VIII poema de amor
Martes 22 de enero de 2013
Paula Jiménez España selecciona los poemas de enero. En esta oportunidad elige el Poema VIII de los Veintiún poemas de amor, de Adrienne Rich.
Seleccionado por Paula Jiménez España:
Leí los Veintiún poemas de amor de Rich por primera vez en 1996, después volví a ellos en incontables ocasiones durante todos estos años. Cuando me regalaron ese libro publicado por Visor sentí que había encontrado al fin la poesía que necesitaba leer: una que me representaba. Eran versos escritos de una mujer a otra en los que subyacía un pensamiento político, una linea de lucha que apuntaba al fin del sufrimiento, a la propuesta de una vida plena, libre, íntegra para las lesbianas y no versos meramente amorosos o eróticos. Fue para mí todo un descubrimiento, y empezó con ellos el alivio: yo también tenía la posibilidad de apropiarme, como Rich, del lenguaje y experimentar su verdadero poder: hacer existir a través de la palabra, porque lo que se nombra existe. Por estos motivos quiero incluir el poema número 8 de la serie, en esta selección. Su lectura en aquel momento me salvó de la soledad, me orientó e hizo fluir hacia lugares más definidos los caminos de mi propia escritura. Yo también quería escribir para transformar y transformarme. Lo supe hace dieciséis años. Lo sigo sabiendo.
Poema VIII
de Adrienne Rich
Me puedo recordar en Sunion hace años,
dolorida, con un pie infactado, Filóctetes
con forma de mujer, cojeando por el largo sendero,
recostada sobre un promontorio junto al oscuro mar,
la extendida mirada sobre las rojas rocas donde un mudo
espiral blanco me reveló el estallar de una ola,
imaginando la fuerza del agua desde esa altura,
consciente que mi oficio no era el suicidio,
pero en todo momento amamantando, sintiendo esa herida.
Ya pasó. La mujer que alimentaba
su dolor ha muerto. Yo soy de su linaje.
Amo la piel cicatrizada que heredé,
pero quiero caminar contigo ahora,
luchando contra la tentación de hacer oficio del dolor.