Edificio mercurial: un poema de Ariana Reines
Inédito en castellano, en versión de Cecilia Pavón
Miércoles 28 de agosto de 2019
Con traducción de Cecilia Pavón, compartimos un poema escrito por la poeta, dramaturga y profesora estadounidense a partir del juicio a los asesinos en dictadura de los padres de la cineasta argentina Albertina Carri, al que Reines asistió cuando estaba de visita.
Nacida en Salem, Massachusetts, en 1982, Ariana Reines es, además de poeta, dramaturga, traductora y profesora universitaria. Ha publicado los libros The Cow (2006), que ganó el Alberta Prize from Fence Books; Coeur de Lion (2007 -que en Argentina se consigue por editorial Triana-); Mercury (2011) y A Sand book (2019).
Con traducción de Cecilia Pavón -también su traductora en el libro que publicó Triana-, compartimos un poema escrito a partir del juicio a los asesinos en la dictadura de los padres de la cineasta argentina Albertina Carri, al que Reines asistió cuando estaba de visita.
Cortina color vómito
Un poco rota
Nada de aire
Cámaras
Pantalla detrás de los jueces
Las cabezas blancas y peinadas de los asesinos
Nosotros hemos comido hamburguesas y papas fritas y hemos fumado
Son las 4:02 y los segundos pasan
25 MAR 2019 dice en la pantalla
Lo leo a través de un vidrio a prueba de balas
Nada de aire
Paredes recubiertas de madera
Como un antiguo acuario.
Una pila de papeles pasa de mano en mano
Del otro lado del vidrio
A lo que veo, quiero decirle santuario
vacío, altar desposeído de dioses
Pero no sé
El idioma
No conozco las costumbres
No soy de aquí
Y
Me he acostumbrado a no ser de ninguna parte
La última vez que Albertina estuvo en la corte dice Juliana
Mientras estaba dando su testimonio
Uno de los asesinos de sus padres se durmió
Chelsea Manning está recluida e incomunicada
Mi madre está en Penn Station
Yo llevo puesto un vestido de flores ancho y tacos aguja
Me los pongo para tranquilizar a mi abuela
Que está muerta
Porque una vez perdió la fe en mi sentido de la belleza
Tengo el cuello manchado de besos
Los chupones escondidos detrás del pelo
Nunca antes vi a un genocida
En persona. Nos vemos cansados y viejos
Pero somos hermosos, auras de curiosidad
Indiferenciada, hospitalidad y dulzura, o nosotros
Si es que soy parte de este grupo, somos gente que cambiaría
Para mejor y lo hemos intentado.
Y lo hacemos. Somos de la clase de gente que tiene curiosidad
Por vivir de una forma distinta. Incluso militantemente.
Por el amor. Somos la clase
De gente que mataron.
Y ahora los jueces han tomado sus asientos.
Una letanía de nombres me odio por no escribirlos
Tormento
Tormento
Violencia sistemática
Y artículos de la ley citados con monotonía
En clave y ceremonialmente por número
Los asesinos de canas toman notas
Cuando se termina se canta un canto
Los nombres de los asesinados son repetidos en orden
Todos estamos llorando
Todos se abrazan y se besan
Este no es mi lugar pienso y suavemente
Absorbo todo a través de mi pelo quebrado
Pero no habría puesto un pie en este país
Si toda mi familia no hubiera sido asesinada y
Siendo más precisa si hubiéramos sabido cómo
Hacer un duelo. No lo sabemos. Quizás nadie lo sabe.
Dejo que mi corazón se cocine
Cambio un duelo por otro
Intercambio un arte por otro
Y después otro
Y una ciudad, un país, una cama, un techo
Esas cosas me marcan. La marca se disuelve
Y es reemplazada por otra
Federico, Fernando, tres Julianes
No sé. Me sustituí a mí misma
Por mí misma hace mucho tiempo.
Ya lo hacía entonces
Me abandoné a mí misma.
Lo hice primero antes de que cualquier otro pudiera hacerlo
Dos hombres taladran suavemente una pared
Que ha sido salpicada con balas
Es una nueva pared
Es una nueva pared
Agachada en la brisa detrás de un contenedor
Un genocidio puede ocultar otro
El español modulado por el italiano
Ojos judíos y pelo indígena
Carne nueva desde donde el alma furiosa
respira con dificultad, en busca de alimento
Luz sin luz
Tiempo sin justicia
Como la boca de Nate, mojada pero desprovista de humedad
Algunos relojes corren para atrás dentro de Nate
Como una boca inversa
Entonces noto que él es parte de la misma generación
Y yo también
Como insectos suspendidos en ámbar
Entre el asesinato en masa y una viciosa
Forma de libertad, donde podés verte a vos mismo
Y a ellos vigilando todo lo que hacés
Colgado en una joya el sol se digna a pasar
Un bebé lloró cuando empezó el procedimiento
Y entonces mi corazón se rompió
Y entonces no hubo justicia
Y todos en la sala lo supieron
Treinta mil niños en la frontera
Yo también tengo una frontera
Vivo allí
Mi pie izquierdo suspendido sobre la frontera
Mi vestido agitándose suavemente
Leen los nombres de los asesinados y responden por ellos
Presentes, estamos presentes, estamos aquí
Donde cuarenta años han dado vueltas alrededor de un agujero
Un bebé llora
Ceremonia bizarra letanía desapasionada
Mantras de razón, código
Para el que no hay código
Ley empobrecida
Como un padre arruinado
No puede devolver el tiempo
Ni restablecer la vida y no puede
Producir una sola oración adecuada
Y en cuanto a mí y mi discurso protegido
Y en cuanto a mí y el final de mi línea
Como un sol arrojando su negrura sobre la cima
De un reloj de sol en un ángulo diametralmente opuesto
Y en cuanto a mi vientre en el que los bebés mueren
Mi corazón cocinándose como carne
Y el humo negro de mi corazón
Cuyo clima secó el suelo emblanquecido
Que no daba sombra
Que no me ofreció ningún pariente
Ni uno
Y en cuanto a mí y mi pequeña palabra
Mi llama, una letra, una palabra
Extranjera
Diciendo mi plegaria
Escondiendo mi plegaria en un hueco.