Tres poemas de Robin Myers
Miércoles 19 de junio de 2024
La autora estadounidense, radicada en México, lanza nuevo libro por Zindo&Gafuri, con traducciones de Ezequiel Zaidenwerg.
Nacida en Nueva York en 1987, Robin Myers es poeta y traductora, radicada en Ciudad de México. Autora de libros como Lo demás, Amalgama y Tener, con traducción de Ezequiel Zaidenwerg ahora llega Poquita fe, en edición de Zindo & Gafuri de la que tomamos los tres que siguen.
Contra la perspectiva
Qué absurdo que es mirar la costa
desde la ventanilla de un avión.
No hay nada que una pueda hacer con eso,
y si el límite entre una
parte y la otra –el volado de tierra,
el vacío del mar
tan demasiado cerca de lo eterno
como para decir algo digno al respecto– se ensanchara
o se hiciera más chiquito, ¿cómo
te enterarías? No podrías,
no desde esa distancia, tal como estás
muy cerca para ver el crecimiento infinitesimal,
constante de tus uñas, que según dicen
sigue incluso tras tu muerte,
pero no.
Para una amiga que no siempre tiene ganas de vivir
Las cosas se derriten, se inundan, se escabullen, se pinchan,
se desvían, se enferman, se fisuran y caen de rodillas
en la más increíble variedad
de circunstancias. Creo que tampoco
somos más que cosas desde una perspectiva
general, almas trémulas
garabateadas al pasar
sobre la cáscara del mundo en su erosión
de martillos neumáticos. Mirá
cómo junto letritas en terrones
de satisfacción aliterativa, rascando
algo para regalarte.
No sé mucho de vos
más allá de las razones por las que nos sentamos
un ratito juntas en unos bancos bajos de madera,
hojeando servilletas, la cabeza inclinada
hacia las palabras de la otra en reverencia
a la dificultad para encontrarlas. Creo
que estar así con alguien
es abrazar el suelo
con los pies, y ésa es
la única campaña
que pienso librar con vos o con cualquiera.
Debut
Los detalles deciden cuáles están dispuestos al olvido.
Cuántos años tenía exactamente, qué prenda informe
me ponía para borrarme, dónde me hacía erupción
la piel, las cosas de las que temía que podría prescindir:
no son más que partículas, la respiración
de la memoria, el zumbido celular de una adolescente.
Lo que quiero decir es que la primera vez
que le canté a mi mamá, canté de espaldas.
Hasta mi espalda le cantó.