Poesía

Tres poemas de Mary Oliver

En versiones de Natalia Leiderman y Patricio Foglia

"Es un libro menos luminoso, menos directo, más ambiguo como todo sueño, más claroscuro. Hay una Mary Oliver que busca y elabora, que entra de lleno en el viejo y querido trabajo humano". Tres piezas de la novedad de Caleta Olivia.

Poemas de Mary Oliver. Versiones y presentación de Natalia Leiderman y Patricio Foglia.

 

Dream Work” (título original del libro) se publica en 1986 y le sigue a “American Primitive” (1983), poemario con el que la poeta gana el Premio Pulitzer y a partir del cual adquiere cierta popularidad en Estados Unidos. Quizá sean éstos dos de los libros que más nítidamente condensan las claves de su propuesta poética. Porque exhiben las marcas y el sudor de un proceso, de un trabajo que deja rastros y que permite ver de cerca una poética crepitante, en expansión de sí. A diferencia de “Red Bird” (2008), libro bastante posterior que tradujimos para esta misma editorial en 2017, “Dream Work” es un libro menos luminoso, menos directo, más ambiguo como todo sueño, más claroscuro. Hay una Mary Oliver que busca y elabora, que entra de lleno en el viejo y querido trabajo humano. De esta dolorosa búsqueda, de esta vulnerabilidad, nacen -no casualmente- algunos de sus poemas más queridos, más potentes y esperanzadores, como Wild Geese o The Journey.

   

Poema de la mañana

 

Cada mañana

el mundo vuelve a crearse.

Bajo los rayos

   

naranjas del sol

las amontonadas

cenizas de la noche

otra vez se transforman en hojas

 

y regresan a lo alto de sus ramas —

y las lagunas parecen

telas negras

con islas pintadas

 

hechas de flores de verano.

Si tu naturaleza

es ser feliz

vas a nadar a lo largo de suaves senderos

 

horas y horas, y tu imaginación

iluminará cada lugar.

Y si tu espíritu

lleva en su interior

 

la espina

más pesada que el plomo —

si todo lo que podés hacer

es arrastrarte por el camino —

 

hay todavía un lugar adentro tuyo

una bestia gritando que el mundo

es exactamente lo que quería ser—

 

cada laguna con sus lirios encendidos

es una plegaria, escuchada y respondida

generosamente

cada mañana

 

te hayas atrevido, o no

a ser feliz

te hayas atrevido, o no

a rezar.

     

Gansos salvajes

 

No tenés por qué ser buena.

No tenés por qué caminar de rodillas

cientos de kilómetros a través del desierto, arrepintiéndote.

Solamente tenés que dejar que el suave animal de tu cuerpo

ame lo que ama.

Contame del dolor, tu dolor, y yo te contaré del mío.

Mientras tanto, el mundo sigue girando.

Mientras tanto, el sol y los nítidos cristales de la lluvia,

atraviesan los paisajes,

las llanuras y los bosques profundos,

las montañas y los ríos.

Mientras tanto, los gansos salvajes, en lo alto del cielo, puro y azul

vuelven a casa otra vez.

Quienquiera que seas, no importa cuán sola estés,

el mundo se ofrece a tu imaginación,

te llama como los gansos salvajes, áspero y apasionado,

anunciando una y otra vez tu lugar

en la familia de las cosas. 

     

El viaje

 

Un día por fin supiste

lo que tenías que hacer,

y empezaste

a pesar de las voces

y los malos consejos

a tu alrededor —

a pesar de que toda la casa

empezó a temblar y sentiste

aquel antiguo tirón

en los tobillos.

“¡Arreglá mi vida!”

gritaba cada una de las voces.

Pero no te detuviste.

Sabías lo que tenías que hacer

aunque el viento hurgara

con sus dedos rígidos

en tus cimientos —

aunque su melancolía

fuera terrible.

Ya era bastante tarde

una noche salvaje

y el camino estaba lleno de ramas

caídas, y de piedras.

Pero de a poco

mientras dejabas atrás las voces

las estrellas empezaron a arder

a través de la tela de las nubes 

y una nueva voz apareció

y lentamente

la reconociste como propia

y te hizo compañía

mientras caminabas con pasos largos

más y más adentro

del mundo

decidida a hacer

lo único que podías hacer —

decidida a salvar

la única vida que podías.

       

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