Halcón en reposo: un poema de Ted Hughes
Poesía inglesa
Miércoles 07 de octubre de 2020
Tomamos una pieza de ese libro nocturno, al decir de Luis Chitarroni, que nos dejó el poeta nacido en 1930 en el Reino Unido: Poemas de animales.
Poemas de Ted Hughes. Traducción de Javier Calvo.
“¡El fuego puede saltar y morder!”, exclamó Ted Hughes cuando tenía cuatro años, después de quemarse por primera vez. Sus padres, Edith Farrar Hughes y William Henry Hughes, lo habían llamado Edward James cuando nació en Mytholmroyd, Yorkshire, el 17 de agosto de 1930, bajo el signo de Leo. Fue Sylvia Plath, su primera esposa, quien hizo que el sobrenombre americano que le había puesto a su enamorado inglés se convirtiera en el modo en que todos lo identificarían. En este blog, a Ted Hughes ya le dedicamos un perfil.
Ahora tomamos una pieza de ese libro nocturno, al decir de Luis Chitarroni, que nos dejó el poeta nacido en 1930 en el Reino Unido: Poemas de animales. Vienen de su versión de Mondadori traducidos por Javier Calvo.
Halcón en reposo
Me poso en lo alto del bosque con los ojos cerrados.
Inacción. No hay fantasías engañosas
entre mi cabeza ganchuda y mis patas ganchudas.
O bien, dormido, ensayo muertes perfectas y como.
¡Qué prácicos son los árboles altos!
La levedad del aire y el rayo del sol
son ventajas para mí.
Y la Tierra me muestra su rostro para que yo lo inspeccione.
Mis patas se cierran sobre la áspera corteza.
Hizo falta toda la Creación
para producir mis patas y cada una de mis plumas:
ahora agarro la Creación con mis patas.
O me elevo y hago girar todo despacio.
Mato donde quiero porque todo es mío.
No hay sofisma en mi cuerpo:
mis modales consisten en arrancarcabezas,
son el subsidio de la muerte.
Porque la única ruta de mi vuelo pasa directamente
a través de los huesos de los vivos.
No hay argumentos que legitimen mi derecho:
el sol va detrás de mí.
Nada ha cambiado desde que empecé.
Mi ojo no ha permitido ningún cambio.
Y voy a hacer que todo siga así.