La literatura amotinada: Lamborghini, Libertella y Piglia
Por Luis Gusmán
Lunes 26 de noviembre de 2018
"La expresión 'literatura amotinada' está en un libro de Héctor Libertella, Las sagradas escrituras (1993). Remite a motín, a revuelta, a cierta disconformidad con la autoridad de turno por parte de una tripulación o de alguien que está preso", explica el autor de la novedad que publica Tenemos las máquinas y de la que extraemos este prólogo para ofrecer un adelanto.
Por Luis Gusmán.
La literatura amotinada no tiene contenido prefijado. Es una pregunta flotante que se construye en cada lectura y en cada lector. Hasta se podría decir que pertenece más a la instancia de la enunciación que al registro del enunciado.
La literatura amotinada es la posibilidad de preguntar, y hasta se la podría formular como una pregunta que gramaticalmente está en el mismo registro que la deixis fantasmal. Esto es: preguntar siempre desde otra escena de lectura.
La expresión “literatura amotinada” está en un libro de Héctor Libertella, Las sagradas escrituras (1993). Remite a motín, a revuelta, a cierta disconformidad con la autoridad de turno por parte de una tripulación o de alguien que está preso.
Motín es una rebelión que pretende un cambio en un orden imperante. Ese orden puede ser una instancia de lectura establecida, que no responde necesariamente a una institución determinada. Esas instituciones pueden ser la tradición, la academia, la vanguardia. Históricamente, los ejemplos abundan; por esa razón, la literatura amotinada puede surgir de cualquiera de esos lugares. De las acepciones que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española, elijo como sinónimo de motín: inquietud, sobresalto, desorden, tumulto, contra una autoridad instituida.
La literatura amotinada por su condición de deixis se formula cada vez, y siempre proviene desde otra escena. En tanto es una pregunta descentrada, tiene la posibilidad de descentrar. Influenciado por la estética de Leónidas Lamborghini, podría decir: dislocar. Dadas estas condiciones, entonces es posible que en cada lectura y en cada lector y lectora se produzca un encuentro o desencuentro del que surja la literatura amotinada.
Estos tres escritores, Leónidas Lamborghini, Héctor Libertella, Ricardo Piglia, intervienen en la literatura provocando con su estilo, una revuelta. En estos tres autores de los que se ocupa este libro, esta pregunta insiste y es motor de la argumentación que despliegan en su intrusión en el campo literario. Para ello, utilizan un arma (esta última palabra la uso en su dimensión joyceana, cuando Joyce nombra las tres armas del artista: astucia, silencio y exilio), que puede ir desde la risa hasta la ectopia.
La literatura amotinada también se la formulan cuando se interrogan, tanto acerca de la escritura como de la lectura.
Para Leónidas Lamborghi, la literatura amotinada que es una instancia de lectura. “No hay tangenciamiento con el modelo, sino intrusión violenta en el mismo”, dice.
Libertella se pregunta: ¿cómo leen los escritores?
Para Piglia, como señala en El último lector (2005) “La pregunta ‘qué es un lector’, es, en definitiva, la pregunta de la literatura”.
La literatura amotinada no es inconclusa sino, es una pregunta flotante que se encuentra con aquellas latencias que están en estado de reserva textual y despierta a las metáforas dormidas. A Libertella, por su estética, le hubiera gustado decir: son intervalos o zombis del discurso literario.
Las metáforas están dormidas pero la literatura amotinada las despierta cada vez que la cultura y la estereotipia del modelo las adormecen. Esta pregunta siempre en tensión encuentra el resquicio que mantiene a la literatura en su condición inexorable de una práctica inestable.