“El deseo de publicar a Sara Gallardo acompañó la creación de la editorial"
Crédito: Dominique Besanson
Lunes 01 de setiembre de 2025
Con la reedición de Eisejuaz, Julia Ariza y Salvador Cristofaro reafirman un camino que busca reunir la obra completa de la escritora argentina bajo un mismo sello.
Por Valeria Tentoni.
Desde hace unos años, Editorial Fiordo viene recopilando pacientemente la obra de Sara Gallardo, escritora clave de la literatura argentina nacida en Buenos Aires en 1931 y fallecida en 1988. Sus novelas y cuentos, así como sus libros infantiles, permanecían desperdigados en diversos sellos (Sudamericana, Emecé, El Cuenco de Plata o la biblioteca argentina de Clarín que dirigían Ricardo Piglia y Osvaldo Tcherkaski, entre otros). En 2015, Fiordo entrega su edición de Pantalones azules y comienza un trabajo hormiga que, por estos días, tiene a la edición de Eisejuaz entre sus novedades.
Gallardo fue nieta del célebre naturalista y ministro argentino Ángel Gallardo, bisnieta de Miguel Cané y tataranieta de Bartolomé Mitre: tamaña prosapia traía, también, una jugosa biblioteca que le abrió tempranamente las puertas de la literatura. Enero, su primera novela, apareció en 1958 y obtuvo excelente recepción crítica. Con Los galgos, los galgos ganó el Premio Municipal, al tiempo que trabajaba como colaboradora de las revistas Primera Plana y Confirmado, así como del diario La Nación.
"Hay en Sara Gallardo una originalidad tan radical, que lo más justo es inscribirla en esa zona de la literatura latinoamericana de los libros que no se parecen a nada", escribió Martín Kohan. Es justo que, en su particularidad, estos libros queden reunidos, cerca de sí mismos, en un mismo catálogo.
Conversamos con Julia Ariza y Salvador Cristofaro, directores de Fiordo, al respecto.
¿Qué pueden contarnos de su primer contacto con la obra de Sara y cómo surgió su deseo de publicarla?
Julia Ariza: El deseo de publicar a Sara acompañó la creación de la editorial. Es una autora que tiene un lugar especial en nuestra relación personal, como pareja y no solo como socios en la editorial: a poco de conocernos, Salvador me recomendó y me prestó su ejemplar de Los galgos, los galgos; yo no la conocía. Él la había leído unos años antes por recomendación de un tío abuelo, muy lector, en cuya biblioteca había otros libros de ella que Salva también había leído. A los dos nos conmovió inmediatamente, es posible que por razones distintas. Pero cuando imaginamos la editorial, la idea de publicar a Sara siempre estuvo en el horizonte, solo que difusamente, como una fantasía que recién unos años más tarde nos dimos cuenta de que podíamos tratar de concretar.
¿Cómo ha sido el trabajo de reunir todos sus títulos bajo su sello? ¿Cómo ha sido el trabajo con sus herederos?
Es un trabajo progresivo que recién ahora empieza a verse como el esfuerzo de reunir toda la obra. Cuando publicamos Pantalones azules en 2015 circulaban algunas reediciones: Eisejuaz había salido en la biblioteca Clarín, Enero por Capital Intelectual (en una colección que dirigía Abelardo Castillo) y Los galgos, los galgos por El Elefante Blanco. También existía la compilación de narrativa breve que había hecho Leopoldo Brizuela para Emecé, y estaba en preparación el volumen que reúne los artículos periodísticos en Winograd. Nosotros elegimos Pantalones porque era uno de los títulos menos conocidos, y recuerdo que nos reunimos con Paula Pico Estrada, la hija de Sara (editora de Winograd), y ella nos preguntó cómo llegaban dos personas (en ese entonces) jóvenes a la obra de Sara Gallardo y por qué queríamos publicarla. Esa pregunta hoy sería impensable, pero da la medida de lo mucho que ha crecido la visibilidad de la obra, y eso no se debe solamente al trabajo de Fiordo sino al de todas las otras editoriales que publicaron obra de Sara en estos diez años, empezando por Winograd y junto a ella Cuenco de Plata, Sudamericana, Excursiones, Fondo de Cultura Económica, Clase Turista, Planta, y las extranjeras Laguna, Dum Dum, Moinhos, Archipelago, Malastierras, Solferino, Pushkin, Wagenbach. Entonces, para volver a la pregunta: fue un trabajo progresivo que no nos planteamos como objetivo cuando comenzamos por Pantalones azules, justamente porque la obra estaba algo dispersa y publicada en ediciones relativamente recientes en otras editoriales. En esos años salieron muchas reediciones, y todas en conjunto traccionaron para que la obra de Sara cobrara muchísima más visibilidad. Un momento de quiebre fue la publicación que hicimos de Enero en 2018, porque coincidió con el debate por el aborto legal en Argentina, y hubo una serie de lecturas del libro en ese contexto que lo llevaron a todo un público de lectores jóvenes que no la conocía. Nosotros respondimos a esa demanda asegurando que hubiera ejemplares, que los libros se movieran, que la gente los leyera. A partir de ahí creemos que sí