La sirvienta por horas
Martes 13 de noviembre de 2012
El segundo poema de la selección del bahiense Marcelo Díaz para noviembre es de César Fernández Moreno y se publicó en la edición de Perfil de su Obra poética, a cargo de Jorge Fondebrider.
Dice el autor de Es lo que hay (Ed. 17grises) sobre la poética de César Fernández Moreno:
César Fernández Moreno interrogó en gran parte de su obra (la que comienza con Argentino hasta la muerte, y lo define como poeta) la relación, problemática, entre lengua hablada, nacionalidad, y poesía. Aclaremos que no es una relación que CFM haya sacado de la galera, sino el nudo de muchas de las poéticas que surgen hacia los años 60 en Latinoamérica, como la de Nicanor Parra, Mario Benedetti o Roque Dalton, entre otros. Y aclaremos que tampoco es una problemática nueva en los 60, sino que viene en tono de debate desde los rounds entre Sarmiento y Bello, o los enfoques divergentes de Arlt y Borges en sus respectivos “idiomas de los argentinos”.
En el caso de CFM, “Argentino hasta la muerte” es el poema en el que esto se manifiesta más claramente y es el punto de articulación con muchos otros de sus poemas al respecto. De estos, el que siempre me resultó más intrigante, incómodo y atractivo es “La sirvienta por horas”. Es un poema humildísimo, en principio porque no fue escrito con la intención de ser un poema (se trata de la nota que deja la mujer que limpia en la casa del poeta y que él decide publicar como poema), y a la vez muy potente, porque si hablamos de lengua hablada, la pregunta que plantea es ¿hablada por quién?
No es la primera vez que escritores que pertenecen a sectores medios de una sociedad recrean, se apropian o median la voz de sectores populares, en la mayoría de los casos para vehiculizar a través de esa voz denuncias sociales. Antes que simplificarla, esta operación vuelve más compleja aún la relación entre lengua hablada, nacionalidad y poesía (o literatura). Lo que “La sirvienta por horas” aporta es parquedad (se trata de una nota y no de un monólogo) y un par de detalles que instalan la diferencia de clase sin estridencia: la “y” en yovía, y la tensión en sordina entre el “estimada” y el “no sé si vengo mañana”. Pero además, parece estar trazando un límite en una escritura tan dada a atravesar límites como la de CFM (no solo en sus poemas, también en sus ambages), el de sostener una voz poética con el mínimo recurso (tal vez el punto más distante del carnavalesco “Argentino hasta la muerte”). Si en Leónidas Lamborghini la voz del oprimido es un balbuceo crispado por la interrupción, en esa voz de “La sirvienta por horas” hay una rara dignidad que se apaga no bien se manifiesta.
Hay un verso de Parra que dictamina “el que dice corcel en lugar de caballo tiene su porvenir asegurado”. En la elección de las palabras y en la voz de quien habla se juegan decisiones políticas. Me acordé de este poema de CFM justamente en abril, al leer el conflicto de las dos Rosas: Rosa Díaz, conocida en la televisión argentina con el diminutivo cariñoso de Rosita, mucama de Rosa María Martínez Suárez, alias Mirtha Legrand (con h y apellido símil francés), marcando la diferencia desde el nombre, una denunciando a la otra, después de años de segundos planos.
La sirvienta por horas*
Por César Fernández Moreno.
estimada señora
la ropa está limpia
no la tendí porque yovía
y no sé si vengo mañana
me siento enferma
*Transcripción literal de un mensaje dejado por María.