Decálogo razonado del Crítico N° 1
Guillermo Nimo
Cuando el crítico es juez
Domingo 06 de marzo de 2016
Una columna de Martín Kohan sobre esas verdades que la crítica prefiere esconder abajo de la alfombra.
Por Martín Kohan.
1. El Crítico Nº1 no hace otra cosa que abrir juicios (y, en sentido estricto, más bien cerrarlos). No comenta ni analiza, y en rigor de verdad ni siquiera opina, porque las verdades que la opinión esgrime admiten que se las discuta. El Crítico Nº1 es juez: lo suyo es proferir sentencias y, más aún, en lo posible, dictar condenas. Usa tonos siempre categóricos, con la idea de que de ese modo se asegura el tener razón. Ayuda mucho el haber sido referí (Guillermo Nimo lo fue), por el hábito de ser inapelable y dictaminar esto o aquello a golpes de silbato. El árbitro y la arbitrariedad definen así su pacto fundante.
2. El Crítico Nº1 reconoce una única acepción en la palabra “criticar”: la de hablar mal, denostar, cuestionar. Por eso no deja (no puede dejar) de filtrar algún veneno incluso en lo que le gusta y lo induce al elogio. Cree que la maledicencia es su poder, no advierte que es su limitación (Guillermo Nimo se obligaba a la defenestración, le parecía que era lo que tenía que hacer para complacer al público).
3. El Crítico Nº1 se jacta de ser impiadoso (el programa de Guillermo Nimo en radio La Red se llamaba “Nimo no perdona”). Pretendiendo no hacer concesiones, practica una crueldad estéril, sin provecho ni consecuencias. Al ser tan notorio para todos que se ensaña por puro gusto, resulta dañino e inofensivo a la vez.
4. El Crítico Nº1 deja a un lado sistemáticamente los aspectos personales de aquellos a los que despanzurra (Guillermo Nimo aclaraba “excelente persona”, “gran padre de familia”, antes de dictaminar que un árbitro era horrible o un jugador era espantoso). No se sabe de otro crítico que se viese en la necesidad de hacer una y otra vez semejante aclaración.
5. El Crítico Nº1 nunca matiza: como confunde lo lapidario con lo certero, le gusta sonar enfático, rotundo, tajante (Guillermo Nimo atesoraba en cada emisión una “perla blanca” y una “perla negra”: su pasión por la asertividad se resolvía mejor en binarismos).
6. El Crítico Nº1 se reserva algunas frases para dirigirlas directamente a quien es objeto de sus críticas, en una segunda persona del singular explícita o implícita. Le gusta pensar que puede dirigirse a él de manera directa. Más aún le gusta saber que, diga lo que diga, el otro no va a poder contestarle (en esta parte, Guillermo Nimo hablaba mirando y señalando hacia la cámara con sus dedos y sus anillos y su cigarrillo y su boquilla. Pero el director de cámaras de “La noche del domingo” le jugaba en esto una mala pasada: lo hacía enfocar en picado, para que tuviese que hablar desde abajo hacia arriba, y la toma era tan en primer plano que la visión resultaba grotesca).
7. El Crítico Nº1 se piensa a sí mismo como único: gusta de imaginarse como un francotirador, por ejemplo. Es número uno sin que haya número dos, ni tres, ni cuatro. Pero aun con esta vocación de singularidad, precisa dejar entrever que tiene contactos, informantes, buenas relaciones. Eso sí: jamás menciona quiénes son (Guillermo Nimo invocaba a un asesor, oculto tras el apodo “Pirincho”).
8. El Crítico Nº1 pretende saberlo todo. Por eso no se conforma con sus veredictos de tonos acabados, también se atreve a aventurarse con pronósticos, vaticinios, profecías. Los pronuncia de la misma forma concluyente que todo lo demás (Guillermo Nimo exclamaba “¡Shik! ¡Shik!”). Pifia casi siempre, pero eso no disminuye en nada la confianza que se tiene, su certeza de ser genial.
9. Porque, ¿quién dice que el Crítico Nº1 es el crítico número uno? Él mismo, por supuesto. Le encanta elogiarse, encomiar su propia práctica, halagarse por implacable. Lo que no implica para nada, por supuesto, que el resto comparta su parecer (nótense las reacciones de bochorno del resto de los panelistas de “Polémica en el fútbol” cuando Guillermo Nimo hablaba, o la sonrisa burlona de Gerardo Sofovich en segundo plano en “La noche del domingo”. Todo sin que Nimo pareciera enterarse).
10. No son pocos los que suponen que el Crítico Nº1 compone “un personaje”. Es la explicación que buscan para sus virulencias, sus ensañamientos, sus arremetidas destempladas, sus brotes inauditos, su mal genio. No obstante, existen quienes lo conocen y aseveran que no hay ningún personaje: que él es así (yo trabajé con Guillermo Nimo hace muchos años, en el equipo de Carlos Parnisari. Y no había ningún personaje. Él era así).
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