La literatura como un modo de razonar
Sobre El caballo y el gaucho
Viernes 24 de febrero de 2017
"Los movimientos de Katchadjian son los propios de un artista conceptual", escribe Leonardo Sabbatella alrededor de El caballo y el gaucho, publicado por Blatt & Ríos: "Una manera caótica de ordenar la experiencia, de redimir el misterio pero también el pensamiento".
Por Leonardo Sabbatella.
La serie de textos extraños y desclasificados que Pablo Katchadjian reunió en El caballo y el gaucho (Blatt & Ríos) conforman un proyecto tan preciso como desconcertante. Podría hablarse de una “literatura conjetural”, que postula y explora una idea en cada texto, al mismo tiempo que crea un micro-mundo.
Los movimientos de Katchadjian son los propios de un artista conceptual. Ya lo ha demostrado con el simple y fascinante El Martín Fierro ordenado alfabéticamente y con El Aleph engordado (cuyo conflicto judicial no solo es ridículo sino que hasta cierto punto podría haber sido un episodio escrito por el propio Katchadjian). Ahora vuelve a profundizar su formalismo. El libro bien puede leerse como un manual de procedimientos en el que trabaja con fábulas y paradojas, poemas pasados a prosa, breves ensayos, leyendas, anécdotas y reescrituras. Por ejemplo, es capaz de escribir dos veces el mismo relato con dos resoluciones distintas.
Con esta serie de textos, Katchadjian entrega una contraseña sobre qué entiende por literatura. ¿Dónde encuentra sus materiales? En los lugares más inesperados o recónditos, en un diccionario de papas o en una canción popular alemana. Para Katchadjian, la literatura pareciera ser un modo de razonar, de presentar formas de vida que de otro modo no serían posibles y de hacer volar por el aire el pensamiento binario.
El caballo y el gaucho se inscribe en la tradición de la rareza y las escrituras anómalas, que pueden rastrearse en la literatura argentina desde Caballo en el salitral de Antonio Di Benedetto o Hechos inquietantes de Wilcock, hasta las novelas de César Aira. Pero también pueden verse las figuras de Borges en el modo de trabajar con las lecturas, de Kafka en las miniaturas que generan extrañamiento y de Beckett con la escena absurda.
Quizás dos variables sean las que logran que la sucesión de textos se orgánica. En primer lugar, la pluma inteligente y rápida de Katchdajian (que parece escribir del mismo modo que se comportan sus personajes) y, por otro lado, las conexiones lejanas, indirectas, que guardan los textos.
Ante un mundo burocratizado, que tiene protocolos y pasos a seguir para todo, la literatura de Katchdajian es una manera caótica de ordenar la experiencia, de redimir el misterio pero también el pensamiento.