Un siglo sin Jack London
Un breve perfil
Lunes 21 de noviembre de 2016
Un extracto del texto con el que Jorge Fondebrider, traductor y compilador de los Once cuentos de Klondike, presenta al escritor, que murió un día como hoy hace ya cien años. Además, un artículo de London, inédito hasta ahora en español.
Por Jorge Fondebrider.
John Griffith Chaney nació en San Francisco, entre las calles Third y Brannan, el 12 de enero de 1876. Sus padres fueron William Henry Chaney, astrólogo y espiritista esotérico, y Flora Wellman, profesora de piano y también espiritista. Pero no se sabe si estaban legalmente casados o no, ya que la información de los registros civiles de la ciudad se perdió durante el terremoto de 1906. Lo que sí se sabe es que, apenas Chaney supo que Flora estaba embarazada, se mandó a mudar, dejando que la mujer, sin prácticamente recursos y con muy mala salud, lidiara sola con el hijo de ambos. Tampoco se sabe en qué términos, el 7 de septiembre de ese mismo año, Flora se casó con John London, un viudo, padre de dos hijas y veterano de la Guerra de Secesión, que había quedado parcialmente discapacitado durante la contienda. Todo esto determinó que John pasara a ser Johnny, y luego Jack, y que, además de recibir el apellido de su padrastro, la familia se mudara a Oakland, un suburbio de San Francisco y, posteriormente, a una granja en Alameda, en las cercanías de Oakland. En razón de la precaria economía familiar, las mudanzas continuarían y los London pasa rían al Condado de San Mateo, al valle de Livermore y, nuevamente, a Oakland.
Durante buena parte de su infancia y adolescencia, la principal figura matera de Jack fue Virginia Prentiss, una antigua esclava que cuidó y trató de educar al futuro escritor. Si bien asistió a la escuela, su principal educación provino de la Oakland Public Library, donde la poeta y bibliotecaria Ina Coolbrith (1841-1928) seleccionaba libros de acuerdo con los intereses de cada uno de sus usuarios. Así, en 1886, esta mujer que sería una de las primeras poetas laureadas de California, comenzó a guiar las lecturas del joven Jack London, por entonces de diez años. Mucho después, él diría que ella fue su “madre literaria”. Además de las sagas escandinavas, los relatos de viajes y los libros de aventuras que absorbe como una esponja, London lee a Henry David Thoreau, a Ralph Waldo Emerson, a Edgar Allan Poe, a Nathaniel Hawthorne, a Walt Whitman y, sobre todo, a su muy admirado Herman Melville. También a Mark Twain, con quien Ina Coolbrith parece haber tenido un romance, y a Francis Bret Harte, de quien la poeta fue frecuente colaboradora.
En 1891, terminada la escuela primaria, London, de 13 años, empieza a trabajar en la Hickmott’s Cannery, una fábrica de conservas en la que pasa de doce a dieciocho horas diarias haciendo un trabajo monótono y extenuante por unos pocos centavos semanales. Al borde de la desesperación, le pide dinero prestado a Virginia Prentiss y le compra a un tal French Frank el Razzle-Dazzle, embarcación con la que se convierte en ladrón de ostras en la bahía de San Francisco. En una de sus correrías, el barco sufre una avería. London entonces busca los repuestos necesarios, pero cuando vuelve, descubre que la embarcación fue saqueada por sus colegas piratas, razón por la cual, quebrado, decide pasarse al otro bando y ser miembro de la Patrulla Pesquera de Benicia. Sus experiencias se verán posteriormente reflejadas en los cuentos de Tales of the Fish Patrol (Nueva York, The Macmillan Co, 1905).
En 1893, se embarca como grumete en la goleta Sophie Sutherland. Pasa así siete meses cazando focas alrededor de las costas japonesas y en Siberia. A la vuelta envía uno de sus primeros cuentos a un concurso organizado por el diario Morning Call y obtiene el primer premio por su relato “Typhoon off the coast of Japan”.
Al año siguiente se dedica a trabajar en una fábrica de yute y, luego, a palear carbón en una central eléctrica. Harto de que lo exploten, se une al “Ejército Industrial de Kelly”, una masa de trabajadores desempleados que, dirigidos por Charles T. Kelly, decide marchar hacia Washington para protestar. Cada cual viaja como puede y London lo hace en los vagones de carga de los trenes, convirtiéndose en una suerte de vagabundo profesional. Su periplo termina en la Erie County Penitentiary de Buffalo, donde pasa un mes acusado de vagancia. La impresión que le causa la cárcel es determinante.
De vuelta en San Francisco, en 1896 prepara su examen para la Oakland High School y posteriormente para la University of California. Allí conoce a estudiantes de otras clases sociales y accede a otro tipo de lecturas. Tres autores son de especial importancia en su formación: Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Herbert Spencer. Mientras que en Karl Marx (1818-1883) encontró un primer sustento teórico para traducir su propia experiencia y proclamar la necesidad de una revolución de las masas, en Friedrich Nietzsche (1844-1900) halló una justificación para expresar la supremacía de algunos hombres sobre otros. Sin embargo, sus observaciones sobre el individualismo y el orden social provienen, fundamentalmente, de la vida vivida.