Dos poemas de Mario Arteca
Poesía argentina contemporánea
Miércoles 14 de julio de 2021
Compartimos dos piezas de la novedad de Ediciones UNLP del autor nacido en La Plata en 1960: Un mal sueño sin sonido.
Mario Arteca nació en 1960 en La Plata. Es periodista y escritor. Entres sus libros se encuentran Guatambú (Tsé-Tsé, 2003), El pronóstico de oscuridad (Bajo la luna, 2012), y Noticias de la belle époque (Club Hem, 2015), Los poemas de Arno Wolica (Caleta Olivia), Deje un mensaje después del tono (La Comuna Ediciones). Fue traducido parcialmente al inglés, francés, portugués y alemán.
Este año se publicó Un mal sueño sin sonido (Edulp) y aquí compartimos dos piezas.
Proceso de reorganización lírica
Ni en sueños esas dos palabras hubiera
ocupado un sitio de preferencia, pero
así suceden las cosas, y no hace falta
dormirse para que surjan. Me esperaban
en ayunas “amotinar y radioactividad”,
en ese orden. La cosa urbana, introspectiva
y necesaria, como todo pensamiento al azar
que quita el aire desde su punto límite,
y donde una persona pregunta a otra
si aún está en la oscuridad, y el segundo
solo responde: “Puede encender”.
Cómo me gusta el presente
Con su grupo de amigos, dejó que la escena
transcurriera delante suyo entre sesenta
y mil veces. La misma era muy sencilla:
un túnel en llamas donde se aproxima
un tren por quemarse. Porque aquello
inexorable muestra su última condición:
que lo peor ha pasado y que no hay
advertencia previa, y porque anticipo
y suceso van de la mano, de la misma
manera que el hielo se integra al lago
ante el mínimo cambio de estación.
Lo que queda de la esfera pública
siquiera es proyecto, y una vida
sin marca personal no vale un centavo.
De este modo, no nacimos para ser meros
instrumentos. Sigamos con lo nuestro,
entonces. En condiciones normales,
las cadenas de azar marchan separadas,
pero golpean unidas. Una persona
carbonizada que supone serlo es parte
de la tripulación. La diferencia es que
se exhibe aliviada, con esa manera suya
de obtener placer de las experiencias
límites. El tren sabe que se funde a miles
de grados y, sin embargo, ingresa
con toda calma al túnel encendido.