La primera gota de Pollock
© Joe Fig
Epifanías
Martes 05 de julio de 2016
A Jackson Pollock una vez le preguntaron cómo sabía cuándo había terminado un cuadro de los suyos. "¿Y vos cómo sabés cuándo terminaste de hacer el amor?", retrucó. ¿Cuál es la historia detrás del origen de esos lienzos gigantes que hacía? ¿Fue un error? ¿Fue casualidad? El escritor y crítico de arte, autor de libros como Maelstrom, tiene otra hipótesis. Una nueva entrega de las epifanías para cruzar el portal que cambiaría la historia del arte para siempre.
Por Luis Sagasti.
Solo cuando se percató de que Picasso no cerraba todas las puertas, como se cree que siempre hacen los grandes artistas, sino que en verdad la puerta era una sola y giratoria, Jackson Pollock dejó de dar vueltas como un hámster y dio rienda suelta a lo que luego sería su marca de fábrica. Ante de entrar en tema: una noche su mujer —Lee Krasner, magnífica artista que había enamorado también a Mondrian— había escuchado un ruido seco en la casa, como un golpe, seguido de una queja que podría traducirse como a este hijo de puta no se le escapó nada. Cuando entra a la habitación encuentra a su marido mirando el suelo como perdido y un libro de Picasso en el suelo.
Y es que por ahí iría la cosa, algo que cae contra el suelo.
Y pintar con todo el cuerpo.
En Pollock, una muy interesante película sobre su vida, hay una escena que a muchos se les debe haber ocurrido también. Abrumado por su bloqueo creativo, el pintor tiene la cabeza gacha, vencida, la mano derecha cuelga con cierta resignación, sostiene un pincel cargado de pintura. De pronto advierte su goteo involuntario contra el suelo. Lo que sigue es el Big Bang. Se conoce como dripping (goteo, precisamente) a la técnica que consiste en salpicar la tela ya sea con enérgicos golpes de pincel o derramarla desde algún recipiente. La espontaneidad propia de este recurso, el automatismo, lo acercarían más a las corrientes surrealistas que a las pretenciosas obras de Dalí, por ejemplo, donde es difícil no ver una acción premeditada además de absolutamente conservadora (de hecho, Dalí restaura el claroscuro). Sin embargo, es probable que las cosas hayan ocurrido de otra manera, acaso no tan figurativas.
Los indios navajos realizan sus dibujos con arena de muchos colores, los llaman iikáá que significa entrar y salir. Se trata de una abertura que les permite ganar el otro mundo, adonde ha ido, por ejemplo, el alma de un enfermo. Los chamanes navajos dejan caer la arena como una ordenada lluvia seca en sus ceremonias. Hacia la década del cuarenta el Museo de Arte Moderno de Nueva York invitó a un grupo de chamanes a componer algunas pinturas con arena de colores para que los técnicos del museo pudieran llevarlas al lienzo. La idea era preservar un patrimonio cultural de veras valioso.
Los navajos trazaron unos dibujos de maravillosa pureza; sin embargo, dejaron una pequeña zona en blanco: las obras se encontraban incompletas. La idea era evitar que se activaran. No se sabe qué puede pasar si esas grietas hacia el otro mundo quedan abiertas.
Una vez finalizado el ritual, los navajos resignan los colores a uno y suelen arrojarlo al viento o a un río. Es que lo que verdaderamente importa no es la pintura en sí sino el proceso de elaboración. Pollock no solo estaba fascinado con las pinturas navajas, se sabía de memoria las del museo, sino también con la cultura chamánica (de hecho intentó por esa vía poner fin a su alcoholismo). Esto queda de manifiesto en la serie de cuadros en la que combinaba el muralismo mexicano con su obsesión por el Guernica, serie que lo había hecho entrar en ese círculo obstinado sin saber que, precisamente, era en el procedimiento y no en la obra terminada donde se encontraba la verdadera puerta que lo llevaría a su camino.
Sus obras no parecen estar inconclusas, nada sobra y nada falta en esas tormentas cromáticas. Están activas: una verdadera puerta de entrada hacia otros de los infinitos mundos que están en este.
El autor de la imagen, Joe Fig, es un pintor y escultor estadounidense que investigó los procesos creativos de más de 50 artistas, entrevistándolos, y generó una serie de miniaturas impresionantes. Algunas se pueden ver acá.