Tres poemas de J. R. Wilcock
En versiones de Guillermo Piro
Miércoles 10 de marzo de 2021
Huesos de Jibia acaba de lanzar Aprovechemos que hay una fuente, una edición bilingüe de los poemas del crítico, traductor y escritor argentino que escribió en español e italiano, autor de libros como El caos y El estereoscopio de los solitarios.
Por J. R. Wilcock. Traducciones de Guillermo Piro.
Dos
Conmigo mi mundo desaparecerá, la red
que me tejí como una araña
que está inmóvil en un rincón de la tela
y a veces come y a veces la remienda;
pero su tela cada vez está más rasgada
y la araña no tiene ganas de arreglarla.
Entretanto proseguirán los otros mundos
cada uno con su insecto en el medio vigilante,
tramas brillantes o bien madejas grises,
esferas como jaulas delicadas
que no tienen paz y en medio la araña
hasta que desaparece y nadie se da cuenta.
Pero tú, ya que también has querido hacer tuyo
este mundo que tal vez fue el más bello,
repleto de alfileres de oro y fibras finas,
acércate a mí, envuélvete en la misma
red compleja que no se repite,
poséela y sostenla hilo a hilo
como yo lo hice hasta ahora estando solo.
La joven tarentina
Llorar lo que pasa y ya no vuelve,
costumbres, cantos, civilizaciones fastuosas,
es hacer religión con la historia,
rezarle al calendario como Hegel.
Pero el dios puede invertir el curso de los relojes,
reencarnar en Marlowe, en Villon, en Propercio,
y si no es en ellos, en esa luz difusa
que acogieron y supieron mostrar,
porque el pasado es uno con el futuro,
y esta rueda loca de la historia
es una nueva estratagema del demonio
para volvernos ciegos ante esa luz difusa
que algunos acogieron y supieron mostrar,
y que otros acogerán y mostrarán.
Resurgirán los toros alados, las esfinges,
y si no Safo, al menos la sombra negra del bosque
de uno que adora la luna y se hace matar;
volverán los desiertos los leones
y por amor de un tirano bondadoso
un joven se arrojará una vez más al Nilo
o en otra parte, siempre bajo esa luz
que no tiene historia y que a veces me ilumina.
El hombre en el estado llamado natural
El hombre en el estado llamado natural
es una abstracción: fuerte, cazador,
sano, sin problemas, rico de los días
y de las noches avaro, orgulloso, ingenioso.
Sueño de una época que se soñaba a sí misma.
Pero el hombre es esto que vemos cada día,
animal complejo sin historia.
Todo lo que es, es como lo vemos,
y cada interpretación es como una sombra
que se despega de lo que la produce
para volverse a su vez un objeto
pasible a su vez de interpretación.
Cada hombre es una espiral, y en cada punto
de la espiral tiene su centro otra espiral,
y así hasta el infinito, que es justamente el hombre
rodeado por todas sus posibilidades.