Otro modo de leer
Hernaiz subraya a Piglia
Lunes 16 de mayo de 2016
El autor de libros como Las citas, El prejuicio del sexo y Rodolfo Walsh no escribió Operación masacre subraya el día en que Piglia conoció a Martínez Estrada.
Por Sebastián Hernaiz.
Se sabe: subrayar los libros es un modo de leer. Escribir es otro modo de leer. De manera simétrica pero no idéntica, hay que decir que leer es también otro modo de escribir. Si no aprendimos eso de Menard, no aprendimos nada. Ricardo Piglia es tal vez uno de los nombres propios que mejor sintetiza esa conjunción enmarañada de escritura y lectura.
En 1980, en Respiración artificial se leía:
"Me siento tentado a decirte: Marcelo, voy a pararme en las escalinatas de la estación (seguro habrá escalinatas en la estación de trenes de Concordia), soy más bien bajo, pelo crespo, uso anteojos, llevaré un bolso de lona y en la otra mano (en la que me quede libre) un libro de tapas negras, firme contra mi pecho: serán los Cuentos completos de Martínez Estrada que acabo de comprar para leer en el viaje. ¿Pensaste que nunca nos vimos, que no nos conocemos, que ésta es en realidad una cita entre dos desconocidos? Un abrazo, tío, Le neveu de Rameau, alias Emilio Renzi."
Siempre me gustó esa escena imaginada en la novela, donde no es un lector quien subraya el texto, sino que el libro es un modo de subrayar al lector, como para resaltarlo entre los demás hombres de la estación. Y siempre me gustó porque es también un modo de hacer resaltar a un libro de esos que la historia literaria, cuando se ocupa de él, lo anota en la lista de los injustamente olvidados. Nunca subrayé con lápiz, resaltador o birome ese fragmento. Sí de otras formas. Viajé a Bahía Blanca un verano, fui a la Casa Museo de Martínez Estrada y pude comprar ese tomo de cuentos, en general inconseguible por entonces en el mercado de libros viejos.
Que Piglia subrayara ese libro en su novela volvió más que entendible que en la Serie del Recienvenido, la colección que dirige en FCE, se reeditara por primera vez Cuentos completos de Martínez Estrada y que lleve un prólogo suyo. Allí empieza preguntándose por la invisibilidad que ha caracterizado a los cuentos de Martínez Estrada en el marco de la literatura argentina. La invisibilidad de un texto entre otros: eso que el subrayado salda, con eso comienza el prólogo. Porque prologar -casi ni hace falta decirlo- es un modo de escribir y leer, un modo de subrayar.
Luego Piglia narra cómo, a fines de los años cincuenta, conoció a Martínez Estrada. Ese fragmento lo tengo marcado en el libro, unas marcas leves al costado del texto para resaltar una escena narrativa en medio del prólogo. Nuevamente, un tío, un sobrino, un encuentro entre desconocidos y los cuentos de Martínez Estrada:
"Recuerdo que fui leyendo sus libros mientras se publicaban, en 1957 y 1958. Luego, en Mar del Plata, un compañero de quinto año del Nacional me contó que era sobrino del escritor y que a veces lo mandaban con él a Bahía Blanca. Se quejaba porque su tío lo obligaba a leer todo el tiempo. Le pedí que me lo presentara cuando viniera a la ciudad y así lo conocí. Fue en mayo o junio de 1959. Cuando apareció, me sorprendí; era un hombre muy frágil, que avanzaba hacia mí sosteniéndose de las paredes con la palma de la mano, pero cuando se sentó y empezó a hablar, su voz adquirió un tono elegiaco y condenatorio que lo elevaba a la posición, un poco irreal, de un profeta. Recuerdo vagamente lo que hablamos, pero persiste en mi memoria con gran nitidez la imagen que usó para sintetizar o alegorizar su diatriba. 'La Argentina se tiene que hundir', me dijo, e hizo con las dos manos en el aire el gesto teatral de hundir a un niño en una bañadera de agua turbia. Luego, con las manos todavía en el agua imaginada, tronó: 'Si merece vivir, saldrá a flote, y si no, mejor será que permanezcas hundida en el pantano de la Historia'. Yo tenía 17 años y lo admiraba como escritor, pero me asusté un poco y me despedí atropelladamente.
Esa tarde se reveló para mí su capacidad de construir imágenes instantáneas e imborrables".
Ricardo Piglia, "Prólogo" a los Cuentos completos de Ezequiel Martínez Estrada, FCE, 2015.