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Cada cosa es todas las cosas

Recordando el Filba 2020

Una montaña de libros, una biblioteca arbitraria y personal. Una mujer toma un libro y lee un fragmento al azar. Y otra mujer responde con otro fragmento de otro libro tan impulsivo como azaroso. Cuando el contacto es remoto, las palabras son un puente. Compartimos los textos de la performance remota inspirada en El espíritu es un libro de Agustina Muñoz y Bárbara Hang. Aquí para ver el video.
 
 

Por Cynthia Edul, interpretado por Silvia Gómez Giusto y Paula Salomón.

 

 

Acto I

Algo que obliga a la voz a la lentitud que conviene. Se parece a la luna, porque es circular. La luna tiene dos noches de edad, yo, una. La tiene en la palma de la mano, dice. Entremos en las pesadillas. Las mías son siempre las mismas. Tengo dos pesadillas que pueden llegar a confundirse.

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje. Nos arranca voces de jubiloso dolor. No dejó nada, la abandonó sin mirarla. ¿Qué es la verdad?

Vamos a bañarnos al arroyo. El hongo rezongaba de adentro de sí mismo, se apretaba al sauco, le tomaba el jugo, el vino. De la galera de los magos brotaban lechugas y sueños en canje. Caminaban entre el alambre y el naranjal. Así veía los rosetones de oro. Todo parecía tan veloz.

Cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare.

Y el águila. Amiga, ¿qué pasa? ¿ya no me cuentas? ¿qué sucederá? ¿una tormenta?

Botes vacíos contra la orilla de nuestro presentimiento. Un mercado de frutas, verduras, pescados flores. El aroma a café. Puestos llenos, benditos. Siempre el telón bajo para la actividad interna. Una mariposa vuela alto sobre mi jardín. Una mariposa se relaciona con mil flores y moría bajo el sol sin protector. Dios sabe lo que eso significa. Atrapar la novedad con los dientes, masticarla, aunque no sea necesario. Y se produce el milagro.

En los amores y odios, están las ideas. Ensancho el paso. Con hachazos. Seguía existiendo un problema lógico: no creía en mí. ¿Cómo puedo ser perfecta para vos? Yo siempre estoy esperando el milagro.

Que el lucero amanezca en vos encandilado. Son los clavos. Botes vacíos contra la orilla de nuestro presentimiento. ¿Había pensado en esos momentos? No es un capricho infantil, realmente desearía no romperla. Por todas partes se abre un camino oculto. ¿Cuánto se huye buscando la pobreza y lo sublime?

Ha pasado mucho tiempo. Algunas personas lo llevaron durante largas travesías con ellas. Y, ¿por qué no se cansan? ¿por qué no? Porque los locos no se cansan. ¿Cómo van a cansarse los locos? Se sentó. Después de correr. Un poquito. Ubicación: siempre aquella noche inmensa que generó todos los futuros domingos y todos los futuros cargueros y leche con espuma y generó la luna y la sombra gigantesca de un árbol. Apenas pequeño y frágil. Árboles lisos. No, no es posible. Están fuertemente unidos al suelo. Incluso esto es solo aparente.

Era una emergencia, como si los labios de la mentira estuvieran cada vez más violetas. Lo mejor que se puede hacer es soportar todo con calma.

 

Acto II

Mirar a los otros con mirada animal. No sentir remordimiento. En pocas palabras, hundir el fantasma de vida que aún subsista. La planta nace, crece madura y muere, sin ningún objetivo de satisfacer algún instinto. El aire que se respira es verde, aire tibio y ligeramente húmedo. Mis ojos no me podían engañar.

Cayó en la cuenta de que no había visto, luego se preguntó cuán grave había sido. ¿Había sido herida? Yo sé que ese valle inmenso con un ligero aire renacentista, me espera. ¿Quieres escuchar un poco de música?

Dese usted razón a su sentimiento. Y aún si usted no tuviese razón, el sentimiento de su vida íntima lo conducirá a otras certezas. Se instaló en mis días, un caminar hacia el abismo. Supuse que los pájaros eran un símbolo. En esta parte de la historia, todo era simple y sencillo. La soledad no está sola. Salirse de las cosas, de mis miradas.

Y por favor, que me hablen siempre.

Un tránsito breve. Silencio. Yo me uno al silencio, yo me he unido al silencio, y me dejo hacer. Es tiempo, tiempo para mi historia. He aquí lo difícil. Caminar por las calles y señalar el cielo o la tierra. Me siento lejos, lejos, ahora me siento lejos, y me siento lejos de estar cerca. No estés aquí. Lento en mi sombra, la penumbra hueca, exploro. Yo me figuraba el paraíso. Edificio geométrico, sin ladrillos, derecho como una vela. Un acto de fe.

Un modo de ver el ángulo del sol. En esa hora crepuscular, en que busco la muerte, que de todas las horas de su suerte, esta perdure, amarga y vencedora. Tendido en la azotea, a la sombra del viejo manzano, escarbarse los dientes. Nadie hubo. No se parece a nada. Como si yo fuera un ser humano.

Con voz poco inteligente, decía: todo depende de la forma en que lo mires. Yo conozco a un tipo que siempre estaba tocando madera, echaba flores desde su interior, como una dádiva. Se quitaba flores de diversos colores, áureas, blancas, livianas y gruesas. Estoy tal vez siendo movido, pero yo no me muevo. Las luces amarillas tampoco. Abajo no se ve un tampón de vidrio. Envuelto en tul blanco, a veces se enredaba algún insecto.

