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Poesía

Edificio mercurial: un poema de Ariana Reines

Inédito en castellano, en versión de Cecilia Pavón

Con traducción de Cecilia Pavón, compartimos un poema escrito por la poeta, dramaturga y profesora estadounidense a partir del juicio a los asesinos en dictadura de los padres de la cineasta argentina Albertina Carri, al que Reines asistió cuando estaba de visita.

Nacida en Salem, Massachusetts, en 1982, Ariana Reines es, además de poeta, dramaturga, traductora y profesora universitaria. Ha publicado los libros The Cow (2006), que ganó el Alberta Prize from Fence Books; Coeur de Lion (2007 -que en Argentina se consigue por editorial Triana-); Mercury (2011) y A Sand book (2019). 

Con traducción de Cecilia Pavón -también su traductora en el libro que publicó Triana-, compartimos un poema escrito a partir del juicio a los asesinos en la dictadura de los padres de la cineasta argentina Albertina Carri, al que Reines asistió cuando estaba de visita.

 

 

 

Cortina color vómito

Un poco rota

Nada de aire

Cámaras

Pantalla detrás de los jueces

Las cabezas blancas y peinadas de los asesinos

Nosotros hemos comido hamburguesas y papas fritas y hemos fumado

Son las 4:02 y los segundos pasan

25 MAR 2019 dice en la pantalla

Lo leo a través de un vidrio a prueba de balas

Nada de aire

Paredes recubiertas de madera

Como un antiguo acuario.

Una pila de papeles pasa de mano en mano

Del otro lado del vidrio

A lo que veo, quiero decirle santuario

vacío, altar desposeído de dioses

Pero no sé

El idioma

No conozco las costumbres

No soy de aquí

Y

Me he acostumbrado a no ser de ninguna parte

La última vez que Albertina estuvo en la corte dice Juliana

Mientras estaba dando su testimonio

Uno de los asesinos de sus padres se durmió

Chelsea Manning está recluida e incomunicada

Mi madre está en Penn Station

Yo llevo puesto un vestido de flores ancho y tacos aguja

Me los pongo para tranquilizar a mi abuela

Que está muerta

Porque una vez perdió la fe en mi sentido de la belleza

Tengo el cuello manchado de besos

Los chupones escondidos detrás del pelo

Nunca antes vi a un genocida

En persona. Nos vemos cansados y viejos

Pero somos hermosos, auras de curiosidad

Indiferenciada, hospitalidad y dulzura, o nosotros

Si es que soy parte de este grupo, somos gente que cambiaría

Para mejor y lo hemos intentado.

Y lo hacemos. Somos de la clase de gente que tiene curiosidad

Por vivir de una forma distinta. Incluso militantemente.

Por el amor. Somos la clase

De gente que mataron.

Y ahora los jueces han tomado sus asientos.

Una letanía de nombres me odio por no escribirlos

Tormento

Tormento

Violencia sistemática

Y artículos de la ley citados con monotonía

En clave y ceremonialmente por número

Los asesinos de canas toman notas

Cuando se termina se canta un canto

Los nombres de los asesinados son repetidos en orden

Todos estamos llorando

Todos se abrazan y se besan

Este no es mi lugar pienso y suavemente

Absorbo todo a través de mi pelo quebrado

Pero no habría puesto un pie en este país

Si toda mi familia no hubiera sido asesinada y

Siendo más precisa si hubiéramos sabido cómo

Hacer un duelo. No lo sabemos. Quizás nadie lo sabe.

Dejo que mi corazón se cocine

Cambio un duelo por otro

Intercambio un arte por otro

Y después otro

Y una ciudad, un país, una cama, un techo

Esas cosas me marcan. La marca se disuelve

Y es reemplazada por otra

Federico, Fernando, tres Julianes

No sé. Me sustituí a mí misma

Por mí misma hace mucho tiempo.

Ya lo hacía entonces

Me abandoné a mí misma.

Lo hice primero antes de que cualquier otro pudiera hacerlo

Dos hombres taladran suavemente una pared

Que ha sido salpicada con balas

Es una nueva pared

Es una nueva pared

Agachada en la brisa detrás de un contenedor

Un genocidio puede ocultar otro

El español modulado por el italiano

Ojos judíos y pelo indígena

Carne nueva desde donde el alma furiosa

respira con dificultad, en busca de alimento

Luz sin luz

Tiempo sin justicia

Como la boca de Nate, mojada pero desprovista de humedad

Algunos relojes corren para atrás dentro de Nate

Como una boca inversa

Entonces noto que él es parte de la misma generación

Y yo también

Como insectos suspendidos en ámbar

Entre el asesinato en masa y una viciosa

Forma de libertad, donde podés verte a vos mismo

Y a ellos vigilando todo lo que hacés

Colgado en una joya el sol se digna a pasar

Un bebé lloró cuando empezó el procedimiento

Y entonces mi corazón se rompió

Y entonces no hubo justicia

Y todos en la sala lo supieron

Treinta mil niños en la frontera

Yo también tengo una frontera

Vivo allí

Mi pie izquierdo suspendido sobre la frontera

Mi vestido agitándose suavemente

Leen los nombres de los asesinados y responden por ellos

Presentes, estamos presentes, estamos aquí

Donde cuarenta años han dado vueltas alrededor de un agujero

Un bebé llora

Ceremonia bizarra letanía desapasionada

Mantras de razón, código

Para el que no hay código

Ley empobrecida

Como un padre arruinado

No puede devolver el tiempo

Ni restablecer la vida y no puede

Producir una sola oración adecuada

Y  en cuanto a  mí y mi discurso protegido

Y en cuanto a mí y el final de mi línea

Como un sol arrojando su negrura sobre la cima

De un reloj de sol en un ángulo diametralmente opuesto

Y en cuanto a mi vientre en el que los bebés mueren

Mi corazón cocinándose como carne

Y el humo negro de mi corazón

Cuyo clima secó el suelo emblanquecido

Que no daba sombra

Que no me ofreció ningún pariente

Ni uno

Y en cuanto a mí y mi pequeña palabra

Mi llama, una letra, una palabra

Extranjera

Diciendo mi plegaria

Escondiendo mi plegaria en un hueco.

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