El silencio como negación
Viernes 18 de julio de 2014
María Sonia Cristoff habla de la novela Inclúyanme Afuera (Mardulce Editora).
Por Patricio Zunini. Foto: Gabriel Díaz.
Inclúyanme afuera es la nueva novela de María Sonia Cristoff (Acento extranjero, Desubicados, Falsa calma), que acaba de publicar la editorial Mardulce. La novela cuenta la historia de Mara, una intérprete simultánea que tras sabotear la conferencia de un filántropo decide recluirse en un pueblo de la provincia con el objetivo de pasar un año en silencio. Las aspiraciones se reducen a no tener aspiraciones: apenas un puesto sencillo en un museo perdido, una brevísima interacción personal, el abandono de todo progreso económico. Pero, dice la autora, volverse invisible parece no ser una opción posible en la lógica mercantilista que enmascara en ascensos las formas de dominación y que oculta en actividades altruistas cualquier posible negocio.
En esta entrevista, María Sonia Cristoff habla de Inclúyanme afuera: de la protagonista, de sus obsesiones narrativas y de la dimensión política que esta novela que con una prosa tersa deriva imperceptiblemente hacia la disolución.
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Mara
—A Mara la veo más como una voz que como un personaje. Quiero decir: cuando se habla de construcción de personaje, a mí se me pierde un poco la carnadura, el día a día. Si bien en la novela hace cosas que tienen que ver con lo cotidiano, no creo que la construcción de personaje esté presente. Pienso los personajes en términos abstractos: buscando tonos, ritmos. Para mí es deliberadamente un misterio cómo avanza la trama o cómo se contruye un personaje. Incluso cuando leo trato de que eso entre en una zona borrosa, no me interesa desentrañarlo. Prefiero prestar atención a cómo se va a contar, ese es un tema central: desde dónde habla esa voz o ese personaje. Me gusta trabajar con lo borroso, porque lo borroso es la traducción contemporánea de lo que para mí es lo más interesante de la literatura, que es lo que no se puede explicar, lo que no se puede transmitir, lo que no se puede calcular.
" Mara es claramente el personaje que lleva la voz de la novela; está narrada en una falsa tercera. Yo quería algo del orden del oxímoron, por eso es una tercera tan pegada a ella. Quería que en la narración estuviera la imposibilidad de alcanzar el silencio que busca. Soy una obsesiva corrigiendo —cada cosa que hago tiene cinco correcciones— pero diría que hago el ejercicio para no ser demasiado conciente de técnicas. Me molestan las técnicas, las recetas… Por eso mis personajes son un poco fantasmales. Hay muchas cosas de ellos que no se saben, muchas cosas que tienen que ver con el mundo de las pasiones más explícitas. Como si no hubiera una pasión desenfrenada para hacer un experimento para tratar de estar en silencio durante un año. Pero quiero decir las pasiones entendidas en su modo de ser más convencionales.
La traducción, las profesiones
—Pensé la profesión de Mara en relación a lo cansada que está de la manipulación discursiva. Precisamente, el manual que estaba escribiendo antes de irse era sobre la manipulación discursiva. De ahí viene en gran parte su deseo de silencio. Y la traducción, además, entra por una línea autobiográfica. En general escribo bastante próximo a lo autobiográfico, me parece que está sobrevalorado ese temor, sobre todo porque pienso las lecturas como parte de una autobiografía. Encuentro falsa la disyuntiva entre la experiencia y la lectura. No me interesaría ahora ponerme a contar la historia de un dentista y tener que averiguar qué es lo que le preocupa al dentista, qué piensa en una consulta. El escritor que investiga en esa línea me aburre enormemente; es un estilo de literatura que no me interesa. Si lo hiciera se verían los hilos de la información meticulosa. Pero en general trato de escribir acerca de personajes y profesiones: las profesiones y los oficios están siempre presentes en lo que escribo. Si hay una pasión en los personajes que he tomado en mi narrativa es lo que hacen. A veces quienes leen lo que escribo me reclaman qué no haya pasión amorosa. Yo creo, en todo caso, que los personajes están absorbidos por lo que hacen. Y como ese hacer es súper importante, tiene que ser un hacer que hago o conozco.
