"Hay detalles que brillan sólo en una novela"
Eugenia Almeida y Luis Chitarroni
Lunes 23 de marzo de 2020
Enviamos algunas preguntas a los jurados del Primer Premio de Novela Fundación Medifé - Fundación Filba, y el resultado fue un intercambio riquísimo alrededor del género que los ocupará pronto, al recibir los libros que ya se están postulando.
Por Valeria Tentoni.
Tal y como se anunció hace un par de semanas, Fundación Filba se asoció a Fundación Medifé para lanzar el Primer Premio de Novela, con bases diseñadas a partir del estudio de varios premios internacionales entre los que se cuentan el Man Booker o el Pulitzer. En el jurado estarán Eugenia Almeida, Luis Chitarroni y Beatriz Sarlo, quienes elegirán la obra ganadora de una lista corta de cinco que se avanzará en agosto, después de una lista larga de diez que se conocerá a fines de junio.
Mientras comienzan a llegar las primeras postulaciones, enviamos algunas preguntas a dos de los integrantes del jurado acerca del género que los ocupará en su elección de la obra ganadora.
¿Cómo se vincularon con la novela durante su vida? ¿Cuál fue, por ejemplo, la primera novela que maravilló a la autora de libros como El colectivo, La pieza del fondo o el reciente y bellísimo Inundación? "No recuerdo exactamente qué novela era pero sí la sensación de haber encontrado un mundo al comprobar que no todo eran las 'historias cortas' que yo conocía hasta ese momento. Sospecho que debe haber sido uno de esos libros de aventuras de la colección Robin Hood. Incluso me arriesgaría a decir que quizás era La isla del tesoro, de Stevenson. Posiblemente es un recuerdo construido pero siempre que pienso en ese momento, lo que me viene a la memoria es aquella historia", responde.
Eugenia Almeida confiesa que leía vorazmente de chica, "incluso generando la preocupación de mi madre": "El descubrir que había mundos en los que podía habitar más tiempo, con más detalle y con más páginas, fue toda una fiesta".
¿Y cuáles fueron las novelas recientes que los impresionaron? Almeida responde: "Es más complejo, porque cada momento reclama algo distinto. Hace unos días leí El amigo, de Sigrid Nunez y encontré ahí algo fresco y tradicional a la vez en relación al dispositivo que puede ser una novela. A veces quedo deslumbrada ante una novela que podríamos definir como 'sin costuras'. Algo que parece no tiene marcas de haber sido armado, no sé si me explico bien. Eso me pasó con América alucinada, de
Betina González. Tres hermanos, de Esther Cross, también me gustó mucho en ese juego de ser y no ser una novela.
Las novelas de Duras siempre son, para mí, una celebración del género. Y ahora recuerdo también, El baile, de Irène Némirovsky; breve, certera, llena de fuerza. La saga de los confines, de Liliana Bodoc. Vuelvo y vuelvo ahí. A maravillarme y conmoverme".
"La novela es un género de una suficiencia, y a la vez una incompletud, incomparables", dice Chitarroni. "Me quedo pensando en los personajes como si fueran mis amigos. El Duhring de Momentos, cuya subjetividad se asoma a la superficie con un impromptu difícilmente memorable, fulgurante, que interrumpe ese raro discurrir meteorológico que solo alguien como el autor puede registrar con tanta precisión —o apariencia de precisión— metafórica...", sigue el autor de La noche politeísta.
¿Qué placeres exclusivos ofrece la novela o buscan en ese género? "Un mundo. No un tramo de mundo. Un mundo completo. Con sus paisajes, sus tonalidades, sus densidades, sus lenguajes. Algo completo que no viene a convertirse en una parte de mi vida sino a trastocarla mostrándome otro mundo posible. Otra sensibilidad, otra concepción de la experiencia", remata Almeida, a quien le hicimos una última pregunta:
¿Qué puede dar una novela que ningún otro libro puede dar?
Una profundidad que necesita cierto tiempo expandido para desplegarse. Hay detalles que brillan sólo en una novela. Hay algo en el género que replica la trama narrativa de la que están hechas nuestras vidas. Un poema, un cuento pueden ser un relámpago. La novela es una tormenta entera. Desde el primer tramo de oscuridad en el cielo hasta el respiro de ver que el agua, finalmente, cede.