hubo una identificación más fuerte de Fiordo con la obra, y percibimos que había expectativa de que la siguiéramos publicando. En ferias, en librerías nos preguntaban por los demás títulos. Los hijos de Sara (además de Paula, Agustín Pico Estrada y Sebastián Álvarez Murena) respetan mucho la obra y la cuidan con cariño y atención; fueron siempre amorosos y facilitadores, vemos en ellos un genuino interés de que la obra circule, se lea, se traduzca bien. Y nos parece que ese mismo cariño y respeto se llevan bien con nuestro trabajo, por eso, a medida que fueron venciendo los derechos en otras editoriales, fuimos conversando la posibilidad de que Fiordo publicara más títulos, hasta llegar a completar el conjunto de la obra. Aclaro que quedan por fuera los artículos de prensa, que siguen publicados en Winograd y en FCE. En cuanto a trabajo editorial, nuestra tarea con estas obras es velar por que estén bien editadas, pero no tocamos los textos salvo para corregir erratas. En los últimos libros hemos tenido muy lindos intercambios con Paula, Agustín y Sebastián sobre las galeras. Agustín es un detector de erratas increíble, y con los tres hemos comentado desde el uso de itálicas hasta la grafía de algunas palabras, así que todo el proceso para nosotros es muy gozoso, de mucho aprendizaje y satisfacción. Sentimos que publicar la obra de Sara Gallardo es un orgullo enorme que conlleva una responsabilidad también enorme. No solo porque la admiramos en términos históricos, por su valor literario, por las ideas que formula, por su lugar en la historia de la literatura argentina, sino porque somos conscientes del impacto que pueden tener nuestras ediciones en los lectores que se encuentren con ella en el futuro.

Proyectan editar, incluso, sus libros infantiles. ¿Cómo tomaron la decisión de incorporar ese género a su catálogo, y qué idea de obra completa o reunida supone incorporar estos textos, muchas veces relegados como obras menores?
En esta decisión se reúnen varias cosas: por un lado, hace tiempo que venimos meditando la posibilidad de lanzarnos a hacer libros ilustrados, y por circunstancias personales que nos han permitido acercarnos algo más a ese universo ese momento se iba aproximando naturalmente; por otro lado, cuando abrimos con Paula, Agustín y Sebastián, los hijos de Sara, la conversación sobre los títulos que quedaban sin reeditar, esta parte de la obra era insoslayable: hacía años que la mencionábamos en la bibliografía de Sara que incluimos en la solapa de los libros de ficción, pero no estaban en ningún lado (a excepción de los libros que reeditó Planta). Tenía mucho sentido incorporar esos libros en un proyecto ya más articulado de recuperación de toda la obra, porque además son textos breves pero muy ricos en lenguaje, vocabulario, imaginario. Son pequeñas cápsulas de Sara Gallardo, con toda su frescura, desparpajo gramatical, la lírica seca y el don de la síntesis que tanto nos admiran en su obra para adultos. Así que nunca las pensamos como obras menores, sí más breves y sí más desafiantes en el sentido de que implican otro trabajo editorial: encontrarles un correlato visual que acompañe sin empañar. Si hubieran sido textos de una calidad notoriamente diferente, quizá nos hubiéramos preguntado si valía la pena publicarlos. Pero no es para nada el caso.
¿Qué valor tiene la obra de Sara Gallardo en el conjunto de su catálogo? ¿Cómo juega con el resto de los títulos y autores que han publicado?
En este momento es la autora argentina de la que hemos publicado más libros, pero en Fiordo nos gusta seguir a nuestros autores, siempre que sea posible. Es decir, esa circunstancia no implica una preferencia, sino que demuestra un compromiso que extendemos a todo el resto del catálogo, y también señala algo que quizá de tan evidente pasa desapercibido: es una de nuestras autoras bestsellers, lo que explica que estemos especialmente atentos a la continuidad de su buen desempeño. La obra en sí creemos que dialoga maravillosamente bien con muchos otros libros del catálogo. Cuando estábamos armando las estanterías de la Feria del Libro, por ejemplo, nos gustó ponerla en relación con La portadora del cielo, de Riikka Pelo, por cómo narra el paisaje y el vínculo con los animales, y con los libros de autores norteamericanos como Yates, Baxter, Cunningham o Williams, por su costado sensible, poético, empático. Pero también podría conversar tranquilamente con una Hilary Mantel, porque comparten esa ironía fina y esa capacidad para describir tipos sociales con humor y lucidez, o con Julia Leigh, por ese extrañamiento o perspectiva existencial que subyace en las obras de ambas. Es una autora que uno no puede dejar de leer aunque nos exija atención, presencia, y que siempre tiene algo para decir, y eso creo que es algo que buscamos en general en todo el catálogo, así que diríamos que Fiordo es una casa perfecta para Sara.