Un sueño de verano: un poema de Elizabeth Bishop
Miércoles 21 de febrero de 2024
“Su verdadero logro radica en ver lo que no puede verse y decir lo que no puede decirse”, predicó Harold Bloom de la poeta estadounidense, Premio Pulitzer.
Con traducción de Jeannette L. Clariond, Vaso Roto presenta en un solo tomo la poesía completa de Elizabeth Bishop, con tapa dura. Es una edición de lujo para lectoras y lectores de esta autora, Premio Pulitzer estadounidense, de la que Harold Bloom predicó: “Su verdadero logro radica en ver lo que no puede verse y decir lo que no puede decirse”.
En la contratapa de la edición de Vaso Roto leemos: “Los temas centrales de su poesía son la geografía y el paisaje, los vínculos del ser humano con el mundo natural, las viejas preguntas sobre la percepción y la sabiduría, nuestra mayor o menor incapacidad para controlar el caos y dar sentido a la existencia”.
Allí se reúnen varios libros. Precisamente en Una fría primavera, de 1955, se encuentra este poema portuario de Bishop que compartimos a continuación.
Al maltrecho embarcadero
pocos barcos llegaban.
La población se componía de
dos gigantes, un idiota, una enana,
un cordial tendero
dormido detrás del mostrador
y nuestra amable propietaria:
la enana era su modista.
Al idiota se le podía distraer
recogiendo moras,
aunque más tarde las tirara.
La modista, encorvada, sonreía.
Junto al mar, tendida
y azul igual que una caballa,
nuestra casa de huéspedes se veía manchada
como si hubiera llorado.
Prodigiosos geranios
colmaban las ventanas del frente,
los pisos relucían
con linóleos combinados.
Cada noche esperábamos oír
al búho cornudo.
El empapelado de la pared se iluminaba
con la llama cornuda del quinqué.
El gigante tartamudo
hijo de la propietaria,
refunfuñaba en las escaleras
sobre una antigua gramática.
Él era taciturno
pero ella era alegre.
El dormitorio estaba frío
y cerca el edredón.
Nos despertó en la oscuridad
el sonido sonámbulo del arroyo
acercándose al mar,
con un sueño aún audible.