Tres poemas de Elena Anníbali
Poesía argentina contemporánea
Miércoles 19 de mayo de 2021
"Tabaco mariposa ocupa un clima bajo el cual sólo resta atreverse a la herida y quemar la cicatriz": compartimos tres piezas, gentileza de Caballo Negro Editora, de este libro medular en la producción de la poeta nacida en Oncativo, Córdoba.
De tabaco mariposa en reedición de Caballo Negro Editora, tomamos tres poemas de Elena Anníbali. Nacida en Oncativo, Córdoba, en 1978, la escritora, docente y tallerista es también autora de libros como La casa de la niebla y Curva de remanso.
"Si con algo debiera comprometerse el lenguaje –discurso, escritura, palabra, letra– es con la fuerza de la vida, su fatalidad. Y eso es lo que pasa en tabaco mariposa, lo que se vuelve brasa frente a las estrellas, al sol rabioso y lo descampado. (...) Un libro necesario, una apuesta feroz. Tabaco mariposa ocupa un clima bajo el cual sólo resta atreverse a la herida y quemar la cicatriz", escribió Alejandro Schmidt.
Paseo
madre me llevaba de la mano
por el terraplén oscuro
decía:
esa es la bomba de agua
el perro amarillo, ése, no lobo,
ahí las parvas
más allá el pajonal de las cluecas
decía:
nunca, a tu edad,
vi estas cosas
llegábamos hasta la capilla de los garzón
a ver
los altos vitrales del cristo
de la buena muerte
el áspero cuero de las iguanas
la ruta, siempre lejos
a la vuelta me daba
el pan de la tarde, cantando
los salmos preferidos
y una tristeza hermosa me cerraba la garganta
o quizá el polvo del camino
o dios, que entonces era
un potro negro
que despertaba el miedo
tabaco mariposa
aprendí a fumar con rubén
enrollando tabaco mariposa en papel
de seda
lo hacíamos de noche
sentadosenunescalóndelacasilla
mientras a nuestrospies
sus lánguidos perros soñaban
con la sangre dulce de las liebres
en el monte cercano
a veces todo era oscuridad, salvo
su cara
iluminada brevemente por el fuego
como un animal
por los relámpagos
el día que se fue del pueblo
me dejó su radio
y los jabones partidos
que yo usaba pasándomelos
despacio
por el cuerpo
con la última espuma disuelta en el agua
se fue, también, la memoria
y el deseo de él
una cosa fragante
y sutil
como los eucaliptos
cuando los moja la niebla
mañana de verano
a los siete, una mañana de verano,
me tiré al tanque desnuda
un verdín viejo y neblinoso
ocultaba los peces
breves y violentos
que fueron a morderme
los pies
hubo algo carnal en la manera
en que los dientes
y la sangre de todos
se mezcló
con la asfixia
con el miedo de la muerte
con el espasmo tembloroso
en que brillamos
al unísono