Un poema de Joaquín Giannuzzi
Lázaro
Viernes 16 de junio de 2017
Hijo de inmigrantes italianos, nació en Buenos Aires en 1924, ciudad en la que falleció ocho décadas después. Fue poeta, periodista y crítico literario, y una pieza clave para comprender el devenir de la poesía argentina. "Quizás / hubo un proyecto distinto para mí / en alguna probable lotería / y mi número no salió".
"En realidad experimento el sentimiento dramático de la poesía en el sentido de que me abre una rendija, una expectativa posible de instalar una fe en lo desconocido. Por eso siento que la poesía no concluye en ella misma, es decir, limitada al ámbito estético, sino que se proyecta a la región de lo secreto librando la batalla de tener razón contra la muerte y el sinsentido", decía Joaquín Giannuzzi en entrevista con Ivonne Bordelois.
Hijo de inmigrantes italianos, nació en Buenos Aires en 1924, ciudad en la que falleció ocho décadas después. Fue poeta, periodista y crítico literario, y una pieza clave para comprender el devenir de la poesía argentina. Tomado de su Obra poética editada por Emecé en el año 2000, el que sigue es un poema breve, muy breve.
Y enorme.
Lázaro
Los granos de trigo egipcio germinaron
después de cuatro mil años de sombra.
Esto puede parecer demasiado hermoso.
Pero si la energía de la vida
soñó largamente en medio de la muerte
unas pocas gotas de agua y de luz
bastan para que Lázaro mueva los párpados.