Cinco poemas brevísimos de Silvina Ocampo
Poesía argentina
Miércoles 19 de agosto de 2020
"Yo quisiera decir cosas mucho más largas, más largas... Pero no me gusta lo que escribo cuando escribo extensamente. Porque cuando lo hago así, cuando me fluye la escritura larga, me parece que resulta algo que está de más".
—Yo quisiera decir cosas mucho más largas, más largas... Pero no me gusta lo que escribo cuando escribo extensamente. Porque cuando lo hago así, cuando me fluye la escritura larga, me parece que resulta algo que está de más. "Mirá —me digo—creo que esto es demasiado..."
—¿Por alguna razón estética o filosófica?
—No, simplemente porque me parece que lo que yo quiero expresar se pierde dentro de ese cúmulo de palabras e ideas que he puesto en el papel ¿no? Y entonces. inmediatamente, empiezo a borrar y a borrar, y a hacer todo de nuevo.
Esa conversación se produjo entre Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993) y Mempo Giardinelli, y se puede leer completa en el libro del escritor Así se escribe un cuento (Capital Intelectual). En ese tren, hoy elegimos compartir algunas piezas particulares del tesoro Ocampo.
Las encontramos en su poesía dispersa, seleccionada por Noemí Ulla en 2001. Elegimos de una serie de composiciones breves y brillantes, muchas de ellas aparecidas en revistas y otras publicaciones periódicas. Fueron tomadas de la edición de Emecé de su Poesía Completa en 2003.
Rubor
Existe una tristeza
de estar triste y también
existe una vergüenza
cruel de tener vergüenza.
Dibujos
Junto al agua, los grillos
con su canto dibujan
formas de las estrellas.
Perpetuidad
¡Qué hermafrodita es el remordimiento!
Estado de gracia
Con qué bondad nos escuchaba Dios
cuando aún no sabíamos hablar.
Imitaciones
Nunca el zorzal cantó su canto
definitivo porque canta
el canto de los otros pájaros:
él no lo sabe y cree que inventa
siempre la misma melodía,
que otro pájaro siempre imita.