Dos funerales
Martes 17 de julio de 2018
"¿Qué mejor que el artificio, la verdad del artificio y no la verdad así sin más, puede servir para rendirle homenaje a un artista?", se pregunta el autor de Dos veces junio en esta columna. "A Ricardo Güiraldes, el autor, fue a enterrarlo Don Segundo, su personaje, que ya era real".
Por Martín Kohan.
Las flores empleadas en los funerales de Sergei Prokofiev eran todas artificiales. ¿Por qué razón? Por la siguiente: Prokofiev murió el 5 de marzo de 1953, es decir el mismo día, el mismo exactamente, en que murió Josef Stalin. Había muerto Prokofiev: nada menos que Prokofiev. Pero también había muerto Stalin: nada menos que Stalin. Y la totalidad de las flores naturales existentes, la totalidad de las flores verdaderas disponibles en Moscú, fueron destinadas al sepelio del Jefe de Estado. Para el músico hubo que recurrir a las restantes: las de tela o de papel. Lo que no deja de resultar, después de todo, lo más atinado. Porque, ¿qué mejor que el artificio, la verdad del artificio y no la verdad así sin más, puede servir para rendirle homenaje a un artista?
Otro sepelio, muy distinto: el de Ricardo Güiraldes, en octubre de 1927. Había muerto en París, un clásico de estilo. Sus restos fueron trasladados, primero a Buenos Aires, y después a San Antonio de Areco. Para su entierro, en San Antonio de Areco, se formó una escolta de gauchos. Y entre esos gauchos había uno en especial, Segundo Ramírez, que no era otro que Don Segundo Sombra. Borges observó alguna vez que Don Quijote de la Mancha, el personaje, había llegado a ser, en cierta forma, más real que Miguel de Cervantes Saavedra, su autor. A Ricardo Güiraldes, el autor, fue a enterrarlo Don Segundo, su personaje, que ya era real. No hubo tanto una verdad del artificio, en esta ocasión, como más bien un artificio que era al mismo tiempo verdad.
Tiempo después, murió Don Segundo. Su tumba y la de Güiraldes están muy cerca una de la otra. No pasa lo mismo, por lo que vi, con las tumbas de Prokofiev y de Stalin.
Nota: los datos sobre Prokofiev fueron tomados del artículo de Juliane Ribke para el CD Prokofiev - Romeo and Juliet (Deutsche Grammophon). Los datos sobre Güiraldes fueron tomados de un artículo de Luis Gusmán publicado en la Revista Ñ. La idea misma de fijarse en estas cosas fue tomada de los libros de Luis Sagasti Bellas artes y Una ofrenda musical.