Jorge Teillier: "En realidad yo nunca escribo"
Extractos de entrevistas al poeta chileno
Jueves 15 de noviembre de 2018
Tomados de El regreso a la aldea, edición al cuidado de la trasandina Alquimia (que llega a Argentina vía Big Sur), con montaje y edición de Cristian Jara Toro, algunas líneas indelebles del pensamiento de uno de los exponentes de la poesía lárica.
Nacido en Lauraro, Chile, en junio de 1935 y fallecido en Viña del Mar en 1996, Teillier se inició en la escritura con tan sólo 12 años. Escribió libros como Para ángeles y gorriones (1956), El cielo cae con las hojas (1958), El árbol de la memoria (1961), Los trenes de la noche y otros poemas (1961), Muertes y maravillas (1971), Cartas para reinas de otras primaveras (1983), Hotel Nube (1996) y En el mudo corazón del bosque (1997), obteniendo premios como el Gabriela Mistral y el Eduardo Anguita en su país.
Tomados de El regreso a la aldea, edición al cuidado de la trasandina Alquimia, con montaje y edición de Cristian Jara Toro, algunas líneas indelebles del pensamiento de uno de los exponentes de la poesía lárica (poesía del lar, del origen, de la frontera), junto con Efraín Barquero y Rolando Cárdenas.
"Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir sobre todas las miserias".
"Hay que mejorar las cosas buenas y no preocuparse de las malas, como me decía mi maestro de ajedrez: 'Nunca se preocupe de corregir sus defectos, aumente sus virtudes...'".
"Hace poco me encontré con un niño que me dijo que había un poema mío en su libro de lectura. Eso me gustó mucho. Cuando te publican en un libro de lectura para niños has hecho algo por el mundo".
"No me interesa ser personaje, porque cuando te ven así, tu poesía pasa a segundo plano".
"De repente me di cuenta de que había alguien que no era yo que estaba escribiendo por mí. Después se racionaliza. En realidad yo nunca escribo".
"Las antologías se parecen un poco a los manicomios: no están todos los que son, ni son todos los que están".
"Me di cuenta de que podía vivir en sueños. Pero tampoco es bueno: al fin y al cabo uno despierta".