Lorrie Moore: "La crítica es una forma de autobiografía"
Invitada al próximo Filba Internacional
Lunes 09 de setiembre de 2019
"Creo que probablemente todos los escritores utilizan la ironía hasta cierto punto: se trata simplemente de emparejar el tono, el tema y el resultado de una manera paradójica e inesperada", dice la autora de la novela ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? y del libro de ensayos y reseñas A ver qué se puede hacer en esta entrevista previa a su visita a Buenos Aires.
Entrevista Valeria Tentoni. Foto Basso Cannarsa-Agence Opale-Alamy.
Lorrie Moore dice que lamentablemente no sabe leer en español, pero que sí ha leído en traducciones, por ejemplo, a Borges y a Samanta Schweblin. En algunas semanas, en el auditorio del Malba en Buenos Aires, nosotros podremos escuchar a la autora estadounidense leyendo algunos pasajes centrales de su obra en ese inglés pausado y sereno que hasta ahora sólo hemos podido ver en YouTube y que, en caso de que alguien no sepa inglés, se encargarán de traducir en simultáneo.
“Puedes despertarte de un sueño solo para descubrir que te zambulles en otro, como un rosario interminable de la mente. Cuando eso pasa, es difícil entrever qué no es un sueño; el mundo no soñado pasa volando a tu lado, en veloces pantallazos de luz y de aire, en ruidosos, rápidos, peligrosos espacios como los que hay entre los vagones de un tren. No hay nada que puedas hacer. Caminas en tu propia somnolencia y esperas. Esperas a que pase el tren”, se lee hacia el final de ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?, en la traducción de Inés Garland que acaba de publicar Eterna Cadencia Editora. La novela fue publicada originalmente en 1994, vino después de Anagramas (1986) y antes de Al pie de la escalera (2009, sobre la que Jonathan Lethem, invitado al próximo Filba como ella, escribió: “Al terminar de leerla me dirigí de inmediato al lector que tenía más cerca y le hice jurar que la leería”). Pero, claro, además de sus novelas están sus magníficos relatos, como en los libros Pájaros de América y Gracias por la compañía, del que puede leerse uno aquí.
Mientras esperamos la visita en septiembre, cuando además será entrevistada en la sala principal del Teatro Nacional Cervantes por Santiago Llach, Eterna Cadencia Editora publica otro título más. A ver qué se puede hacer saldrá con traducción de Cecilia Pavón: se trata de una selección realizada por la propia autora de sus artículos (“ensayos, reseñas, meditaciones ocasionales”) para medios como el The New York Review of Books. El más viejo fue escrito en 1983 en la revista literaria de la Universidad de Cornell, donde Moore estudió y redactó, como parte de su tesis, el borrador de su primer libro de cuentos, Autoayuda.
“La primera persona sugiere que existe un encuentro específico al que se le presta atención. Da cuenta de la intersección de la vida de un lector individual y la cosa que ha sido leída. Le otorga oxígeno a la conversación, o al menos tiene la posibilidad de hacerlo. Revela que la crítica es una forma de autobiografía”, se lee en A ver qué se puede hacer. “En ocasiones me pareció que el uso de la primera persona era un acto de modestia. Y que si una se degrada un poco a sí misma y no se ubica bajo un manto de autoridad, es más libre (para decir lo que quiera)”, agrega la escritora nacida en Glens Falls en 1957 por correo electrónico desde Estados Unidos. Y acepta responder algunas preguntas más:
“A veces, cuando los cuentistas se ponen a escribir novelas se vuelven desenfadados. Inspiran profundo y dejan de lado la vergüenza: algo parecido a lo que les pasa a los tímidos con el vino”, leemos también en A ver qué se puede hacer. ¿Dirías que es tu caso?
Espero que no. Aunque, algunas veces, si una novela es demasiado larga puede que hayas hablado de más.
¿Cómo sabés si una idea irá a parar a un cuento o a una novela?
Supongo que es algo que se sabe por haber leído ambos géneros. Un relato tiene un pequeño nudo dentro. Una novela tiene una situación complicada que necesita de tiempo y de un lienzo más grande.
¿Qué tipo de libertad te ofrece el género que ejercitaste en A ver qué se puede hacer?
La mayoría de estos textos son sólo respuestas a narraciones de la vida real. Así que no hace falta inventar nada.
¿Cómo te sentís con respecto a tu ritmo de escritura?
Me gustaría tener más tiempo y usarlo de modo más eficiente.
En ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? hay numerosas referencias a la cultura estadounidense, y de hecho en una de las críticas al libro lo señalan como a “un libro que la gente leerá para entender la vida tal y como la vivíamos en la última década”. ¿Cómo se mete la propia era de una escritora en los libros que escribe?
En ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? yo estaba interesada en la música, que instruye en gran medida la vida de los adolescentes -o al menos solía hacerlo. Crecí en una era de música de primer nivel, y aquellas canciones que escuchábamos en la radio y en nuestros tocadiscos quedaban totalmente cargadas en nuestros cerebros.
Esa misma novela incluye escenas de dos adolescentes que se acompañan hasta una clínica privada de abortos. En Argentina, como quizás sepas, todavía estamos luchando para conseguir el derecho al aborto seguro, legal y gratuito. ¿Cómo esperás que la novela sea leída por los feminismos locales?
Me parece que cada quien lee una novela de modo un poco diferente, así que no puedo hablar acerca de lo que las mujeres jóvenes, como colectivo, tendrán que decir acerca de esta novela como novela feminista. Era un libro que simplemente intentaba ser fiel a las experiencias de las mujeres jóvenes de la época -que era 1972, al interior de los Estados Unidos. Así que, en cuanto a su valoración de la experiencia femenina y de la dificultad como temas dignos para una novela, es por supuesto feminista.
¿Qué cosas tiene que dejar ir una escritura para conquistar su personalidad?
Probablemente haya que trabajar para suprimir la autoconciencia. Lo cual es una buena idea para todas las cosas.
Si la escritura no comienza exactamente cuando una se sienta a escribir, ¿cuándo comienza en tu caso?
Al caminar, leer, cocinar, tomar trenes, bañarme, hablar con amigos…
Un rasgo que se subraya de tus obras es el irónico, ¿cómo lo pensás?
Creo que probablemente todos los escritores utilizan la ironía hasta cierto punto: se trata simplemente de emparejar el tono, el tema y el resultado de una manera paradójica e inesperada.