Los delgados narcisos guardaban la fresca agua de lluvia.

¡Oh! ¡La vida!

Se pasea orgullosa

Y tristísima.

Rompemos las marchitas ramas de un bosque

Gime con fuertes alaridos.

Un tronco cargado de hongos feroces.

La virgen manchada corría entre los troncos. Se comía una honga feroz como quien traga algo muy sexual. Y gemía, mientras tragaba.

 

Acto III

Niña traída de tan lejos. A veces fulgurece su mirada debajo del cielo.

Mis palabras se adelgazaban a veces, como la huella de las gaviotas en las playas. En los oscuros pinos, fulgurece la luna sobre las aguas errantes. Habla con la voz que está detrás de la voz. Emito los mágicos sonidos, una mirada azul. Vida. Mi vida.

El corazón del viento latiendo sobre nuestro silencio enamorado. Aquí se cumplen los oráculos de mi vida. Y todo se va cumpliendo. La oscuridad está vacía. Monstruos alados. Del pico curvo de estos pájaros fabulosos. Antes de ser un monstruo y un remolino. Rosas y bosques. Nada más.

Los dioses la convirtieron en roca. El rugido de las olas contra la roca es oído por los navegantes. ¿Qué es importante? Lo pregunto, lo pregunto con urgencia. ¡Que me arrebate una lejana voz!

 

Acto IV

Las horas han volado.

Las hice volar.

 

Acto V

Fue a mirar su preparativo. Miró un calendario de otros tiempos. Comenzó la lucha por el alba. Lloró un poco, un llanto casi vaginal, pero esperaba un gran día. Se besaba las manos. Imposible hablar con palabras. Ninguna confianza en el azar. Todo está inmóvil en la inmensidad. Las cosas tienen tamaño de moscas. Cuando la sed es solo un pozo, cuando es negro en la garganta, cuando el cuerpo traiciona. Las frutas adivinan el deseo de quienes las van a probar.

Muchos muertos creerían que están en el cielo. Una distancia afín a la que separa el deseo de la palabra.

Procuré e hice una lista de objetos y personas, que después de conocer en sueño, había encontrado en la realidad. Ya no sé si amo u odio. En verdad, ni uno ni otro. Nombres que aprendí en no sé qué experiencia lejana infantil.

Un instante pasó.

Entonces empezó a cavar con sus propias manos, esperando estar dirigiéndose hacia arriba, pero sin estar segura que así fuera. Fatiga de sombras, demasiado fieles. Una criatura vegetal crece, con lágrimas que llora. Guardaba constancia de todo, pedazo a pedazo.

Seguirlo, ¿a dónde? Si más allá no hay nada.

¿A qué se debe su carga en este episodio?

Eso corría peligro. No podemos adelantarnos. La noche ha terminado. El día despunta, las puertas se abren.

Bueno, llegamos a este momento terrible. Lo que ven es una montaña más alta que ninguna de las que han visto alguna vez.

No, a la desesperación. De todas las desventuras que debe soportar. No. Lo que yo quiero es ver el azul.

Hoy estoy lúcido, como si no existiese.

Pero debía estar preparado.

Fin.

 

 

 

Inspirado en:

Ernst Hemingway. Al otro lado del río y entre los árboles. 

Samanta Schweblin. Pájaros en la boca y Distancia de rescate. 

Rosario Bléfari. Poemas en prosa. 

Alejandra Pizarnik. Diarios. 

Roberto Bolaño. Amuleto. 

I ching. El libro de las mutaciones. 

William Shakespeare. Sueño de una noche de verano. 

Mario Bellatin. La escuela del dolor humano de Sechuán. 

Martin Heidegger. Arte y poesía. 

Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. 

Franz Kafka. La metamorfosis. 

Michel Onfray. La potencia de existir. 

Un tal Lucas. Julio Cortázar. 

Fernando Pessoa. El libro del desasoiego. 

Jorge Luis Borges. Obras completas. 

Clarice Lispector. Revelación de un mundo y La hora de la estrella. 

Harold Pinter. Los enanos. 

Tennessee Williams. Dulce Pájaro de juventud. 

Samuel Beckett. Endgame. 

Charles Bukowski. Burning in water drowning in flame y The days run away like wild horses over the hills. 

Italo Calvino. Todas las cosmicómicas

Lorrie Moore. A ver qué se puede hacer. 

Amelie Nothomb. Metafísica de los tubos. 

Silvina Ocampo. Cuentos Completos. 

Arturo Carrera. Fastos. 

Clarice Lispector. Descubrimientos, La araña, Aprendizaje o el libro de los placeres

Homero. La Odisea. 

Yasunari Kawabata. En el lago y Mil grullas

Haruki Murakami. El pájaro que le da cuerda al mundo. 

M. Maeterlinck. La inteligencia de las flores.

Marosa Di Giorgio. Rosa Mística y Camino de las pedrerías. 

Manuel Puig. The Buenos Aires Affair, Cae la noche Tropical y Boquitas Pintadas

Yukio Mishima. La perla y otros cuentos 

Eugen Herrigel. El zen en el arte del tiro con arco 

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