Tres poemas de Circe Maia

Crédito: AlasTensas
Miércoles 14 de mayo de 2025
Caballo Negro Editora publica Un río secreto, la poesía reunida de la autora uruguaya, Premio García Lorca, nacida en Montevideo en 1932.
"Los poemas de Circe siempre están cerca, a mano para lo que necesitemos pensar o decir. Se detienen en un color, en una sombra, en un aire, en un tono de voz; en un aleteo perceptivo tan efímero que parece imposible de nombrar. Y no sólo lo nombran, lo cantan. Con ese oído absoluto y esos pasos de baile, como quien rima y versifica sin esfuerzo, Circe despliega una por una todas las cosas del mundo. Entre esas cosas está, claro, el lenguaje, que también se examina: ¿cómo hacer que "ese turbio polvo de palabras" deje de ser "pobre, débil instrumento"? "¿De qué manera ataco con palabras/ cosas tan delicadas?", se pregunta. "No quisieras que abrieras el libro", nos dice a sus lectores, "y vieras palabras". Y vaya si lo logra: cuando abrimos el libro, lo que vemos es la vida vibrando, pasada a poesía. Circe nos marca el ritmo, nos señala moléculas gestuales, imita el serpenteo de la respiración, la duda momentánea de la luz sobre el cordón de la vereda. Nos habla, nos incluye nos hace volver a mirar todo; volver a creer en la tarea de armar, con el lenguaje, la glosa musical de una emoción", escribe Laura Wittner en la contratapa de Un río secreto.
Caballo Negro Editora publica la poesía reunida de la escritora uruguaya, nacida en Montevideo en 1932, y disponibiliza para las y los lectores de Argentina la obra completa de esta poeta fundamental. De allí, tomamos tres poemas:

Pozo
Gota de hora negra
sabor amargo:
todo converge aquí, se junta y pesa
acumulado.
Depósito, pozo de horas
fondo inerte, montón apretado
suma y suma, gotera de plomo
quemando.
Desciende de una vez, espesa luz húmeda
húndete en lo hundido, apágate, súmate
a fuego apagado
a ceniza caliente y ahogada.
De una vez, bajando
cae de una vez, apura tu lento
paso.
Los que duermen
La cabeza apoyada en el brazo
desprendidos del suelo, de la vida, caen
más abajo, hacia un fondo pesado de sueño.
Más lejos todavía unos de otros
y sin embargo juntos
juntos sobre una tierra en vuelo
con los ojos cerrados.
No se ve un cielo húmedo y húmeda tierra
y el ligero temblor y el lento movimiento
de estrellas o de nubes.
Y no se siente el viento sobre techos
como telas mojadas
cayendo en azoteas oscuras.
Sobre algo peligroso y suelto e inseguro
navega el sueño,
pero si alguien despierta,
si alguien prende su lámpara
siente ilusoriamente todo firme y aliado:
lo rodean sus muebles y su piso y su techo
como escudos de luz, metal, madera.
lo rodean sus muebles y su piso y su techo
como escudos de luz, metal, madera.
El visitante
Ha llegado a mi casa en silencio
¿Qué palabras habré de decirle?
Ha llegado a mi alma en silencio,
nadie sabe su nombre.
¡Ah! No es cierto que no lo esperara.
Día a día sentía más cerca
su mirada, sus pasos, y era
una extraña alegría.
–Alguien alza los ojos y ríe–
Un mar rompe sus olas muy lejos.
Dicha-sol conmovida, dorada,
¿cómo he de decirla?
Ahora todo ha nacido de nuevo.
Se ha lavado de viejos disfraces.
La luz canta de pie sobre el agua
luz, ala radiante.
En silencio ha llegado a mi alma.
Nadie sabe su nombre.