La dimensión política de la novela
—Damián Tabarovsky me hizo un comentario muy interesante, me dijo que le había gustado mucho cómo la novela podía ser política por sustracción, justamente por las cosas que no vocifera, por el gesto de ella de sustraerse y por su fascinación por Bartleby y el decir “No”. Cuando ella se niega continuar con la traducción del filántropo: creo que la manipulación del lenguaje de la política llega al extremo más alto con la filantropía, sobre todo en los niveles de los organismos internacionales donde se manejaba Mara. Hay intereses económicos y políticos muy fuertes. Por eso no es nada casual que ella haya elegido a un filántropo.
" Está también el personaje de Honoria con quien Mara tiene una discusión. Honoria es un personaje tomado por discursos: todo lo que contesta es la reescritura de un discurso de Lenin contra las acciones individuales. (Es increíble lo venal que es ese discurso). Honoria parecería decir que el único modo de actuar políticamente es militar en grupo; frente a eso, Mara opta por una acción anarquista, pero tenue. Mara es un personaje que cambia mucho hacia el final, realmente veo como una tragedia griega, una anagnórisis. Honoria juega un papel didáctico para ella. A Mara le produce mucho rechazo lo que le dice Honoria (a Honoria le produce diez veces más rechazo lo que ella se propone). Y a través de Honoria se ve lo absurdo del plan de Mara: arruinar un par de caballos embalsamados que no le importan a nadie. Hay un componente de boutade en la novela que no siempre se capta.
" Se puede pensar en Mara diferenciándola de Emma Zunz, donde hay también una mujer que planea en secreto una revancha. En el caso de Emma Zunz es una venganza que se planea desde hace años, que intenta restituir honores perdidos —el de su padre, el de ella misma—, una venganza que en todo caso hace uso de una determinada situación de la coyuntura política, como la huelga de trabajadores, para volver a concentrarse en el ámbito de lo privado, de la historia personal. La revancha de Mara, en cambio, es una reacción casi espontánea en respuesta a un escollo reciente, inesperado, que genera en ella tanto rechazo porque le recuerda precisamente aquello de lo que se fugó cuando decidió instalarse en ese pueblo: la vida útil, productiva, y la lógica puramente mercantilista que la sustenta, es decir un estado de las cosas político que trasciende el terreno de lo íntimo, que afecta a los modos de vivir en comunidad. Esa lógica, que yo llamo "de la vida útil", se le vuelve a aparecer a Mara como escollo bajo dos formas: en el "ascenso laboral" que le impone su jefa, que la obliga a abandonar su puesto de guardiana de sala, ese puesto anodino por el cual Mara tanto luchó, para obligarla a ser asistente del taxidermista; y en el discurso acerca del mejoramiento de la raza que sustenta el gran negocio de la venta de caballos criollos que a su vez subyace en el gesto supuestamente filantrópico de financiar la nueva taxidermia de los caballos embalsamados Mancha y Gato que están en el museo donde ella trabaja. Al sabotear tanto su ascenso laboral como las piezas recién restauradas, Mara lleva adelante un gesto político de rechazo, una acción que contrapone esos ascensos, que atenta contra esos mejoramientos. Su sabotaje no solo vuelve a poner a esos caballos/fetiche de su lado, digamos, porque al volver a estar arruinados se apartan del mejoramiento y de toda su épica del progreso y siguen siendo, al igual que ella, "resabios de un cosmopolitismo herido", sino que vuelve a ponerle fichas a su gesto de renuncia incial, a su "inclúyanme afuera", a su apuesta por el no, o al menos por el no a todo lo que conoce hasta ahora porque en Mara no todo es renuncia, no hay en ella un puro no absoluto, sino que hay más bien una apuesta por la búsqueda de modos alternativos, de otros modos de vida posible, y esa búsqueda sin duda es un gesto político, y un gesto de traza anarquista si es que no se la trata de enfrentar gregariamente sino, como Mara elige, en solitario.
