Tres poemas de Mary Oliver
En versiones de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
Miércoles 31 de marzo de 2021
"Es un libro menos luminoso, menos directo, más ambiguo como todo sueño, más claroscuro. Hay una Mary Oliver que busca y elabora, que entra de lleno en el viejo y querido trabajo humano". Tres piezas de la novedad de Caleta Olivia.
Poemas de Mary Oliver. Versiones y presentación de Natalia Leiderman y Patricio Foglia.
“Dream Work” (título original del libro) se publica en 1986 y le sigue a “American Primitive” (1983), poemario con el que la poeta gana el Premio Pulitzer y a partir del cual adquiere cierta popularidad en Estados Unidos. Quizá sean éstos dos de los libros que más nítidamente condensan las claves de su propuesta poética. Porque exhiben las marcas y el sudor de un proceso, de un trabajo que deja rastros y que permite ver de cerca una poética crepitante, en expansión de sí. A diferencia de “Red Bird” (2008), libro bastante posterior que tradujimos para esta misma editorial en 2017, “Dream Work” es un libro menos luminoso, menos directo, más ambiguo como todo sueño, más claroscuro. Hay una Mary Oliver que busca y elabora, que entra de lleno en el viejo y querido trabajo humano. De esta dolorosa búsqueda, de esta vulnerabilidad, nacen -no casualmente- algunos de sus poemas más queridos, más potentes y esperanzadores, como Wild Geese o The Journey.
Poema de la mañana
Cada mañana
el mundo vuelve a crearse.
Bajo los rayos
naranjas del sol
las amontonadas
cenizas de la noche
otra vez se transforman en hojas
y regresan a lo alto de sus ramas —
y las lagunas parecen
telas negras
con islas pintadas
hechas de flores de verano.
Si tu naturaleza
es ser feliz
vas a nadar a lo largo de suaves senderos
horas y horas, y tu imaginación
iluminará cada lugar.
Y si tu espíritu
lleva en su interior
la espina
más pesada que el plomo —
si todo lo que podés hacer
es arrastrarte por el camino —
hay todavía un lugar adentro tuyo
una bestia gritando que el mundo
es exactamente lo que quería ser—
cada laguna con sus lirios encendidos
es una plegaria, escuchada y respondida
generosamente
cada mañana
te hayas atrevido, o no
a ser feliz
te hayas atrevido, o no
a rezar.
Gansos salvajes
No tenés por qué ser buena.
No tenés por qué caminar de rodillas
cientos de kilómetros a través del desierto, arrepintiéndote.
Solamente tenés que dejar que el suave animal de tu cuerpo
ame lo que ama.
Contame del dolor, tu dolor, y yo te contaré del mío.
Mientras tanto, el mundo sigue girando.
Mientras tanto, el sol y los nítidos cristales de la lluvia,
atraviesan los paisajes,
las llanuras y los bosques profundos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, en lo alto del cielo, puro y azul
vuelven a casa otra vez.
Quienquiera que seas, no importa cuán sola estés,
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como los gansos salvajes, áspero y apasionado,
anunciando una y otra vez tu lugar
en la familia de las cosas.
El viaje
Un día por fin supiste
lo que tenías que hacer,
y empezaste
a pesar de las voces
y los malos consejos
a tu alrededor —
a pesar de que toda la casa
empezó a temblar y sentiste
aquel antiguo tirón
en los tobillos.
“¡Arreglá mi vida!”
gritaba cada una de las voces.
Pero no te detuviste.
Sabías lo que tenías que hacer
aunque el viento hurgara
con sus dedos rígidos
en tus cimientos —
aunque su melancolía
fuera terrible.
Ya era bastante tarde
una noche salvaje
y el camino estaba lleno de ramas
caídas, y de piedras.
Pero de a poco
mientras dejabas atrás las voces
las estrellas empezaron a arder
a través de la tela de las nubes
y una nueva voz apareció
y lentamente
la reconociste como propia
y te hizo compañía
mientras caminabas con pasos largos
más y más adentro
del mundo
decidida a hacer
lo único que podías hacer —
decidida a salvar
la única vida que podías.