Saber es no saber: poemas de Hugo Padeletti
Tomados de su obra completa, recientemente publicada
Martes 30 de octubre de 2018
Fallecido a comienzos de este año, Adriana Hidalgo acaba de publicar en un sólo y gran volumen la totalidad de la obra poética del también pintor nacido en la localidad de Alcorta en 1928.
“Padeletti, un lírico en quien se destaca la musicalidad como atributo indeclinable del poema, jamás se identificó con un grupo, ni con una ‘generación’, ni con un movimiento. Para este solitario, el ejercicio de la poesía fue siempre, antes que un artefacto de ingenio, un don que compromete a quien lo posee. Su obra tiende a la belleza, el deleite y la armonía”, escribe Salvador Gargiulo en la contratapa de la obra completa de Hugo Padeletti que acaba de publicar Adriana Hidalgo.
Fallecido a comienzos de este año, el también pintor nacido en la localidad de Alcorta en 1928, le dijo a Ángel Berlanga en entrevista: "A lo largo de mi vida he tenido distintos grados de inspiración. ¿A qué le llamo inspiración? A estados internos en que parece que la inteligencia, la sensibilidad, la memoria, se iluminan y suben un montón de escalones, que unas veces son más y otras menos".
¡Qué esmerada y sutil sabiduría
se complace en las plantas!
Se diría
que tejiese una alfombra de oración
con flores y con ramas de invención
y letras enlazadas en poesía.
No sabemos el fin ni la razón
que gobierna el concierto,
pero el Ojo sin párpados que vela
está despierto.
Un abrojo en la media
y una flora ante el ojo:
¿hay arrojo
que no pueda surgir,
de fiesta del quebranto?
Risa y llanto
Lo mismo son.
El agua que marea
arrojada despierta.
Cada puerta
contiene su esperanza
desierta.
Noche, día,
y el Tiempo te deserta.
Un poema
para vivir
como viven sin tierra
las semillas en el viento.
Si vivir
es ser yo entre las cosas,
una fuga de vagas mariposas
me abandona en el yo.
Y paso por los cuerpos,
por las losas inscriptas, por los usos
ambiguos de la mente,
por la luz, por el pulso incontinente
del corazón
—la gente,
resbaladiza.
Sube, salediza
la enterrada simiente,
y aflora, floreciente
la plena planta.
Volver al movimiento
de siempre,
sobrealzado
por pautas leves:
digitar
una gota en la espina, un desbordar
en la mata que crece.
Florecer
es gracia de los dioses:
¡cómo ser
es corola! Lanzado de ola en ola
por la pronta marea,
saber es no saber, en la aureola
que se orea.