Cada tanto sueño poemas
Por Lucas Soares
Miércoles 22 de diciembre de 2021
"Escribir se vuelve un ejercicio, casi detectivesco, de reconstrucción de un poema olvidado. Un trabajo de excavación de ese poema enterrado en el sueño". Así leyó el autor de La médium en el último Filba internacional, delicadísima cruza entre ensayo y poesía.
Por Lucas Soares.
Cada tanto sueño poemas.
Lo raro es que los sueño enteros, como si vinieran ya escritos.
No es que se escriben o los escriba mientras sueño, sino que aparecen de golpe y los contemplo en el sueño tal como lo haría cuando termino un poema en vigilia.
Así como una tormenta trae cosas, el sueño cada tanto me trae poemas.
Pero mientras contemplo el poema en el sueño, hay algo que viene a ensombrecerlo todo.
La sensación de que al despertar no voy a poder recordarlo. Que el poema va a perderse para siempre. Incluso mientras sueño con él soy plenamente consciente de que debería despertarme cuanto antes para poder transcribirlo en el cuaderno que tengo en la mesa de luz. Y también de que mientras no lo haga debo hacer grandes esfuerzos para fijarlo en la memoria.
Al final, la violencia del despertar se lleva puesto al poema. La amnesia se expande como una mancha por la mente. Ese texto nacido del propio vapor del sueño y que en él se leía naturalmente, se esfuma. A veces sobreviven uno o dos versos como esquirlas de esa batalla por retenerlo.
Escribir se vuelve un ejercicio, casi detectivesco, de reconstrucción de un poema olvidado. Un trabajo de excavación de ese poema enterrado en el sueño.
Pienso en los paralelos entre el final abierto de un sueño y el de un poema. En cómo replicar la narrativa interrumpida del sueño en el poema. Quizá por eso los poemas que más me gusta leer y escribir sean los que se presentan como amputados o no acabados. Los que al igual que los sueños nunca terminan de decir su última palabra. Poemas a los que pareciera faltarles el verso final. Que renuncian a la comodidad de aquellos finales sentenciosos y conclusivos.
Así es como la arquitectura del poema puede aprender algo de la arquitectura del sueño: que las palabras siempre son más bellas en su desaparición.
Estos son algunos de los poemas soñados que pude reconstruir.
asunto: oye
anoche tuve un sueño
año 2050
los polos descongelados
los mares crecidos
los nevados vueltos ríos
altas temperaturas
el hombre se vuelve isleño, tropical
bonito a pesar de todo
en qué andas metido? tú
*
con la mitad del cuerpo hundido
cruzamos un mar entre bandadas
de tábanos, cada tanto algún barco
nos ignoraba y la cabeza de un perro
nadaba convencida hacia la orilla
apenas dimos con una playa dibujaste
con la punta del pie en la arena
la vuelta recorrida que el agua
borró enseguida
*
alguien me persigue
corro mucho y doy con una fortaleza
subo por una escalera caracol hasta llegar
a un mirador altísimo desde el que me tiro
al mar. plash. feliz de haberlo dejado atrás
hago la plancha. el cielo raso, los brazos en cruz
el silencio absoluto del agua en los oídos
me despierto convertido en un pez
que no sabe para quién
simula su muerte
boca arriba
*
el perro excitado que corre por la playa
la pareja pensativa de los días nublados
una madre que le enseña a su hijo a tomar tequila
me despertó un sueño
que no hizo a tiempo
de convertirse en un sueño
*
nos creíamos vitales
a través de los ojos
de una pareja de viejos
que bajo la sombrilla
no despegaba la vista
del llanto diabólico de un chico
frente a su montaña
de arena aplastada
*
volví a soñar con ese gordo
todo tatuado y lleno de pozos en la cara
que tanto miedo nos daba desde que un isleño
nos contó que alguien todo tatuado
y lleno de pozos en la cara
había matado a un joven
de quince puñaladas
por una discusión insignificante
*
un infierno sonoro de insectos, los ojos
huecos de los peces en la arena
y esa sombrilla que nos daba
terror abrir porque siempre
salía algún bicho
últimamente la vegetación
inútil de los sueños
me despierta mal
*
dormías mucho a cualquier hora
desvelado yo seguía las vetas
de la madera en el techo
sintiendo las descargas
eléctricas de tu cuerpo
que se despertaba sobresaltado
al ver mi cara pegada a la tuya
como quien espía el sueño
fugaz de un animal