Medio Ambiente en Argentina: ¿a quién le importa?
Fotos por Rita Braun
Miércoles 18 de diciembre de 2024
Otra de las Conversaciones Urgentes en el marco del Festival Eterno, que va legando a su fin, organizada junto a la Red Argentina de Periodismo Científico sobre un tema es de extrema actualidad.
Por Laura Cukierman.
Como parte del Festival Eterno se realizó una nueva “Conversación Urgente” con un tema de extrema actualidad: “El medio ambiente en Argentina, ¿a quién le importa?” Organizada junto a la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC), fueron convocados para compartir e intercambiar ideas, opiniones y miradas Guillermo Folguera, biólogo, filósofo, investigador CONICET y profesor de la UBA; Elisabeth Möhle, Licenciada en Ciencias, Magister en Políticas Públicas y Gestión del Desarrollo por la UNSAM, además de investigadora en Fundar y docente, y Natalia Concina que ofició de moderadora y es periodista científica de amplia trayectoria en los medios.
En Argentina y en el mundo los impactos climáticos incluyen un comprobado aumento de las temperaturas medias, olas de calor, precipitaciones extremas junto a períodos de sequía, elevación del nivel del mar, retroceso de glaciares, inundaciones, falta de agua e incendios incontrolables. El panorama es dramático. Así que fueron muchos los tópicos que atravesaron esta Conversación Urgente: desde el concepto de desarrollo, el papel de la comunidad científica, las políticas públicas en Argentina, el extractivismo, el rol del Estado y de los empresarios, las consecuencias de la falta de medidas para proteger el medio ambiente, entre otros.
La pregunta por el cambio climático en Argentina, que realizó Natalia Concina, fue disparadora parar dar inicio al debate. Guillermo Folguera enumeró las consecuencias que estamos viviendo en el país por la ausencia de políticas públicas efectivas, de un mayor control hacia las empresas y de una mayor responsabilidad de toda la sociedad. “La desigualdad social y el cambio climático hay que pensarlos juntos porque son parte del mismo escenario. No son fenómenos antagónicos porque siempre los daños ambientales tienen como primera víctima a los sectores de menores recursos”, dijo. Además, agregó que vivimos en un proceso de destrucción sin precedentes que, a su vez, genera mayor desigualdad social. “El extractivismo y las lógicas expansivas, que a veces tienen forma de megaminería, a veces de agronegocios, de plantaciones forestales, de negocios inmobiliarios, de exploración offshore y de fracking, dieron pocos resultados en términos de equidad social”, señaló. Para Folguera, hay una manera de salir de esta situación y es “avanzar en el diseño y en la aplicación de políticas alternativas, que las hay. Son menos glamorosas, pero existen. Hay que empezar a actuar en otras direcciones que las que probamos hasta ahora.”
Fotos por Rita Braun
Por su lado, siguiendo con la misma pregunta, Elisabeth Möhle se refirió a la necesidad de asumir al cambio climático como tal. “Hay pocos actores sociales que vean los desafíos ambientales y los impactos que tienen en la sociedad. El cambio climático es una realidad que hay que asumir desde la política”. Por su parte, sostuvo que “no todos los países son igual de responsables. Los desarrollados, debido a su mayor actividad económica, generaron más emisiones y así contribuyeron más al calentamiento actual.” Y en relación con las posibles soluciones, Möhle sostuvo que “aunque falta muchísimo, la transición está en marcha. Frente a la abrumadora evidencia científica, el mundo se mueve hacia una transición energética que implica energías renovables, movilidad eléctrica, eficiencia y reducción del consumo de combustibles fósiles”. Al mismo tiempo, alertó sobre la necesidad de cuestionar nuestra forma de consumir y dar esa discusión en todos los planos. “Necesitamos cambios profundos en los hábitos de consumos”.
En otro sentido, Guillermo Folguera propuso reflexionar sobre el término “desarrollo” y su uso nada aleatorio para definir diferentes políticas públicas. “El término “desarrollo” nace en un momento determinado, durante la posguerra mundial, y es elegido intencionalmente porque fue impuesto desde los países más poderosos. En este momento parece que ser desarrollados es festejar la exportación de toneladas de algo. Hay que preguntarse a quién favorece lo que llamamos desarrollo, entonces,” agregó.
Por su parte, Möhle celebró que haya una visión que acerque las discusiones económicas con las discusiones ambientales porque “no buscar la forma en la que se pueda conciliar la fuerza del desarrollo y el ambiente es una trampa mortal; no hay alternativa”.
Fotos por Rita Braun
Asimismo, Folguera se refirió al impulso para el desarrollo del llamado Trigo HB4 (un tipo de trigo genéticamente modificado que se caracteriza por su tolerancia a la sequía y su mayor rendimiento en condiciones de estrés hídrico y que genera mucha preocupación en diversos sectores por múltiples razones, entre ellas su resistencia al glufosinato de amonio) que surgió de la alianza del Estado con un grupo de corporaciones. También hizo mención al papel que juega la comunidad científica aclarando que no es posible definirla como un todo homogéneo. “Siempre hay que preguntarse “ciencia para qué y para quién” porque ahí también hay una alianza que en algunas circunstancias puede ser cuestionable”.
Esta Conversación Urgente sobre el ambiente puso en evidencia la cantidad de temas que aún no están saldados por la intensidad de la problemática y por los intereses que están en juego. La gran variedad de preguntas abiertas que dejó este encuentro da cuenta de la riqueza del debate y el intercambio de miradas entre personas con una sólida experiencia en la materia.