Arrancó el Filba
Juan José Becerra
Anoche, en el Malba
Martes 26 de setiembre de 2017
Ante una sala completa, y con discurso inaugural a cargo de Juan José Becerra, se lanzó el Festival Filba Internacional que continúa hasta el domingo en Buenos Aires, después de su versión montevideana.
Como corresponde a un festival de literatura, antes que nada hubo escritores haciendo lo suyo: escribir. Para calentar motores, el Filba abrió su nueva edición porteña (después de dar por concluida la montevideana) con un taller de Pablo Ramos por la mañana y con una mesa de lectura por la tarde. Carlos Busqued, Leila Sucari, Juan Álvarez, Sergio Ernesto Ríos, Liliana Bodoc y Agustina Luz López leyeron, por turnos, el relato de su peor día de furia.
Minutos después, el auditorio del Malba sería escenario de la inauguración oficial, a sala repleta. Eugenia Zicavo, socióloga y periodista, abrió el encuentro presentando la consigna de la novena edición: la violencia. Cómo la literatura puede dar cuenta de las distintas violencias, cómo el lenguaje puede colaborar para visibilizar estas violencias, propuso: "Pensaba en la emergencia de nuevas palabras para dar cuenta de violencias muy antiguas que antes no se nombraban, y parece que lo que no se nombra no existe: pienso en la violencia machista, en la violencia de género, en la violencia obstétrica, en el bullying y en las diferentes maneras de llamar a las violencias ejercidas por el Estado".
Pablo Braun, director de la Fundación Filba y alma máter del festival, propuso aprovecharlo como un espacio para visibilizar el tema pero también para pensarlo y repensarlo. A casi diez años de labor ininterrumpida desde la fundación, Braun subrayó la necesidad de que se generen más y mejores campañas de promoción de la lectura -entendida como herramienta de igualación de oportunidades-, entre ellas un Plan Nacional de Lectura integral y la regularización de los acompañamientos y apoyos como el del Mecenazgo Cultural. "Somos 100% del palo de los libros, y queremos transformar, dentro de nuestras posibilidades, la realidad, trabajando codo a codo con quiénes forman parte de este palo, sin importar banderas de ninguna clase. Y sabemos que hay muchísimas personas en todos lados que piensan como nosotros. Y a veces, las burocracias, ya sean públicas o privadas, no lo permiten", dijo al micrófono, antes de cedérselo a Juan José Becerra, a cargo del discurso inaugural.
"La literatura es una selva de contradicciones que mejor no podar", se le oyó. De Gombrowicz a Aira, de Borges y sus aventuras en la playa con Bioy Casares hasta Lamborghini como erupción de temblores ancestrales, pasando por Twin Peaks, el desarrollo del autor de El artista más grande del mundo fue una notable muestra de su inteligencia irónica y a la vez un mapa posible y personal para ordenar la biblioteca.
"La violencia humana, pese a lo que digan de su significado los diccionarios, es una fuerza contenida que puede llamar al interés un poco más tenso de la reflexión literaria. En primer lugar para decir que, al ser inocua, la violencia de la literatura no está obligada, por presión del remordimiento moral, a la autocensura de quienes la hacen. ¿Por qué habría de contenerse la violencia allí donde nadie rompe nada ni ejerce la autoridad, salvo en la modalidad inmaterial de la representación?", se preguntó. "La literatura -cuyos reyes han sido por lo general anarquistas sueltos- brilló siempre en las combustiones de la acefalía, contra los contextos, a contrapelo de la época, en la desobediencia, invirtiendo mal sus recursos y consolidando un carácter de problema sin solución. Es en las actividades negativas donde pueden verse con algo de optimismo las condiciones de su supervivencia".
Al extinguirse los largos aplausos para Becerra, en el escenario apareció la última función del primer día del noveno Filba: una impactante obra de danza, Jugadora muda en bata, a cargo de la bailarina, actriz y coreógrafa Leticia Mazur, Martín Minervini y Gianluca Zonzini. ¿Cuánta violencia puede soportar un cuerpo? ¿Cómo se defiende? ¿Cómo toma venganza? Una explosión de pintura roja cerró la noche y dejó flotando más preguntas que respuestas. Y así siempre resulta cuando se propone, profunda y honestamente, pensar.