Diálogos en el campo enemigo
Lunes 28 de marzo de 2016
Por PZ.
—¿Qué opiniones tenés esa entrevista hoy, casi 20 años después de haberla hecho?
—La volví a releer hace poco, la verdad es que no me acordaba nada de la entrevista. No recordaba las respuestas, quiero decir. Para entenderla hay que ubicarse en el momento de la época: época menemista, época en que no parecía haber mucha esperanza en un renacimiento de una Argentina más progresista, época en que había aparecido una alternativa aparente, que era la Alianza, el vínculo entre el Frepaso con los radicales, que entusiasmó a mucha gente. Fogwill estaba interesado en desarmar esa expectativa. Me parece que esa entrevista está vinculada a un momento específico de la historia de las revistas culturales argentinas, cuando todavía eran importantes. En los últimos diez o quince años desaparecieron, en parte —sólo en parte— a que se trasladaron a internet. La otra razón de la desaparición es que todo lo que se llamaba pensamiento crítico se disgregó o se desintegró. El lector de “El ojo mocho” era un lector afincado en la Facultad de Ciencias Sociales y aledaños, interesado en la política. Se iba a ver interpelado de una forma distinta a lo que estaba acostumbrado. El típico lector progresista, de izquierda, o politizado en todo caso, muy habitual en la Argentina, necesita certezas, necesita creer, necesita autores que claramente indiquen dónde están los buenos y los malos, cuál es el enemigo y cómo funciona el sistema. Fogwill desbarataba todo eso porque era alguien que percibía inmediatamente los intereses en juego, intereses económicos, intereses narcisistas, intereses en relación a los poderes.