Tres poemas de Jim Dodge
Poesía estadounidense contemporánea
Miércoles 14 de abril de 2021
Salto de página acaba de publicar la poesía y prosa breve de un autor de culto, elogiado por Thomas Pynchon, reunida por primera vez en castellano: Lluvia sobre el río.
Nacido en Californa en 1945, Jim Dodge es autor de las novelas Jop, No se desvanece y Stone Junction, esta última elogiada con fervor por Thomas Pynchon con un texto que puede leerse en este blog.
Dodge creció en una base aérea y de adulto vivió muchos años en una comuna en Sonoma. Ha sido recolector de manzanas, profesor, jugador profesional, leñador, pastor de ovejas y director del programa de escritura creativa del Departamento de Inglés de la Universidad estatal de Humboldt. Vive en un rancho en California.
Compartimos tres poemas de Lluvia sobre el río (Salto de página), con traducción de Antonio Rómar y Pablo Mazo Agüero.
SOBRE EL EQUILIBRIO
A los quince,
la imaginación
atormenta;
a los cincuenta,
consuela.
Otra metamorfosis
que nada cambia.
DESCOMPOSICIÓN
No lo sé
y no sé
lo que hacer al respecto.
Señalo sólo el punto
donde perdí el latido del juicio
y me deslicé
entre las voluptuosas, desgarradoras complejidades
que componen un sencillo aliento.
PSICOECOLOGÍA
Un homenaje a Walt Whitman
La realidad es obra de la imaginación.
La imaginación, canal de la emoción.
Tras todas las lágrimas y risas,
la emoción se vacía en el espíritu,
y el espíritu se condensa sobre la realidad
como el rocío en una hoja de hierba.
Pescando en el Hoyo del Diablo
en el culmen de la primavera
Desde lo alto de Temple Ridge
hasta la bifurcación sur del Gualala
es todo cuesta abajo,
la primera media milla tan escarpada
que no habría tenido ni tiempo para un grito decente
antes de espachurrarme contra
una de las secuoyas cuyas cimas se avecinan ahí abajo,
un remanente de bosque virgen
que se ha salvado de la tala.
Rezando por salvarme yo también,
desciendo
tranquilo, tranquilo, los pies
plantados de lado,
ondeando la caña para equilibrarme,
como una especie de cruce imbécil
de Izaak Walton con un Flying Wallenda,4 1
hago mi camino, clavo y horado,
abajo y después hacia el Hoyo del Diablo,
está claro que el orificio
inspiró el nombre del valle,
