Dos poemas de Sergio Bizzio
Poesía argentina contemporánea
Miércoles 02 de diciembre de 2020
En edición de Caleta Olivia editora, tomamos dos piezas de Te desafío a correr como un idiota por el jardín. "Cada poema parece contener varios, por la densidad de sus propuestas, abiertas a direcciones diversas de significación", dijo Joaquín O Gianuzzi sobre la obra poética del autor de Rabia.
Bizzio, apelando a menudo a un tono desenfadado o zumbón, embarcándose en el delirio de la palabra, quiebra los rostros convencionales del universo múltiple que se ofrece a nuestra experiencia sensorial. Como resultado de tal empresa, cada poema parece contener varios, por la densidad de sus propuestas, abiertas a direcciones diversas de significación.
Joaquín O Gianuzzi
Fotografía
Traigo una foto que tomé de chico:
un viejo en su carreta y atrás paja seca,
su corona. Eso me recuerda,
por el humo del sol,
los pies de mi abuela (ahora que mi abuela
es un montón de huesos queridos) en agua con sal.
Nosotros nunca nos dejamos ir.
Hacemos bien, quizá. ¿Qué importancia tiene
que la lluvia y el fuego bajen y suban y se confundan?
Nosotros huímos, poniendo el pie sobre la huella:
hasta en los días más felices
besabas con terror tu futura ceniza.
¿Hacemos bien en quedarnos mientras corremos?
En tanto yo te recuerde
todo lo que quieras olvidar
no será verdaderamente olvidado, es lógico.
No lo es, en cambio, que las cosas que nunca nos dijimos
habiten ese pañuelo que además arrastran hacia tu frente
Su
Querida Su:
paso días, paso largas temporadas
sin escribir. Pero esta mañana
encontré tu papelito (con tu letra)
“¿Por qué no puedo hablar de plata
con el marido de la estrella?”
dice.
No hay ninguna arboleda
fosforescente, Su.
Es tu trabajo, tenés que hablar de plata.
Yo, Su, que viviré y moriré
¿conozco alguna justicia que no sea
fundada en el azar? Anoche soñé
que era una muchacha en una hamaca
paraguaya. Y creía, meciéndome entre unos
tilos, oír la música de un infinito
no merecido, Su.