Tres poemas de Circe Maia
Poesía del Uruguay
Viernes 05 de abril de 2019
"Es injusto, muy injusto, que tantos gustadores de la mejor poesía no hayan descubierto todavía a Circe Maia", se quejaba Eduardo Galeano. Nacida en Montevideo, Uruguay, en 1932, la escritora, poeta, traductora y profesora vive en Tacuarembó, una pequeña ciudad al norte del país. Entre otros, ha recibido el Premio Nacional de Literatura del Uruguay.
"Me defiendo con un lenguaje totalmente cotidiano, y si al final sugiero otro problema, en un par de líneas, puede ocurrir que el lector ni siquiera se dé por aludido y entonces parezca nada más que un poema doméstico, en el que hablo de la leche, del azúcar que está sobre la mesa. Me decía una amiga: qué bien que me apoye en mi vida como ama de casa, para exaltarla... (risas) Si yo pudiera, y no quedara muy pretencioso, mostraría problemas filosóficos que están dados en mis poemas y que poca gente puede advertir, porque no están citados", explicaba Circe Maia en una entrevista.
"Es injusto, muy injusto, que tantos gustadores de la mejor poesía no hayan descubierto todavía a Circe Maia", se quejaba Eduardo Galeano. Nacida en Montevideo, Uruguay, en 1932, la escritora, poeta, traductora y profesora vive en Tacuarembó, una pequeña ciudad al norte del país. Entre otros, ha recibido el Premio Nacional de Literatura del Uruguay.
Aquí compartimos tres piezas de La pesadora de perlas, publicado por Viento de fondo. El libro incluye conversaciones entre la poeta y la argentina María Teresa Andruetto, así como retratos de las dos escritoras. "Yo no querría oscurecer, siempre quiero claridad", le dice.
Velocidad creciente
Hay una
sensación de que los días pasan
a más velocidad y que no hay tiempo
de muchas despedidas.
Suena una voz, como de insecto,
por detrás de los días
y detrás de las noches
pequeño picoteo, pero que no se para
cuando quieres ver, los días se desmoronan
como si hubieran sido devorados por dentro.
(Las fauces invisibles
dan cada vez más veloces
dentelladas.)
Breve sol
A la última hora del sol los rayos atraviesan
por el aire, eligiendo: "éste sí, éste no."
Quedan en sombra
la mayoría; los elegidos brillan
con cortezas doradas. Ascendiendo
la luz alcanza otros follajes, deja éstos
y alumba uno lejano. Ya no hay tiempo
de llegar hasta allí.
¿Quién sabe? Vamos.
Raíces
Hoy de mañana
tuvimos que arrancar unas hierbas
que creían por todas las ranuras.
Se arrancaron las hierbas
y quedaron al sol temblando las raíces
como sorprendidísimas... ¿y esto?
¿De lo oscuro a lo claro en un instante?
Muerte invertida, rara:
de la tierra cerrada y ciega
al ojo azul, que todo lo traspasa.
Abrirse a todo aire: perderse.
Soltarse a toda luz: también perderse
dicen las raíces
temblando.