identifica? 

Aira decía que una contratapa es una tapa en contra; por lo pronto es seguro que el paratexto siempre es una suerte de primera propuesta y andamiaje de lectura, de primer sentido de lectura que se le ofrece al lector. No sé si la novela es todo eso que se dice en la contratapa, por supuesto, y aunque lo fuera, también es otra cosa. Pero sí estoy seguro de que no tiene el deseo de ser un mero “producto cultural” de la época, aunque fatalmente lo sea; supongo que esa es hoy la gran tensión, entre la literatura y la época. Pero me parece que la distancia entre “lo comercial” y lo que antes era la literatura, y que después fue la “alta literatura”, se ha acortado muchísimo, hasta el punto de ser casi indiscernible. Es más, creo que hoy esa distinción sólo sucede privadamente entre el escritor y el lector, no hay ninguna otra “institución” que la pueda garantizar. 

Nos encontramos con los ataques de un asesino serial de mujeres intercalados con las fichas de un archivo criminológico que recupera casos de la Dra. Claudia Bruken, personaje caro para el final de la historia, pero además diarios, conferencias; la historia navega sobre distintos géneros. ¿Por qué decidiste trabajar sobre este mundo y cómo pensaste la estructura de este libro? 

En lo primero que publiqué, una nouvelle de 2008, que se llama No basta que mires, no basta que creas, ya está el personaje. Pero yo pensé que quedaba ahí, y después volvió. En verdad, creo que la figura del serial killer es una figura (como el vampiro, si se quiere, o incluso el monstruo) que siempre sirve para dar cuenta del mal y el erotismo, de la sensualidad y la muerte, es decir, de extremos que a veces se tocan. A partir de eso se construye un mundo, el mundo dark de la novela. La estructura finalmente me llevó muchos años, pero porque supongo que siempre quiero -y creo- que una novela debe poder a la vez sugerir y agotar sus asociaciones. Eso es lo que para mí la distingue, toda novela debe aspirar a ser un mundo, y a veces ese mundo tarda en armarse. 

Esta novela conversa con el gótico, ¿por qué decidiste explorarlo y cuál es tu experiencia como lector de este género? ¿Qué posibilidades entendiste que reservaba para tu escritura? 

Bueno, yo llego al gótico por la música o la pintura más que por la narrativa, quiero decir, no me identificaría como un lector de género, de ese género, aunque conozca una cierta tradición. En la música en cambio sí, en la música el dark y el post-punk son toda una poética para mi generación. Por eso también digo que esta es mi novela dark, yo quisiera que se pudiera leer con el tipo de inmersión que a mí me generaba un disco de The cure o de Echo and the bunnymen. Por otro lado, me parece que en la última década ha habido una especie de saqueo a los géneros, no solo al dark, al terror, a la ciencia ficción, a cierta novela negra, a lo que ahora llaman ficción weird, me parece que eso tiene que ver entre otras cosas con un rechazo del realismo, porque a su vez, el realismo quedó tomado por la faja “basado en hechos reales”. Entonces, por un lado, hay una superproducción de autoficción o de ficciones que se apoyan en algún episodio de la realidad, y por otro lado hay una superproducción de los géneros, como si ese fuera el territorio legítimo para la “imaginación”. Yo trato, en esta novela y en mis otros libros, de escaparle hasta donde puedo ser consciente, a esas modas y supersticiones.  

Artículos relacionados

Andrés Barba: “Creo que este es un libro latinoamericano"

El escritor nacido en España y radicado en Argentina, Premio Herralde de Novela, acaba de publicar Auge y caída del conejo Bam y estará dictando un taller en el

Jazmina Barrera y sus cinco miradas sobre la infancia

Gris Tormenta publica un nuevo tomo en su colección “Miradas”: la escritora mexicana elige cinco lecturas alrededor de la niñez. 

Osvaldo Aguirre: “Pienso mi poesía como la recreación de una lengua familiar”

Editorial Miño y Dávila acaba de publicar El sueño de las casuarinas, antología poética de Osvaldo Aguirre, del que tomamos la entrevista que sigue por Carlos Battilana. 

Tener una editorial “es una pésima idea”, pero...

“Nos parece una gloria cada vez que aprendemos un dato contraintuitivo en una práctica que desarrollamos todos los días" dicen Hernán López Winne y Víctor Malumián en esta entrevista a propósito de su último libro, La tirada (FCE). 

Caja Negra cumple veinte años: “Lo que hacemos no es sólo un trabajo, sino también un modo de vida”

“Teníamos en mente que Caja Negra fuera un espacio de encuentro entre distintas disciplinas artísticas y de pensamiento”: Ezequiel Fanego y Malena Rey repasan los orígenes del sello y adelantan lo que vendrá.

El País del Sauce: cómo construir un paisaje con libros

Una notable colección coeditada entre dos universidades públicas recupera textos extraordinarios que navegan el litoral argentino. Conversamos con su editor, Sergio Delgado. 

×
Aceptar
×
Seguir comprando
Ver carrito
0 item(s) agregado tu carrito
×
MUTMA
Seguir comprando
Checkout
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar
×
Suscripción Eterna
Suscribite
Y recibí nuestro newsletter semanal con lo mejor del blog, todas las novedades y la agenda de la librería.
SUSCRIBIRSE